La noche surrealista

Más de un mes después de las elecciones en Estados Unidos;  seguramente las más atípicas de su historia democrática,  tanto por la situación de pandemia en la que tuvieron lugar como por la denuncia de fraude realizada por uno de los candidatos, persiste la tensión.

Aquella noche del 3 de Noviembre de 2020 arrojó  uno de los escenarios más complicados posibles. Terminó con unos resultados preliminares  que no eran concluyentes, debido al estrecho margen que separaba a los contendientes, y una gran cantidad  de votos por correo, capaz de definir el resultado final.

Al final de la noche,  Donald Trump proclamó su victoria a partir de los datos que se conocían hasta ese momento y  pidió que se detuviera el recuento de los votos por correo, denunciando que serían el instrumento de un gran fraude con el que pretendían «robarle» la victoria.

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Poco importó que sus acusaciones no estuvieran respaldadas por la menor evidencia, que hubiera un marco jurídico que regulaba el ejercicio del voto por correo o que los recuentos de los mismos se hicieron con las debidas garantías; de hecho, muchos de ellos pudieron seguirse por streaming.

Los días y semanas posteriores, ocurrieron algunos de los sucesos más surrealistas de la que recuerde la vida política norteamericana, cuyo análisis supera al objetivo de esta entrada. Solo queremos recordar que muchas de estas acciones promovían un desconocimiento del proceso democrático y una alteración de las reglas de juego electorales.

Es lo más cercano que Estados Unidos a estado de sufrir un golpe de estado, intento condenado al fracaso por las previsiones tomadas  en 1776, año en el que se declaró la independencia del país.

Dispersión del poder como contrapoder

La guerra de independencia contra Inglaterra creó en los revolucionarios americanos conciencia de los peligros que implicaba la concentración del poder político en un solo agente, incluso un sistema parlamentario como el inglés podía ser despótico.

Si bien el sistema parlamentario había surgido con la idea de limitar el poder del Rey y evitar que actuara de forma despótica, la experiencia en las colonias demostraba que la simple división de poderes no era suficiente para prevenir esa situación.

¿Cómo evitar que los agentes que integran el sistema político se conviertan en déspotas?, ¿qué estrategia utilizar para limitar efectivamente su ejercicio del poder?

Dos preguntas que inquietaban a los líderes de la Revolución Americana; pues para ellos era evidente que el  poder político tenía  cierto embrujo e influencia sobre la persona que lo ejercía, existiendo una posibilidad real de que se extralimitara en su ejercicio y  que no estuviera dispuesto a renunciar a él.

El proyecto de nación que estaban construyendo debía ser capaz de responder a este  desafío. Labor en la que serían determinantes dos elementos: la asunción de presupuestos teóricos y normativos del liberalismo, en su versión lockeana,  y el desarrollo de una estructura política  descentralizada, integrada por múltiples elementos capaces de actuar de forma independiente.

Dando origen a uno de los entramados institucionales más complejos y difíciles de entender que se puedan imaginar,  llegando incluso a parecernos caóticos; pero que, por contraparte,  resulta más difícil de manipular. Idea cuya utilidad se ha podido apreciar a lo largo de estas semanas.

El proceso electoral en EE.UU. no se encuentra centralizado. Cada uno de los cincuenta Estados es responsable de organizar las elecciones y establecer sus reglas de juego. La autonomía de la que gozan es tan alta, que algunas diferencias llegan a ser importantes.

Baste como ejemplo que mientras  en el Estado de Florida, la ley establece que el voto por correo debía contarse previamente al día de la votación presencial; en Pensilvania  el recuento de esos votos solo podía realizarse una vez hubieran cerrado las urnas el día de las elecciones.

Trump en un acto de campaña.

Son los Estados  quienes proclaman al candidato ganador, de acuerdo con las reglas de juego que ellos han establecido de antemano; sin que haya posibilidad de una intervención del gobierno Federal en ese acto. Cuando Trump se pronunciaba pidiendo que se paralizará el recuento en un Estado concreto, no tenía poder efectivo para influir sobre la decisión de las autoridades electorales estatales.

Pese a que Trump amenazó, desde el primer momento, en llevar sus reclamos ante la Corte  Suprema; la realidad es que su equipo de abogados tuvo que interponer las demandas y quejas ante los tribunales estatales. Pues las leyes que regían el proceso electoral eran leyes de carácter estatal.

Incluso en Estados con  gobernadores republicanos, como Arizona o Georgia, se ha certificado la validez del proceso electoral y la derrota de Trump. Pese a ser el presidente, Trump  solo ha podido criticar a los gobernadores en medios de comunicación y pedirles que desconocieran los resultados que ellos mismos han certificado.

Burocracia vs populismo

Pero quizás, el mayor escollo  que ha encontrado Donald Trump en su propósito de alterar el resultado de las elecciones ha sido la burocracia electoral de los diferentes Estados. Un entramado de funcionarios, oficinas y procedimientos que operan con independencia del ámbito político.

Un sistema administrativo que ha demostrado ser impermeable a las presiones del hombre más poderoso del país y los seguidores que se agolparon a las afueras de los lugares de conteo.

Donald Trump, fiel a su estrategia de populismo viral, esperaba condicionar el resultado final gracias a la presión que pudiera ejercer desde diferentes ámbitos: la calle, los medios de comunicación, las instituciones federales, etc.  La realidad le ha demostrado algo diferente;  que los sistemas institucionales burocráticos son capaces de operar ajenos a cualquier presión y cumplir su función.

Incluso la Corte Suprema, institución cuyo posicionamiento en todo este asunto generaba inquietud, se ha negado a actuar según los deseos Trump.

Cuando el 20 de Enero de 2021 Donald Trump abandone la Casa Blanca, en calidad de ex-presidente, los tres motivos principales para que se produzca este hecho serán la fortaleza de las instituciones electorales estatales, un modelo altamente descentralizado y el respeto a los valores democráticos que sigue imperando en muchos de los legisladores republicanos.

Para concluir, desde el punto de vista de la Teoría de Sistemas, los sucesos de las últimas semanas ponen de manifiesto la importancia práctica de  conceptos como  los  de autorreferencia  o clausura operativa, centrales para la teoría de sistemas sociales de Niklas Luhmann, q implícitos en toda esta lógica de la descentralización y la dispersión del Poder.

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  1. Luis Eduardo Payares Porto enero 10, 2021 at 12:38 pm - Reply

    Mil gracias, José Pablo. Sin embargo, tengo mis discrepancias con el sistema electoral al cual muchos expertos consideran obsoleto e injusto, ya que limita el voto de las minorías (negros, por ej.) en algunos estados situación que puede favorecer a un partido en un momento determinado.