1) Antecedentes

El 2 de diciembre de 1915, Albert Einstein publicó la teoría general de la relatividad , basado en los principios generales de equivalencia y covarianza, y utilizando una geometría de Riemann para describir el espacio-tiempo como un campo gravitatorio. Una de las consecuencias de esta teoría es la curvatura del espacio-tiempo en presencia de objetos masivos, y el hecho de que la luz se desplazaría a velocidad constante trazando una geodésica sobre dicha superficie curva.

El 29 de mayo de 1919 se produjo un eclipse total de sol observable desde el hemisferio sur. El astrónomo real inglés Frank Dyson organizó dos equipos de observación, situados en Brasil e Isla Príncipe (Guinea), los cuales tomaron durante meses mediciones de las posiciones de las estrellas, para contrastarlas con las posiciones durante el eclipse (que duró seis minutos). Sir Arthur Eddington fue el astrónomo que lideró las mediciones en Puerto Príncipe. El 7 de noviembre de 1919 se publicaron en prensa los resultados, revelando que las predicciones de la teoría general de la relatividad resultaban ser correctas y convirtiendo a Albert Einstein en el científico más famoso de la época; este hecho supuso un duro golpe para los planteamientos del positivismo lógico.

En efecto, siguiendo la metodología positivista de atenerse a lo dado como es dado, ¿cómo es posible plantear la hipótesis de la naturaleza de la luz implícita en la teoría general de la relatividad si ni siquiera era algo observable?

La respuesta a esta pregunta es que, efectivamente, no es posible. Albert Einstein partió de una hipótesis que no surgió de la observación, por lo que no estaba fundamentada en la experiencia de lo dado. Einstein imaginó la hipótesis y la formuló en lenguaje matemático

Al no poderse contrastar con lo dado, no es entonces posible justificar la hipótesis, que siempre permanecería en estado de conjetura: únicamente se podía aspirar a verificar las consecuencias de la hipótesis, en forma de experimentos y predicciones que se pudieran contrastar con lo dado.

El problema que se plantea entonces es el siguiente: ¿Existe un principio de inducción que nos permita justificar la validez de la conjetura, que es una proposición universal, a partir de las observaciones experimentales , que son proposiciones particulares?

2) Hume y el problema de la inducción.

El problema de la inducción fue planteado por Hume en su obra “Tratado de la naturaleza humana”, donde señala:

“…incluso después de observar que se da frecuentemente una conjunción constante de objetos, carecemos de razones para extraer inferencia alguna acerca de ningún objeto que trascienda aquellos de los que hemos tenido experiencia..” (Hume, …..)

Por otra parte, para Hume , el conocimiento depende de la experiencia, que siempre se da en enunciados singulares de observación (principio del empirismo):

Me permitiré afirmar , como proposición general que no admite excepción, que el conocimiento de esta relación en ningún caso se alcanza por razonamientos a priori, sino que surge enteramente de la experiencia, cuando encontramos que objetos particulares cualesquiera están constantemente unidos entre sí. (Hume 2015, p. 67)

Según Hume, la inducción no tiene validez ya que no puede inferirse lógicamente una proposición universal, a partir de enunciados singulares basados en la observación (principio de no validez de la inducción). Para poder justificar la inducción tendríamos que recurrir al propio principio de inducción en un “regressus ad infinitum”.

Ahora bien, en la práctica hay innumerables regularidades en la naturaleza en las que todo el mundo confía, sobre las cuales se han establecido las leyes de la naturaleza aceptadas por los científicos; si se intenta justificar el conocimiento científico empírico mediante la inducción, nos encontramos con la incompatibilidad aparente que se produce entre el principio de la no validez de la inducción, y el principio del empirismo, lo que constituye el denominado problema de Hume o problema lógico de la inducción.

Hume planteó una solución de naturaleza psicológica a este problema: afirmó que es el hábito o la costumbre, el fundamento en que se asientan todos nuestros razonamientos basados en la experiencia.

Este principio es la Costumbre o Hábito. Donde quiera que la repetición de algún acto u operación produce una propensión a renovar el mismo acto u operación sin estar impelido por ningún razonamiento o proceso del entendimiento, decimos siempre que esta propensión es el efecto de la Costumbre. (Hume 2015, p. 86)

Popper acepta el planteamiento lógico que hace Hume , pero considera inaceptable su propuesta de solución calificándola de anti-racionalista.

3) El planteamiento del problema en Popper

En el primer capítulo de su obra “La lógica de la investigación científica”, titulado “Panorama de algunos problemas fundamentales”, Popper pasa revista al llamado problema de la inducción:

De acuerdo con una tesis que tiene gran aceptación, y a la que nos opondremos en este libro, las ciencias empíricas pueden caracterizarse por el hecho de que emplean los llamados “métodos inductivos”: según esta tesis, la lógica de la investigación científica será idéntica a la lógica inductiva, es decir, al análisis lógico de tales métodos inductivos. (Popper 1962, p. 33)

Para justificar las inferencias inductivas sería necesario contar con un principio de inducción, como clave de bóveda sobre la cual construir el edificio de la ciencia empírica; así Reichenbach dice :

“este principio determina la verdad de las teorías científicas; eliminarlo de la ciencia significaría nada menos que privar a ésta de la posibilidad de decidir sobre la verdad o falsedad de sus teorías; es evidente que sin él la ciencia perdería el derecho de distinguir sus teorías de las creaciones fantásticas y arbitrarias de la imaginación del poeta” (Popper 1962, p.34)

Popper razona que el principio de inducción tiene que ser un enunciado sintético y se apoya en Hume para justificar que su validez no puede establecerse de manera lógica, es decir, acepta el principio de no validez de la inducción citado anteriormente.

También rechaza la consideración de Kant de que este principio sería válido a priori (Popper considera que el principio de causación universal de Kant sería una formulación del principio de inducción mencionado)

Sin embargo, Popper considera que el problema de Hume tiene una solución sin necesidad de renunciar a la razón ni de recurrir a proposiciones sintéticas a priori, y le llamó método deductivo de contrastación. Esta solución se basa en que las hipótesis sólo pueden ser contrastadas empíricamente después de ser formuladas.

4) La propuesta de solución de Popper

Popper parte haciendo una clara distinción entre la “psicología del conocimiento” y la “lógica del conocimiento”.

El proceso de concebir una idea nueva y formular hipótesis y conjeturas, no requiere ningún análisis lógico. Para Popper , el proceso de creación de ideas nuevas es un asunto de la psicología empírica, resultando irrelevante para la epistemología. Según Popper no existe un método lógico para tener nuevas ideas, ni una forma de reconstruir de manera lógica este proceso.

Sin embargo considera de la máxima importancia el examen lógico de las conjeturas, según un proceso que denomina “contrastación deductiva de las teorías”.

Para evitar las conclusiones anti racionalistas de Hume, Popper añade el principio del racionalismo crítico y lo formula de la manera siguiente:

Exigimos que nuestra adopción y nuestro rechazo de teorías científicas dependa de nuestro racionalismo crítico (combinado con los resultados de la observación y el experimento (Popper, 1983, p.72)

Según este enfoque, las conjeturas nunca dejarían de serlo, pues siempre estarían abiertas a la crítica. Dispondríamos de conjeturas más o menos contrastadas, pero nunca podríamos establecer la verdad de las mismas ; la verdad sería así una asíntota inalcanzable.

Resumiendo, podemos decir que el problema de Hume quedaría resuelto salvando un enfoque racional, teniendo en cuenta los puntos siguientes:

  • a)  La aceptación de la concepción según la cual las teorías son de importancia suprema , tanto para la ciencia teórica como para la ciencia práctica.
  • b)  La aceptación del argumento de Hume contra la inducción: cualquier esperanza de que podamos tener razones positivas para creer en nuestras teorías queda destruida por ese argumento.
  • c)  La aceptación del principio del empirismo: las teorías científicas son rechazadas o adoptadas (aunque sólo temporal y tentativamente) a la luz de contrastaciones experimentales o basadas en la observación.
  • d)  La aceptación del racionalismo crítico: las teorías científicas son rechazadas o aceptadas (aunque sólo temporal y tentativamente) a la luz de los resultados de la crítica racional. (Popper 1983, p. 73)

5) Implicaciones del planteamiento

El que las hipótesis no salgan de la experiencia de lo dado, no significa que cualquier hipótesis es válida. Sólo serían válidas las hipótesis que fueran falsables, es decir, aquellas de las que se puedan deducir enunciados particulares (experimentos) que a su vez fuesen susceptibles de falsación.

Así, si una hipótesis H implica una conclusión C, y C es falsa, podríamos afirmar con toda certeza que H es falsa.

Si por el contrario C fuera verdadera, no podríamos afirmar nada de la veracidad de H, que seguiría permaneciendo en estado de Conjetura.

Las acumulación de hipótesis falsas, por otra parte, incrementaría nuestro conocimiento de lo que el mundo NO ES

La acumulación de intentos de falsación no exitosos, incrementaría nuestra confianza en la hipótesis H. Ahora bien, nunca tendríamos la certeza de este conocimiento, el cual tan sólo nos mostraría lo que el mundo PUEDE SER (versus de lo que el mundo ES). Sólo podríamos aspirar a determinar si una hipótesis es mejor que otras a la hora de conocer su validez.

¿Cuándo podríamos afirmar que H está corroborada?

Esta pregunta podría formularse más específicamente:

¿Cómo podemos medir el grado de corroboración de la hipótesis H?

La respuesta, que no vamos elaborar aquí por falta de espacio, es que NO SE PUEDE MEDIR

En definitiva, aunque la verdad es el objetivo último de la ciencia, sólo podríamos acercarnos a ella mediante teorías científicas cada vez mejores. Una teoría sería mejor que otra si “parece” más cercana a la verdad. El progreso se consigue acumulando evidencias que corroboren la teoría, mediante el fracaso de los sucesivos intentos de falsación.

6) Reflexión crítica sobre el planteamiento

Para la discusión que sigue a continuación, asumiremos con Kant que la lógica es válida a priori y que, por tanto, su validez no está sujeta a consideraciones psicológicas.

En primer lugar, Popper no tiene en cuenta explícitamente que nuestra experiencia perceptual inmediata tiene una fuerte carga subjetiva (está influida por nuestro conocimiento previo, nuestras expectativas, nuestras esperanzas, etc); sin embargo, a efectos prácticos , su posición kantiana consistente en que no podemos conocer la cosa en sí (el noúmeno) supone un conocimiento limitado de la misma, lo que matiza el valor de las pruebas sobre la veracidad de C.

Sin embargo, en su planteamiento, Popper considera definitivos los enunciados particulares que declaramos falsos, dando así un carácter absoluto al conocimiento de lo que no es el mundo. Esto es así porque asume la tesis de Kant en la crítica de la razón pura cuando afirma que el mundo se nos impone “impertinentemente” diciendo que no. Esto le permite afirmar categóricamente, cuando es el caso en que nuestro conocimiento no tiene nada que ver con la cosa en sí; es decir, el mundo se nos impone en su negatividad, que es lo que constituye nuestro sentido de la realidad.

Por otra parte, considerando el problema de la inducción, Popper detalla cuatro problemas de la inducción y constata que los argumentos expuestos sólo dan cuenta de tres de los problemas, planteando la necesidad de una fase metafísica del problema de inducción.

Los tres primeros problemas, que se resuelven en el plano lógico o epistemológico son:

  • ¿Cuál es la diferencia entre el lunático y el científico?, que está relacionado con el problema de la demarcación, es decir , como caracterizar de manera adecuada la naturaleza empírica de las teorías científicas
  • El problema de la creencia racional
  •  El problema de Hume sobre el mañana.

Ahora bien, el cuarto problema que plantea Popper es de naturaleza metafísica, y se formula como sigue:

Existen leyes naturales verdaderas. Esto lo sabemos y lo sabemos por experiencia. Hume dice que no lo sabemos; pero a pesar de lo que él dice, lo sabemos: nuestra creencia de que existen leyes naturales verdaderas está basada, sin duda, de un modo u otro , en las regularidades observadas (en el cambio del día y la noche, el cambio de las estaciones y en otras experiencias similares). Así pues, Hume tiene que estar equivocado. ¿Puede usted mostrar por qué está equivocado? Si no, no ha resuelto usted su problema. (Popper 1983, p. 112)

Para contestar esta pregunta, Popper se ve obligado a justificar el Realismo Metafísico como transfondo de toda su filosofía. Así señala:

De la irrefutabilidad del idealismo se sigue la indemostrabilidad del realismo y viceversa. Ambas teorías son indemostrables y (por tanto) sintéticas y también irrefutables: son “metafísicas”. Pero hay una diferencia importante entre ellas. El idealismo es falso y el realismo metafísico es verdadero. No “sabemos” esto, naturalmente, en el sentido que sabemos que 2 + 3= 5; es decir, no lo sabemos en el sentido del conocimiento demostrable. Tampoco lo sabemos en el sentido del “conocimiento científico” contrastable. Pero esto no significa que nuestro conocimiento no sea razonado o razonable. Por el contrario, no hay conocimiento factual que esté apoyado por más argumentos, o por argumentos más fuertes (aunque estos no sean concluyentes). (Popper 1983, pp.122 y 123)

Todo el edificio conceptual de Popper requiere, por tanto, la aceptación de los postulados del Realismo Metafísico, saliendo del ámbito estricto de la lógica o de la epistemología.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

  1. 1)  Hume, D. (2001) : Tratado de la naturaleza humana. Madrid. Tecnos
  2. 2)  Hume, D. (2015) : Investigación sobre el conocimiento humano. Madrid.Alianza editorial
  3. 3)  Popper, K (1962): La lógica de la investigación científica. Madrid. Tecnos
  4. 4)  Popper, K (1983): Realismo y el objetivo de la ciencia. Madrid. Tecnos

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