La quinta sesión del seminario presentó los primeros dos años de Hegel en Berlín. Los cuales estuvieron dedicados a la reflexión de los principios de su Filosofía del Derecho; labor desarrollada en dos cursos sucesivos (1818-1819, 1819-1820), y de la que guardamos testimonio gracias a los manuscritos Homeyer, Henrich y Ringier.

En ellos se aprecia que Hegel desarrolló una reflexión matizada de dichos principios, pero no renunció a ellos. Debido a la prudencia derivada de su estancia en la ciudad que concentraba el poder político y las restricciones asociadas a las leyes de censura prusiana

Manuscrito Homeyer

En la reflexión contenida en este manuscrito, Hegel plantea la relación directa que existe entre la filosofía de la naturaleza y la filosofía del Estado. Porque, desde su pensamiento, es la permanente trascendencia de la naturaleza la que produce las novedades que ponen en marcha al Espíritu. Hegel expone un recorrido que comienza en la familia (verdadera manifestación de la naturaleza), que evoluciona dinámicamente hasta el individuo (el burgués), que necesita de la educación para que dicha condición sea mediada por la eticidad (la individualidad) hasta alcanzar su universalidad en el espíritu.

La época burguesa, plantea el texto, está atravesada por la historia. Siendo el burgués resultado de una lucha terrible contra el sistema feudal, es él quien recoge el testigo de la lucha que libra la modernidad contra la aristocracia. Es necesario superar las estructuras feudales y la aristocracia porque se oponen a la universalidad, basándose en la mera particularidad. Tal camino hacia la universalidad conduce, de manera inexorable, a la lucha por la libertad.

El paso entre la familia y el individuo significa elevarse a una libertad formal, que implica la universalidad. Ahora bien, a la pregunta ¿cómo se lleva a cabo este proceso?, se responde planteando la idea de una necesidad natural. Siendo este aspecto, el reconocimiento de lo necesario, un punto en el que coinciden la filosofía de Kant y la de Hegel.

En este punto se llega a la reflexión sobre la economía política, debido a que es esta la que alberga la estructura de la necesidad de las cosas presente en la naturaleza. Es precisamente esta noción de necesidad la que constituye la principal diferenciación entre los animales y los seres humanos.

Mientras los animales cuentan con una estructura cerrada de necesidad, basada en el instinto y conectada con un objeto concreto que satisfaga tal deseo, los seres humanos tienen una estructura abierta de necesidad, donde la satisfacción del instinto no está conectada con un objeto específico.

En otras palabras, los instintos del ser humano pueden ser satisfechos por diferentes objetos de una manera que puede resultar arbitraria en cierto nivel. Con lo que, al final, se plantea que la única forma de determinar la naturaleza humana es la social, puesto que este tipo de necesidad está expuesto a cambiar y evolucionar socialmente.

De tal manera que el ser humano podría ser definido como aquel que es capaz de convertir cualquier cosa en “necesaria”, porque no está limitado por la estructura de necesidad de la naturaleza. Es en este punto donde surge el concepto de “lujo”, definido como la producción de nuevas necesidades.

Se aprecia aquí, de manera esquemática y preliminar, el análisis hegeliano acerca del funcionamiento del sistema económico capitalista. Que demuestra la contradicción fundamental de la época burguesa, identificada por la economía política: una época en la que de forma simultánea se produce el aumento de la libertad, como el de la alienación.

Proceso que da lugar tanto al burgués como al “pobre”. Frente a la individualidad definida del burgués, surge una masa de pobres que no puede ser definida y que puede llegar a amenazar la estructura en la que el burgués ha prosperado.

Ante la inseguridad y el riesgo que este escenario genera para el burgués da lugar a la fundación del Estado, el cual se encarga de dar seguridad a la totalidad y, de forma derivada, a los particular ( como es el caso del burgués). Como se ha dicho en sesiones anteriores, para integrarse plenamente en esta nueva realidad que emerge con el Estado, el burgués debe recibir una educación (bildung), que solo puede ser otorgada por la filosofía. No por la religión, ni por la teología.

En este proceso, el burgués aprende a organizarse en corporaciones (identidades colectivas), en las cuales la individualidad queda subsumida dentro de un todo, pero sin llegar a desaparecer.   Siendo fundamental la idea de construir estructuras comunes, para evitar transitar por la vía que conduce al despotismo.

La breve reflexión sobre la guerra que se desarrolla en esta época resulta peculiar por dos razones: primero, se plantea al interior de Prusia (el reino más militarista del momento) y propone establecer limitaciones a su naturaleza.

Para Hegel, se deben evitar las guerras religiosas, porque eso implicaría subordinar el Estado a la religión, algo contrario a su filosofía. Para él, este tipo de guerras es el equivalente a los sacrificios humanos realizados en las culturas primitivas.

Para el correcto ejercicio de la guerra, el individuo (el particular) que participa en ella debe ser consciente de lo que implica la guerra y debe asumir de forma voluntaria el riesgo de morir en ella. Pero, entiende Hegel, esta siempre debe obedecer a lo que él denomina “razones reales”. Dentro de las que se incluyen la necesidad de las cosas o el peligro asociado a ellas; pero no las razones religiosas o teológicas.

La guerra, por tanto, no puede decretarse desde la lucha abstracta por la libertad del Estado. Pues el Estado no está y jamás podrá estar solo; por lucha abstracta se entiende aquello que no reconoce la Universalidad de algo (es decir, los que están solos o pretenden estar solos).

Una guerra basada en este tipo de motivos sería una guerra indebida, que desconoce que el mundo tiene que organizarse en el pluriverso de los Estados. Pero, pese a todas las salvedades que intenta establecer Hegel en su reflexión, señala Villacañas, se deja abierta la puerta a la lucha colonial, a la guerra por la conquista de territorio para someterlo al dominio colonial.

Manuscritos Henrich y Ringier

En estos manuscritos, Hegel incide en la cuestión de la teología política, estableciendo una lucha contra tres rivales teóricos de su filosofía:

  • El derecho histórico, del que señala su tendencia a cosificar la realidad.
  • La teología. Chocando con la idea prusiana de la unidad entre la Iglesia y el Estado.
  • La centralidad de la sociedad civil (burguesa), que conduce inevitablemente al problema de la pobreza.

Hegel desconfiaba de la religión porque consideraba que pertenecía a la particularidad (el sentimiento); por ello no tiene nada que decirle al Estado, y si lo hace, en ese caso se incorporaría una instancia trascendente que haría callar al Estado.

Eso era precisamente lo que ocurría en la Constitución prusiana, que concedía a los pastores representación en las instituciones políticas. Algo con lo cual la filosofía de Hegel no podía estar de acuerdo.

La soberanía recae en el monarca, con el objetivo de mantener esa autorreferencia del Estado. Siendo el rey quien nombra al gobierno (los ministros), pero no nombra al estamento medio (la burocracia). Para evitar que toda esta estructura termine sustentada en principios religiosos o teológicos, Hegel se ha visto obligado a dotar al monarca de una capacidad mística. Algo que, en el fondo, sostienes, Villacañas, implica que Hegel pierda su lucha teórica contra Schleiermacher.

Se retoma aquí la reflexión sobre la economía política. Diferenciando entre la herramienta, que mantiene un vínculo con el ser humano, porque es capaz de dirigirlo y es dirigida por el Espíritu. Que se contrapone con la máquina, que es dirigida por la energía, no requiere de la participación humana para su funcionamiento y, de facto, termina provocando una expropiación.

La economía política se define como una ciencia autónoma que aspira a que la relación entre producción y consumo sea de igualdad. Esto daría lugar a que se establezca el precio natural de las cosas, punto en el que Hegel coincide con lo planteado por David Ricardo en su teoría del valor trabajo.

La reflexión hegeliana demuestra que esta pretendida equivalencia es imposible, debido a la existencia del Estado. Que es un elemento que no produce, pero sí consume. Por ello no es viable alcanzar este equilibrio de manera unilateral.

Análisis en el que hace falta incluir el trabajo muerto producido por la máquina. Algo que, en opinión de Hegel, conduce a la continua generación de masas de pobres. Proceso que se lleva a cabo de forma continua, acumulando cada vez más cantidad de pobres. Este exceso de pobres genera conflictos internos, debido a que, pese a encontrarse en condiciones de producir riqueza con su trabajo, no tienen la oportunidad de hacerlo. Situación por la que, efectivamente, no pueden llegar a satisfacer sus necesidades, derivadas de su naturaleza individual.

En este punto, Hegel anticipó el surgimiento de elementos como el monopolio (entendido como modelo económico), el populacho (lumpenproletario) y el derecho de levantamiento por parte del populacho, que tendrá mucha relevancia en el pensamiento social posterior de otros autores influidos por la filosofía hegeliana, como es el caso de Marx.

Emerge aquí la colonización (la guerra de conquista colonial) como una alternativa del Estado para mediar en el conflicto derivado de la superpoblación del populacho (la masa ociosa de pobres).

El problema de la colonización es que es una experiencia ajena al espíritu burgués, que estaba definido por el cálculo y la previsión. Mientras el espíritu del colonizador se caracteriza por la aventura y la valentía, cualidades propias del estamento militar, que es opuesto al del burgués. Contradicción que conduce a una situación explosiva. Es en este punto cuando surgen las flotas militares para la protección del comercio, y la guerra se convierte en la defensa de una estructura productiva.

En otras palabras, el burgués no tiene una solución para la contradicción entre riqueza y pobreza. Su única opción pasa por la colonización. Pero este camino conduce a la destrucción del espíritu burgués debido a que genera una coincidencia con el espíritu del estamento militar, que lo termina subsumiendo.

Escenario que Hegel no fue capaz de anticipar, pese al valor de todos los análisis previos. Razón por la cual esta sesión concluye planteando  “la dificultad de ver el futuro en el presente”.

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