En su último libro, «Sociedades Contingentes. COVID-19: Un Nuevo Agente de Cambio Social» (Catarata. 2021), el profesor Josep Pont Vidal, sociólogo experto en la teoría de sistemas autorreferentes y reconocido analista político, ofrece una nueva forma de aproximación a la situación que ha marcado el comienzo de la década del 2020: la pandemia provocada por la COVID-19.
El profesor Pont parte de constatar el alto grado de complejidad existente en las sociedades actuales, que lejos de detenerse o estabilizarse experimenta un proceso de aumento acelerado. El libro define y presenta esta Complejidad como el aumento en las posibilidades que tiene el sistema para construir interacciones y realizar selecciones de manera libre; idea que guarda estrecha relación con la de Contingencia, definida como “aquella situación social que no es necesaria ni tampoco imposible, pero que está abierta a un futuro de incertidumbre” (Pont Vidal. 2021, p. 31), con lo que además se introduce la idea de Incertidumbre y las relaciones que se establecen entre los tres conceptos. Dibujando un excelente panorama del enfoque que propone la teoría de sistemas sociales autorreferentes.
Estos tres conceptos (Complejidad, Contingencia e Incertidumbre) son relevantes para entender los efectos provocados, en las sociedades actuales, por el virus SARS-COV-2. Patógeno que apareció, por lo menos de forma oficial, a finales del año 2019 y cuya expansión mundial generó una serie de fenómenos y situaciones que hasta ese momento solo formaban parte de la ficción post-apocalíptica. Como es el caso de las grandes ciudades completamente cerradas, las avenidas vacías, la naturaleza recuperando espacios que le habían sido arrebatados por el ser humano, la detención en seco de grandes sectores económicos, los cielos mundiales despejados por la ausencia de aviones en el aire, etc.
Fenómenos que han venido acompañados de una serie de cambios sociales y políticos surgidos como respuesta a la excepcional coyuntura provocada por la pandemia; esfuerzos que, de manera reiterada, han sido presentados como una serie de intentos por retornar a la normalidad perdida o por establecer cierto tipo de “nueva normalidad” de carácter provisional hasta que los desarrollos médicos permitan vencer la enfermedad.
Hipótesis sobre la que el análisis del profesor Pont demuestra su carácter ilusorio, pues una indagación más profunda señala que la situación generada por la COVID-19 marca un punto de ruptura irreversible, que está dando origen a un nuevo tipo de sociedad en la que tendremos que aprender a desenvolvernos.
Dinámicas como el teletrabajo, la comunicación personal a través de apps de mensajería, la compra a través de internet y el control de nuestros movimientos a través de los teléfonos móviles no surgieron con la pandemia, de hecho llevaban varias décadas consolidándose; pero la actual situación se convirtió en un catalizador para su desarrollo y el elemento fundamental para legitimar su aplicación masiva. Construyendo un nuevo modelo social, entendido como el cambio en el significado y la naturaleza de una serie de procesos que la sociedad actual había definido de otra manera.
Por ejemplo, entender una empresa como una organización asociada a un entorno físico en el que se desarrollan el grueso de sus actividades no resulta tan evidente en un escenario marcado por el teletrabajo; o vincular la educación con los lugares en los que se impartía (colegios, universidades, etc.) puede resultar inexacto en una situación como la actual. Más evidente, y operativa, resulta esta transformación en lo relacionado con el aspecto del control a las personas; cuyas posibilidades de movilidad y acceso a determinados sitios pasar a depender de la información que pueda aportar una aplicación móvil.
Si bien es cierto que, desde hace unos meses, se está intentando volver a una normalidad más parecida a la que existía en la época pre pandemia, muchos de estos cambios no van a conseguir revertirse del todo; por el contrario, los nuevos procesos que se vayan creando tendrán que operar dentro del marco que ellos definan. Tal es el caso de las medidas de vigilancia y control a través de las apps, que no parece que vayan a ser desmontadas por muchas protestas y manifestaciones en su contra que se produzcan. En este caso, corremos el riesgo de encontrarnos en una situación en la que los derechos y libertades de los que goce una persona derivarán de la información que aporte dicho elemento tecnológico. Generando consecuencias para el funcionamiento de los sistemas jurídico, político, social, etc.
El profesor Pont resalta que este cambio social, por primera vez en la historia de la teoría sociológica puede achacarse a un factor no humano y no intencionado, un agente contingente, pues en realidad surgió a partir de la acción de un virus; cuya única directriz es reproducirse a sí mismo y buscar nuevas células a las que infectar. Por tanto, no procede del interés dirigido de algún agente dotado de intencionalidad.
Dando origen a un interesante debate con las otras escuelas de pensamiento sociológico (funcionalismo, marxismo y positivismo incluidos); que no conciben que un evento contingente pueda dar lugar a un nuevo orden social, sino media la intervención de un agente que la dirija o se aprovecha de él (individuo, clase social, etc.). Siendo esta innovadora tesis, propuesta por el libro, un interesante punto de partida para un debate más amplio cuyas principales preguntas expone en su parte final.