Problemas complejos y repuestas simples

Una de las noticias de mayor impacto mediático en las últimas semanas ha sido la muerte de George Floyd, ciudadano afroamericano que perdió la vida en la ciudad de Mineápolis mientras era objeto de una cuestionable maniobra de inmovilización efectuada por  la policía,  y las protestas generadas por este hecho.

Las imágenes, transmitidas a través de facebooklive, de un policía blanco presionando con su rodilla el cuello de un ciudadano negro hasta provocarle  la falta de oxigeno,  volvió a poner de manifiesto problemas latentes de EE.UU., relacionados con la discriminación hacia las minorías, el racismo, la xenofobia, etc.

Un fenómeno que no es nuevo y  que resurge cada cierto tiempo.

El objetivo de este post es realizar un acercamiento a este fenómeno, teniendo como herramienta de análisis algunos de los conceptos de la Teoría de Sistemas Autorreferentes  planteada por el sociólogo alemán Niklas Luhmann.

Pero, ¿qué aporta un enfoque sistémico a la comprensión de estos desafortunados hechos?

En primer lugar, ofrece un panorama de las razones por las cuales las sociedad y la política norteamericana no han sido capaces de evitar la recurrencia de estas situaciones. Concretamente, ambos sistemas son incapaces de comprender la «complejidad del problema»  y tratan de ofrecer respuestas simplistas.

Con complejidad del problema queremos decir que en situaciones como la muerte de George Floyd, y otros casos similares, convergen múltiples causas, procesos y dimensiones.

No se trata solo de un tema de racismo, aunque está patología claramente ha tenido que ver en el desafortunado suceso; no es solamente un tema de brutalidad policial, aunque este comportamiento fue determinante en el desarrollo de los sucesos; no es solo un problema de funcionamiento de la institución policial en algunos lugares de EE.UU., aunque seguramente han tenido un papel destacado en ello; y así podemos ir desgranando las causas y explicaciones que están apareciendo en los análisis.

En segundo lugar, el enfoque sistémico explica porqué no han sido capaces de ofrecer soluciones  adecuadas a estas situaciones.

Siempre que ha habido un incidente de este tipo, se ha hecho énfasis en una sola de las causas y las decisiones tomadas han ido específicamente dirigidas contra ella. Por ejemplo:

  • Ante una  situación motivada por un odio patológico de carácter personal, se solucionaba enviando a alguien a la cárcel.
  • Frente a actos motivados por  racismo, se reforzaban los programas en apoyo de la convivencia y se prohibía la actividad de grupos que promovieran esos comportamientos.
  • Para enfrentar  un mal funcionamiento de ciertas instituciones, se destituían a los responsables, se cambiaban procedimientos o se hacía una reforma total de la misma.
  • Cuando se daba prioridad a la problemática de orden público, se encargaba a la Policía o a la Guardia Nacional restablecer el orden.

La visión de los sistemas autorreferentes

Una visión sistémica no niega la pertinencia de estas medidas, pero considera que tomar cualquiera de ellas como factor exclusivo para solucionar un problema, desconociendo a las demás, genera efectos contraproducentes.

La visión luhmanniana considera que la relación entre los sistemas no es jerárquica sino funcional. No hay un sistema superior a otro, simplemente hay sistemas que  se han especializado funcionalmente para responder a determinadas situaciones y, por eso pueden tener un papel más central; pero son incapaces de solucionar todo el problema por sí mismos.

Igualmente, reivindica que los sistemas no están completamente cerrados sobre sí mismo; tienen cierto grado de apertura cognitiva, que les permite conocer la información que surge desde otros sistemas y orientar su comportamiento de acuerdo con ella.

Debido a ello, también es fundamental que existan canales fluidos de comunicación entre ellos.

Cuando pretendemos dar respuesta a un problema exclusivamente a partir de una de sus dimensiones, establecemos una jerarquía entre los sistemas afectados por dicha situación; se alteran los flujos comunicativos y el sistema que ocupa el lugar superior trata de solucionar la situación con sus propios recursos.

Al final de este proceso, el sistema solo es capaz de dar una solución parcial que puede mantener el problema en un estado de latencia  por cierto tiempo, pero resurgirá. Es como esconder el polvo debajo de la alfombra, no lo hemos hecho desaparecer solo lo hemos escondido.

De la incomunicación a la violencia

Volviendo al caso que estamos analizando

La dinámica comunicativa se rompió cuando el sistema jurídico, representado por el fiscal encargado de acusar a los policías, lo interpretó como un simple acto de conducta criminal individual y los acusó de delitos menores. Sin dar importancia a la información que le transmitían desde importantes subsistemas de la sociedad; que apuntaban a una problemática de racismo y a un mal funcionamiento de la institución policial

Una vez rota la dinámica comunicativa, cada uno de los sistemas y subsistemas implicados se encerró sobre sí mismo, porque dejó de recibir información de los otros. Por tanto, perdieron la capacidad de influenciarse mutuamente y de regular su comportamiento.

En este punto la única forma de influir en la situación, para algunos de estos sistemas, fue la manifestación en la calle. Entrando en un ciclo de enfrentamiento que  se volvía más explosivo a medida que el sistema jurídico, que se había erigido como el sistema central, seguía cerrado a cualquier comunicación del exterior.

Ciclo que se repitió varias veces hasta producir la violencia desenfrenada de la que hemos sido testigos a través de los medios de comunicación.

Ahora bien, ¿es posible salir de esta situación?

Si, siempre que los sistemas implicados renuncien a querer ocupar una posición central, subordinando a los demás, y  restablezcan el flujo comunicativo entre ellos.

La mala noticia es que no parece existir la voluntad para avanzar en esta dirección.

 

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