La última producción cinematográfica de Christopher Nolan ha despertado una gran expectación, reflejada tanto en la masiva asistencia a los cines como en el interés de la crítica especializada, que le ha dedicado múltiples análisis.
En esta ocasión Nolan nos ofrece una ambiciosa película centrada en la vida del físico norteamericano Robert Oppenheimer. Una de las figuras más importantes de la ciencia en el siglo XX, también una de las más complejas y polémicas, ampliamente conocido por haber dirigido el Proyecto Manhattan , que dio lugar a la creación de la Bomba Atómica. Razón por la que su trabajo cuenta con evidentes derivadas en el campo de los Sistemas Políticos y las Relaciones Internacionales.
En esta película titulada «Oppenheimer», basada en el libro «Prometeo americano: El triunfo y la tragedia de J. Robert Oppenheimer», Nolan atrapa la atención del espectador con una receta que maneja a la perfección: desarrollando los dilemas a los que se enfrentan unos personajes, atormentados y con una rica complejidad interna, que se ven obligados a tomar decisiones difíciles en situaciones de gran incertidumbre. Acompañando el relato de una cuidada ambientación de escenarios y una profunda documentación en lo referido a los aspectos científicos, históricos o técnicos.
No pretendemos aquí enumerar los méritos cinematográficos de la película ni abordar la exactitud de los conceptos presentados a lo largo de su trama. Nuestra intención simplemente es plantear una reflexión sobre el trasfondo en el que se desarrollan los acontecimientos narrados por ella, que en síntesis podemos definir como una lucha por el Poder que se desarrolla en varios niveles (la lucha entre países en el marco de la Segunda Guerra Mundial, el enfrentamiento entre líderes políticos o el conflicto entre los científicos que va más allá del debate teórico de los que se da testimonio en diferentes momentos).
Enfrentamientos que sumergen a los personajes en una espiral conflictiva que los irá consumiendo a medida que vayan profundizando en esa dinámica. En un camino que conduce de la ambición hasta la lucha por el poder y que termina pasándoles una terrible factura a todos sin excepción.
Justificando el uso metafórico de Prometeo. Aquel personaje mitológico cuyo noble deseo de ayudar a los humanos se convirtió en la Ambición por desafiar el designio que los dioses al entregar a los seres humanos el fuego, herramienta que simboliza el Poder para dominar la naturaleza. Acto de soberbia que recibió un castigo ejemplar, que nos ha narrado tanto la mitología como la literatura.
Historias de ambición y expiación
La trama de esta película se construye intercalando, a través de saltos temporales, tres historias que están vinculadas al desarrollo del programa atómico norteamericano, dos de ellas directamente vinculadas con la trayectoria de Robert Oppenheimer. En la primera se describe la génesis y el desarrollo del proyecto Manhattan que encuentra su momento culminante con la «prueba trinity», la primera explosión nuclear de la historia que tuvo lugar en el desierto de Nuevo México el 16 de julio de 1945.
La segunda línea de la trama nos sumerge en la audiencia de seguridad a la que se enfrentó Oppenheimer en el año 1954, donde le fue revocada su credencial de seguridad y marcó el final de su carrera. Aquí se nos muestran a un Oppenheimer derrotando y resignado. Convertido en víctima de la persecución macartista debido a su aparente cercanía al comunismo, así como por su activismo antinuclear posterior a la guerra.
Proceso en el que hace frente al ataque personal de algunos de sus colegas más cercanos, como el físico Edward Teller (creador de la Bomba de Hidrogeno), y personajes ansiosos de poder político y reconocimiento, como fue el caso del ambicioso Presidente de la Comisión de la de Energía Atómica de EE.UU. Lewis Strauss ( a quien la película achaca haber organizado esta cacería contra Oppenheimer).
Precisamente Strauss es el protagonista de la tercera línea argumental de la trama. Acontecimientos que se desarrollan años después de la audiencia de seguridad, en 1958, cuando su enemistad con Oppenheimer y su juego sucio en la auditoria de seguridad fueron puestos en evidencia den el marco de una audiencia ante el Congreso, que tenía como objetivo obtener la aprobación necesaria para desempeñar el cargo de Secretario de Comercio de los Estados Unidos. El fracaso en alcanzar dicho respaldo marcó el fin de la carrera política de Strauss, cerrando para él un ciclo de ambición, poder y castigo similar al experimentado por el protagonista.
La Difusa Ubicuidad del Poder
«Oppenheimer» plantea una compleja estructura dramática que logra no hacerse pesada gracias al cuidado trasfondo científico e histórico en el que se desarrolla. Reforzada por la aparición de grandes figuras científicas de la época: Albert Einstein, Edward Teller, Enrico Fermi, Ernest Lawrence, Niels Bohr, Richard Feynmann o Werner Heisenberg entre otros.
Recursos que permiten ilustrar, por contraste, la dinámica de lucha por el poder a la que conduce la ambición de los personajes.
Comenzando por un Oppenheimer que desde el principio muestra su ambición por alcanzar un logro sin precedentes para la física de su época, dominar la energía del átomo, sin plantearse mayores reflexiones acerca de las consecuencias que su trabajo pueda generar ni consideraciones morales acerca de lo que está haciendo.
Actitud que se refuerza a medida que avanza el proceso de investigación, pese a los diversos acontecimientos que le invitaban a realizar ese tipo de reflexión crítica: conversaciones con colegas, citas del Bhagavad Gita, información recibida sobre la marcha de la guerra, etc., en fin, el frenesí por alcanzar el resultado provocaba su desinterés por reflexionar acerca de la conveniencia o las consecuencias de alcanzarlo.
Ambición y comportamiento que también podemos identificar en sus dos antagonistas, Edward Teller y Lewis Strauss.
El primero deseaba superar el logro de Oppenheimer construyendo un artefacto más potente y destructiva, la Bomba H, sintiendo como una afrenta personal que tanto Oppenheimer como muchos de sus colegas se negaran a darle luz verde al proyecto. Por su parte Strauss no podía tolerar, desde la óptica de la película, la sombra que continuamente producía Oppenheimer sobre su carrera. El científicos era el foco de atención para la prensa, la comunidad científica e incluso los responsables políticos. Strauss, pese a contar con una posición destacada en la Comisión de la Energía no contaba ni con el reconocimiento, ni el respeto alcanzados por el protagonista.
Ambiciones que se confrontan a lo largo de la película y evolucionan hasta convertirse en una lucha de poder que terminará consumiendo a estos personajes. Bien porque su conciencia (o cualquier conceptos asimilable) no pueda soportar las consecuencias y lo lleve a buscar el camino de la expiación, el caso de Oppenheimer, porque las consecuencias de sus actos provocan su caída en desgracia, el caso de Lewis Strauss, o porque su vida quede reducida a esa obsesión, el caso de Teller.
Es en ese momento cuando podemos apreciar lo magistral de la narrativa diseñada por Nolan, que está hablando constante de la lucha por le poder y sus consecuencia pero sin hacer ninguna referencia explícita a ello. Todo se desarrolla de manera inexorable y natural ante nuestra vista, nuestra conciencia de ello solo surge en el momento de plantear una visión retrospectiva a la luz de las consecuencia.
Una verdad que permanece oculta durante la mayor parte de la historia a sus personajes principales, algunas de las mentes más brillantes en la historia de la ciencia, dejando translucir la que a nuestro modo de ver es la principal lección que se puede extraer de esta impresionante pieza audiovisual:
Que la lucha por el poder genera un proceso de despersonalización que termina consumiendo a cualquier persona que se vea sumergida en ella.
Idea que podemos ver reflejada en la atribulada y triste mirada de un Albert Einstein consciente de toda esta dinámica desde el primer momento, pero quien también consciente de su incapacidad para hacer algo al respecto. Poderosa epifanía que golpea por igual al espectador y al protagonista hacia el final de la película.
A manera de conclusión…
Ilustrando de forma magistral, a través de la tragedia de uno de los científicos más brillantes del siglo XX, las contradicciones y paradojas sobre las que hemos construido gran parte de nuestros modelos sociales «Oppenheimer» invita a reflexionar sobre una serie de aspectos relacionados con la búsqueda y el ejercicio del poder. Poniendo de manifiesto las posibles consecuencias a las que se enfrentan las personas cuando sucumben ante su embrujo y canalizan todas sus energías para conseguirlo y mantenerlo.
Pero también destaca la necesidad de cultivar el pensamiento crítico y reflexionar continuamente acerca de los motivos que animan nuestras acciones o decisiones. Siendo este continuo ejercicio, lo único que puede prevenirnos de avanzar por ese camino hacia la despersonalización.