Partidos Políticos. Promesa de pluralidad
Los Partidos Políticos modernos han sido los protagonistas de nuestra participación en la toma de decisiones colectivas. Desde el siglo XIX hasta el presente, su importancia en el marco de la sociedad ha sido incuestionable. Nuestra concepción de la política estaba fuertemente conectada con elementos partidistas (la ideología, las estructuras, los dirigentes, los símbolos, etc).
A lo largo de su historia, los partidos políticos han tenido que hacer frente a diversos momentos de incertidumbre, múltiples crisis y variados proyectos políticos de corte autoritario que atacaron de manera radical la libre competencia entre los partidos políticos. Éste no ha sido un camino fácil pero el sistema de partidos políticos ha logrado superar los escollos que ha ido encontrando en él…
En la actualidad, fruto de todo este proceso, el sistema de partidos políticos ha logrado convertirse en símbolo de pluralidad, de competencia de ideas y de convivencia democrática. Desde el final de la Guerra Fría, el sistema de partidos políticos presente en Occidente se había popularizado como el mejor garante de la libertad de pensamiento y altos niveles de desarrollo social.
Desde mediados de los 90, creemos que el futuro de los sistemas políticos estaba marcado por la consolidación continua del modelo de los partidos políticos. No obstante, la realidad ha transcurrido por otros derroteros…
Los signos de una crisis
Desde hace varias décadas, hemos podido apreciar en varios lugares del hemisferio occidental una serie de procesos que han llevado a la crisis, el debilitamiento y, en casos extremos a la desaparición, de algunos de los partidos políticos más relevantes de la segunda década del siglo pasado.
Un ejemplo bastante conocido es el de Venezuela en la década de los 90, allí en espacio de pocos años se vieron reducidos a la insignificancia sus dos partidos políticos tradicionales, el C.O.P.E.I. y Acción Democrática. Debemos tener en cuenta que Venezuela contaba con uno de los escenarios políticos más estables de América Latina, por lo que este hecho resultó sorprendente.
En su momento, estos fenómenos se apreciaron como un signo de la debilidad estructural profunda de algunos sistemas políticos concretos, que hasta el momento se creían consolidados. No se consideró que fueran un problema del sistema de partidos políticos, sino un problema de los lugares donde había ocurrido.
En otras palabras, nos habíamos equivocado al considerar que el sistema político venezolano era sólido. Pero esto no tendría que indicar la existencia en un problema en el sistema de partidos políticos en su conjunto…
El fantasma del populismo
En el año 2002, la vida política francesa sufría una tremenda convulsión cuando Jean- Marie Le Pen el fundador y, en ese momento, candidato a la presidencia del país por el Frente Nacional (partido de ultra derecha reconocido por sus posturas xenófobas y anti-inmigración), logró llegar a la segunda vuelta de las presidenciales frente a Jacques Chirac.
Después del final de la segunda guerra mundial, este era el éxito más importante de un partido extremista en los sistemas electorales de los países de Europa Occidental.
Dejando de lado este hecho puntual, que en su momento fue achacado a la debilidad de la izquierda francesa, provocada por el enfrentamiento interno entre sus miembros, resultaba realmente preocupante la dinámica de crecimiento y consolidación de una propuestas extremistas dentro del sistema electoral francés.
Para las siguientes elecciones, en el año 2007, las cosas parecieron volver a su curso: Le Pen quedó en cuarta posición y las correlaciones de fuerza les mantuvieron acordes con lo previsible. Con lo que se dio por cerrado este capítulo, como uno de esos accidentes históricos que quedan reducidos a meras anecdotas.
De esta manera, todos creímos que la tormenta había pasado y que los sistemas democráticos avanzados del hemisferio occidental, basados en la competencia entre partidos, gozaban de unas buenas expectativas de futuro.
La crisis de representación.
Esta sensación de confianza y seguridad en si misma que tenían los sistemas democráticos occidentales se vino abajo en la primavera del año 2011, cuando se produjo, de una manera casi simultánea, en diferentes países con sistemas democráticos avanzados una serie de movimiento sociales que lanzaron un mensaje claro y directo en relación a sus partidos políticos:
¡No nos representan!
Estos movimientos sostenían que los partidos políticos tradicionales le había dado la espalda a las personas que decían representar; que sus actuaciones solo respondía a intereses particulares, que lesionaban el interés de la mayoría de las personas. Críticaban al sistema político en su conjunto y querían un cambio radical…Una revolución
Movimientos como el 15-m en Madrid, Occupy Wall Street en Nueva York o la Movilización Mundial del 15 de octubre de 2011 (Bélgica, España Francia Italia, EE.UU), surgieron, se consolidaron y tuvieron relevancia en Europa Occidental y en Estados Unidos.
En la medida en que estos movimiento sociales,surgidos mayoritariamente de manera espontánea e informal, sumaban apoyos populares y ganaban relevancia, algunos de los partido políticos europeos con mayor tradición e historia perdían de manera acelerada gran parte de su base social de apoyo…
La vida parlamentaria se vio sacudida por:
- La irrupción de nuevos movimientos surgidos de la protesta como en el caso de Podemos en España y Syriza en Grecia;
- La consolidación de movimientos extremistas, que habían sido minoritarios hasta el momento, como es el caso del Frente Nacional (Francia), Movimiento Amanecer Dorado (Grecia), Alternativa por Alemania (Alemania) y el UKIP (Reino Unido).
En concreto, el sistema de partidos políticos tradicionales estaban viviendo en una situación complicada:
- Perdían apoyo ciudadano (votantes) elección tras elección.
- Las ciudadanía en general se sentía menos identificada con ellos y sus actuaciones.
- Dificultades para comprender y adaptarse a los cambios que ocurren de manera acelerada en la sociedad.
- Surgían nuevos agentes (Colectivos, Movimientos, Plataformas,…) que les arrebataban parte de su electorado.
No estamos hablando de un fenómeno aislado y esto no estaba estaba ocurriendo en un país de de la periferia democrática, sino en varias de las naciones con mayor tradición democrática del mundo. Ya no podíamos pasarlo por alto…
Perdida del protagonismo político.
En 2016, hemos sido testigos de importantes reveses sufridos por partidos políticos muy relevantes. En concreto, hemos visto que no han sido capaces de sacar adelante sus propuestas en temas trascendentales…..
En junio de este año el Reino Unido, en un histórico referéndum, se pronunció en favor de abandonar la Unión Europea. culminando un proceso denominado Brexit.
La opción de abandonar la Unión Europea sólo contaba, en términos políticos, con el apoyo de pequeños partidos xenófobos y anti-europeistas; así como plataformas y movimientos que agitaban opinión pública. Pero que hasta el momento habían sido minoritarios en la vida política del país.
Los partidos políticos más importantes, el Conservador y el Laborista, habían hecho campaña por permanecer en la Unión Europea. Por lo que el triunfo de Brexit se interpretó como un duro golpe hacia ellos… después de todo, ambos no habían podido sacar adelante dicha propuesta.
Pero el golpe más duro estaba por venir…el día 8 de noviembre Donald Trump fue elegido nuevo presidente de los Estados Unidos de América.
El triunfo del antipartidismo
Trump fue un candidato completamente atípico, pues pese a representar al Partido Republicano , estuvo durante gran parte de la campaña enfrentado a los líderes de su propio partido, a los que atacó de manera constante y directa, a lo largo del proceso de primarias.
Una vez alcanzada la nominación republicana, Trump no se vio visiblemente arropado o soportado por su partido. Por el contrario, muchos miembros importantes del partido (alcaldes, congresistas, gobernadores o expedientes) evitaron públicamente expresarle su apoyo.
A su vez, Trump no paraba de atacar y criticar a los líderes políticos y a los políticos en general. Su discurso era de ataque al sistema político y sus estructuras de influencia.
Todo hacía prever un escenario muy diferente del actual. Una clara victoria de Partido Demócrata debido a la antipatía y el miedo que generaba un candidato como Donald Trump, la fractura interna del Partido republicano y el buen hacer de los estrategas políticos de Hilary Clinton.
Al contrario de lo esperado, estos hechos no perjudicaron a Trump. Gracias a que no contaba con el apoyo manifiesto de su partido logró prestarse como una persona independiente y sin hipotecas partidistas; conectando con muchas personas descontentas que habitualmente no votaban, porque no tenían fe en el sistema de partidos.
Ya en la recta final, Trump tuvo éxito al transmitir el mensaje de que la experiencia, recorrido y solidez organizativa de la campaña Demócrata se debían a que representaban el modelo de partidos políticos tradicionales y, por tanto, a las élites que habían gobernado la vida de la nación hasta el momento… el famoso Stablishment.
Mensaje que lo ha catapultado hasta la Casa Blanca.
Preguntas pendientes
Desde nuestro punto de vista estos hechos, así como otros que no hemos podido incluir por falta de espacio, indican que e sistema de partidos políticos experimenta nuevamente una situación de crisis.
¿Cuáles son las causas de esa situación?, ¿por qué los partidos políticos tradicionales parece que no han podido dar respuesta adecuada?, ¿es una situación irreversible?, ¿tienen los partidos políticos tradicionales alguna manera de dar respuesta a esta situación?…
Preguntas que abordaremos en próximas entregas
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