¿Vivimos en un mundo que responde a una estructura lógica?
Todo preguntar es un buscar, y en nuestro caso ponemos en cuestión el mundo en el que vivimos para buscar si su devenir responde a una estructura lógica. Esto constituye lo preguntado.
Por tanto, para poder responder de forma apropiada a esta pregunta debemos buscar una cabal comprensión de la estructura lógica a la que hipotéticamente responde el mundo. Pero, ¿qué entendemos por estructura lógica?
Examinemos una estructura lógica sencilla para ver si podemos arrojar luz sobre esta cuestión: consideremos un ordenador típico, dotado de un conjunto de instrucciones lógicas y aritméticas básicas ( por ejemplo, And, Or, Not, Xor, etc). Si escribimos un programa usando las instrucciones admitidas por el ordenador, este programa es, sin duda, una estructura lógica.
Supongamos que el ordenador que disponemos tiene un reloj de un Gigaherzio, y, para simplificar, que en cada ciclo de reloj es capaz de ejecutar una operación lógica completa. Esto significa que en un segundo es capaz de ejecutar 1000 millones de operaciones lógicas.
Si partimos de un estado inicial (definido por un conjunto de estados elementales binarios expresados con ceros y unos), y ejecutamos el programa, ese estado inicial permanecerá inalterado hasta que se complete el primer ciclo del reloj; la operación lógica que se está ejecutando operará con un conjunto de estados elementales totalmente estáticos que sólo cambiarán al final del ciclo de reloj, produciendo un nuevo conjunto de estados elementales que definirán el estado final resultante de la operación lógica.
Al ejecutarse cada segundo 1.000 millones de instrucciones, nuestra percepción cuando se ejecuta un programa con una duración de varios segundos sería el de un proceso totalmente continuo.
Ahora bien, el reloj del computador define un límite que hace posible operar a las instrucciones lógicas. Así, vemos que toda instrucción lógica tiene un antecedente (definido por el conjunto de estados elementales iniciales) y un consecuente (definido por el conjunto de estados elementales finales), pero lo que me parece fundamental destacar es que la operación lógica requiere que el antecedente sea totalmente estático durante el tiempo que dura la ejecución de la instrucción lógica.
Mientras se está ejecutando la operación lógica, que hemos asumido para simplificar, que dura un ciclo de reloj, la lógica de la operación está manejando los estados iniciales. Sólo al final del ciclo del reloj, dispondremos de los estados finales de la operación, que constituyen los estados iniciales de la operación siguiente.
Así pues, para que la lógica de nuestros ordenadores digitales funcione, debemos proporcionarles un marco conceptual atemporal (es decir, con todas las variables de definición de estado totalmente estáticas para que la lógica de la operación que se está ejecutando funcione).Obviamente, el proceso electrónico que opera sobre estructuras físicas en base a conmutaciones electrónicas, se ejecuta dentro de la estructura temporal del mundo, pero el paso lógico que se ejecuta en un ciclo de reloj opera en una estructura donde hemos conseguido eliminar los efectos del tiempo. Cada ciclo de reloj define un paso lógico, con un antes y un después, donde se dan las condiciones necesarias para que la lógica pueda funcionar. A efectos del paso lógico que estamos ejecutando, podemos afirmar que no existe el tiempo. Los ingenieros han hecho un buen trabajo permitiendo que cada paso lógico opere sobre conceptos totalmente estáticos sobre los cuales no opera el tiempo. ¡Los conceptos serían atemporales durante cada ciclo de reloj!
¿Cómo podemos aplicar la lógica que utilizamos en nuestros ordenadores digitales a entidades del mundo real?
Para fundamentar la lógica aplicable a las entidades reales, Aristóteles planteó el principio de no contradicción (Capítulo tercero del libro cuarto de su Metafísica): “es imposible que lo mismo se dé y no se dé en lo mismo a la vez y en el mismo sentido”, es decir, algo no puede ser y no ser al mismo tiempo y en la misma relación. Partiendo de este principio podemos deducir el principio de identidad (A=A). Pero si lo consideramos detenidamente, vemos que en su formulación, Aristóteles está poniendo como condición para la validez del principio de identidad que ésta se dé al mismo tiempo. Es decir, desde una perspectiva puramente ontológica, todo objeto es idéntico a sí mismo en un instante dado.
Si un concepto cambia de sentido a lo largo de un razonamiento lógico, al no ser válido el principio de identidad, deja de ser válida la lógica que estamos aplicando. Es decir, la lógica aristotélica también necesita de conceptos estáticos para funcionar.
Por ejemplo, con nuestros conocimientos de física actuales nunca podríamos decir:
“Esta mesa es materialmente la misma que ayer”
La mesa no puede ser materialmente la misma que ayer porque sabemos que los átomos que la componen ya no son los mismos. Ni siquiera podríamos decir “Esta mesa es materialmente la misma en este instante” porque no tenemos manera de aprehender el instante, ya que la propia pronunciación de la frase requiere un lapso temporal que incluye infinitos instantes
Así pues, podemos pensar, sin mucho temor a equivocarnos, que las estructuras lógicas que manejamos en el mundo de la computación no sirven para fundamentar la estructura lógica del mundo.
Para seguir avanzando en la investigación requerida por nuestra pregunta, tendremos que profundizar, por un lado, en la comprensión del tiempo y y por otro lado, investigar otras lógicas que superen las limitaciones inherentes a la lógica de primer orden que fundamenta el universo de la computación digital.
(Continuará…)