Colaboración  especial de Fernando Fuster van Bendegem * , Director de Seguridad Privada y Coronel del Ejército de Tierra (R)

“Alea iacta est” (Julio César)

“La invencibilidad radica en la defensa, la posibilidad de victoria en el ataque” (Sun Tzu)

Desde el 4 de junio se ha producido un incremento en el número de acciones ofensivas por parte de Ucrania a lo largo de varios sectores del frente, incluso en algunos que habían permanecido relativamente inactivos en los últimos meses. Así lo reconoce el propio presidente ruso, Vladimir Putin, que el pasado 9 de junio declaró que la ofensiva ucraniana había comenzado y que ya se estaban llevando a cabo combates desde hace cinco días. Al día siguiente el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, declaró que la esperada contraofensiva para recuperar territorios ocupados por las tropas rusas estaba en marcha.

Ya podemos decir, en primer lugar, que la iniciativa sobre el terreno ha cambiado de manos en favor de las fuerzas ucranianas. En segundo lugar, que estamos ante el inicio de la anunciada contraofensiva, aunque todavía no sepamos el lugar exacto de penetración ni el objetivo pretendido. Lo sabremos cuando pasen unos cuantos días más y comprobemos dónde persisten los ataques y hacia dónde se dirigen, lo que nos dará una idea más clara de la finalidad pretendida.

En estos primeros días de confusión se ha especulado con el inicio o no de ésta contraofensiva, lo que tiene toda la lógica dado que las primeras fases del combate suelen pasar por un reconocimiento en fuerza (entre otras acciones), más en este larguísimo frente de 1.200 km, para valorar y, posteriormente, explotar las debilidades detectadas en la línea de defensa rusa. Por ello no es de extrañar que se hayan lanzado ataques, no necesariamente con la máxima potencia, en varios puntos del frente.

Para acabar de dificultar la comprensión de lo que estaba sucediendo éstos días, y en concreto el 6 de junio poco antes de las 03.00 hora local, la Planta de Energía Hidráulica de Nova Kakhovka se desmoronó parcialmente, llegando a ser barrida casi en su totalidad la porción izquierda (este) de la presa sobre las 12.00 horas. En aquel momento el nivel de las aguas en el pantano de Kakhovka estaba al máximo de capacidad, lo que provocó una grave inundación aguas abajo en las localidades ribereñas del río Dniéper. Según fuentes ucranianas unas 80 localidades habrían sido afectadas por la riada.

Como era de esperar, las acusaciones cruzadas sobre la autoría no se hicieron esperar y el Consejo de Seguridad de la ONU tampoco llegó a una conclusión definitiva sobre la autoría. A esto hay que añadir la preocupación respecto a la refrigeración de la Planta de Energía Nuclear de Zaporiya (ZNPP), a unos 120 Km aguas arriba, aunque los expertos del Organismo Internacional de Energía Atómica (IAEA) y las propias fuentes ucranianas aseguraron que “no existe un riesgo inmediato para la seguridad de la Planta”.

Imagen de la Presa de Nova Kakhovka antes de la Guerra (Fuente: wikipedia)

Situación sobre el terreno tras la ofensiva de invierno rusa

En el campo de batalla la ofensiva de invierno de las fuerzas rusas hace semanas que se daba por agotada. Desde principios de mayo los rusos han ido cediendo la iniciativa y limitándose a reaccionar a las acciones ucranianas más que persiguiendo sus propias finalidades. En consecuencia la posibilidad de lograr avances significativos que les aproximen a sus objetivos, como conquistar la totalidad de la región del Donbás o alcanzar el río Dniéper y el resto de la provincia de Zaporiya, se deben dar por descartados, al menos de momento. La finalidad pretendida por el mando ruso no ha sido alcanzada, siendo el balance de estos últimos tres meses de ofensiva de invierno tan pobre como el conseguido en los meses anteriores.

Por parte ucraniana la anunciada contraofensiva, esperada por los rusos hacia el 9 de mayo por el simbolismo que esta fecha tiene para Moscú, al conmemorarse la Victoria sobre la Alemania nazi en la II Guerra Mundial (o Gran Guerra Patriótica como la denominan los rusos), finalmente no se produjo en esa fecha. El Kremlin temía que los ucranianos lanzaran su ataque antes o en ese día, de forma que se arruinara tan importante celebración y con ello el relato de cómo está transcurriendo la Operación Militar Especial, desluciendo así la presentación de una posible victoria, aunque fuese parcial, de las fuerzas rusas.

Pero la realidad truncó la deseada celebración, incluso antes del 9 de mayo. El ataque con dos drones contra el Kremlin, el pasado 3 de mayo, sobre cuya autoría se ciernen ciertas dudas, ha puesto en evidencia la falta de seguridad en el mismísimo corazón de Moscú y en una fecha de la máxima significación para los rusos. Como consecuencia fueron cancelados por razones de seguridad buena parte de los actos conmemorativos en diversas localidades y se prohibió el sacrosanto desfile del Regimiento Inmortal en Moscú, una unidad en la que los rusos simbolizan el paradigma de la resistencia en el combate contra los nazis y que, año tras año, muestra las imágenes de sus integrantes antes de la parada del 9 de mayo. Ni tan siquiera una hipotética victoria sobre Bahkmut hubiera conseguido paliar esa sensación agria que en ese momento, a buen seguro, paladearon los rusos, a la espera de la anunciada contraofensiva que amenazaba con recuperar, según los ucranianos, buena parte del territorio anexionado.

En relación al ataque sobre el Kremlin sería posible, aunque poco probable, que en fecha tan señalada hubiera sido una puesta en escena de los propios rusos, para reforzar el relato de que la “Madre Patria” está librando una guerra existencial en la que cualquier esfuerzo o movilización debe ser bien acogida por el pueblo ruso. De hecho los sectores más radicales se apresuraron a pedir una escalada en el conflicto y una respuesta adecuada ante esta humillación, comparándola con el aterrizaje de una simple avioneta, pilotada por el alemán Mathias Rust, en las proximidades de la Plaza Roja de Moscú en mayo de 1987, en plena Guerra Fría. Es muy probable que la respuesta del pueblo ruso ante esta afrenta sea de un mayor apoyo al esfuerzo bélico.

Avioneta Cesna 172-B con la que Mathias Rust aterrizó en la Plaza Roja, en 1987 (Fuente Wikipedia)

Durante la celebración del 9 de mayo, muy deslucida este año por la ausencia de medios acorazados modernos en el desfile –solo desfiló un viejo carro de combate T-34 de la II G.M.–, el presidente ruso debió ser plenamente consciente de que los resultados en el campo de batalla no iban a ser decisivos ni favorables para Rusia en un futuro inmediato, por lo que a buen seguro estará considerando ya preparar a la nación para el escenario de “guerra de desgaste”, concebido como alternativa precisamente para este caso.

Vladimir Putin cree que una guerra de desgaste acabará por resquebrajar el apoyo de occidente a Ucrania, al tiempo que irá consumiendo la disponibilidad de combatientes de Kiev –factor clave en esta contienda por ser un recurso crítico–, mientras Rusia es capaz todavía de movilizar un importante número de efectivos, así como su maquinaria de producción armamentística. Todo ello mientras evita la presión del embargo económico y comercial que, hasta ahora, no parece que esté poniendo al presidente ruso contra las cuerdas. No obstante la producción de armamento y, en particular, de municiones no parece que esté alcanzando el nivel deseado, a juzgar por la destitución del responsable del apoyo logístico a las operaciones, Coronel General Mikhail Mizintsev, quien sólo estuvo en el cargo ocho meses.

Después de tres meses de ataques a lo largo de varios puntos de los 1.200 kilómetros de frente, la situación sobre el terreno –basándonos en la información proporcionada por el “Institute for the Study of War” (ISW)[1]– es la siguiente (para facilitar su comprensión, se ha dividido el frente, de norte a sur, en siete sectores):

1) El primer sector correspondería con el del frente de ataque hacia Kupyansk, en la provincia de Járkov, en el que las fuerzas rusas del Distrito Militar Oeste han cosechado escasos resultados, no habiendo sido capaces ni tan siquiera de recuperar la totalidad del oblast (provincia) de Lugansk, un objetivo a priori evidente dada la anexión formal de esta provincia –junto con otras tres– a la Federación Rusa. Hay que decir, sin embargo, que el esfuerzo en esta zona se ha centrado más en el establecimiento de posiciones defensivas que en el propio ataque, desconociéndose el grado de fortaleza que pueden tener estas defensa ante una acometida ucraniana. Además, la proximidad con la frontera rusa –al norte– da la posibilidad a éstos de llevar a cabo acciones en la retaguardia ucraniana, en caso de una ruptura por ésta zona, lo que hace que el mando ruso pueda percibir como poco probable una eventual contraofensiva en este sector.

2) El segundo sector viene definido por la línea defensiva entre las ciudades de Svatove y Kremina, ambas en la provincia de Lugansk y en poder de los rusos. El mando ruso se empeñó con poco éxito en avanzar hacia el oeste desde estas localidades desde principios de 2023, con repetidos ataques con diferentes unidades: desde fuerzas de los distritos Central y Oeste, pasando por fuerzas aerotransportadas del VDV, a fuerzas especiales (Spetsnaz) –aunque empleadas como infantería de línea–, y otras fuerzas irregulares (chechenos, fuerzas de la Repúblicas Populares de Donesk (DNR) y Lugansk y (LNR), o el Regimiento de Cosacos del Don). Como resultado se considera que el desgaste sufrido por estas unidades habría sido muy alto, por lo que su capacidad de resistencia ante una eventual contraofensiva en la zona sería limitada, a cambio de un escaso avance sobre el terreno. De cara a la contraofensiva ucraniana hay que señalar que la ciudad de Svatove podría constituir un interesante objetivo táctico, pues permitiría alcanzar posteriormente Starobilsk y desde allí amenazar las principales rutas de abastecimiento de las fuerzas rusas en la provincia de Lugansk.

3) El tercer sector, y principal en la ofensiva rusa, se ha centrado sobre el eje de ataque a Bakhmut, que se ha convertido en una ciudad simbólica para ambos contendientes y en la que se han concentrado la mayor parte de los esfuerzos defensivos y ofensivos por ambas partes. Además, ha sido escenario de una soterrada lucha de poder entre el líder del Grupo de mercenarios Wagner y el Ministerio de Defensa ruso. Una disputa que aunque a lo largo de abril pasó por una cierta colaboración entre ambas fuerzas, ocupándose las fuerzas regulares de cubrir los flancos del ataque mientras los Wagner avanzaban por el centro de la ciudad, a principios de mayo entró en su peor momento al anunciar Prigozhin la retirada de sus mercenarios, lo que hubiese provocado el desmoronamiento del frente ruso en la ciudad.

Yevgeny Prigozhin había prometido a Putin la toma de Bakhmut antes de las celebraciones del 9 de mayo. Por eso, el 29 de abril anunció que ya controlaba el 82% de la ciudad, lo que dada la información disponible podría incluso resultar cierto. Pero el tiempo se iba agotando y la realidad es que las fuerzas combinadas de mercenarios y ejército ruso eran incapaces de estrangular los suministros logísticos de los defensores de la ciudad, mientras los ucranianos seguían resistiendo en el 18% restante. Viendo la incapacidad de cumplir con el plazo  prometido Prigozhin empezó a culpar al Ministerio de Defensa de falta de colaboración y escasez de suministros, lo que provocó que el 4 y 5 de mayo, mediante la publicación de varios vídeos, lanzara la amenaza de retirar a sus mercenarios el día 10 de mayo, a menos que se recibieran los suministros solicitados.

Pero las cosas en Moscú se veían de otra manera. Tras el ataque con drones al Kremlin (del día 3 de mayo) y ante la inminencia de la contraofensiva, que se temía para esas fechas, el Ministerio de Defensa ruso priorizó la eventual preparación defensiva en perjuicio del apoyo a Prigozhin. Y así llegó el 9 de mayo, sin la conquista  total de Bakhmut y la consiguiente falta de reconocimiento por parte de Putin, a pesar de las graves pérdidas sufridas por el Grupo Wagner en el ataque. Finalmente, Prigozhin no cumplió con su amenaza y aplazó el inicio de la retirada de los Wagner hasta el 25 de mayo, coordinando su relevo con las fuerzas regulares del ejército ruso. Se cree que dicho relevo habría concluido a alrededor del 5 de junio, fecha en la que ya estaban desplegadas sobre el terreno la 76 y 106 Divisiones Aerotransportadas (VDV), además de otras dos brigadas, sustituyendo a los Wagner, cuyas pérdidas en el campo de batalla y salida del frente han colocado al líder del Grupo en una posición delicada.

Por su parte y a partir del día 9 de mayo, las fuerzas ucranianas llevaron a cabo varios contraataques sobre las fuerzas situadas en los flancos de la ciudad, en especial por el sur, donde obligaron a retroceder a la 72 Brigada Motorizada Separada de Fusileros rusa (72 SMRB), al parecer de forma desordenada, permitiendo a los ucranianos controlar finalmente unos 20 km cuadrados –según la viceministra de Defensa ucraniana Hanna Malyar– y la importante ruta de abastecimiento sobre la carretera O506. Para contener este avance, el mando ruso se vió en la necesidad urgente de trasladar fuerzas del VDV, de la 31 Brigada aerotransportada, desde la línea Svatove-Kremina para reforzar los flancos de Bahkmut.

El 21 de mayo Rusia declaraba la toma de la ciudad de Bakhmut  tras casi un año de lucha. Y a pesar de la falta de reconocimiento de Ucrania, se puede decir que en esa fecha el área metropolitana de la ciudad estaba prácticamente en poder de los rusos, como puede verse en el mapa de esa fecha. Desde el 4 de junio, las fuerzas ucranianas se afanan por reconquistar terreno en los alrededores de la ciudad, como se explicará más adelante.

4) El cuarto sector estaría definido por el eje entre las ciudades de Avdiivka y Donetsk, o línea Avdiivka-Donetsk,  donde las fuerzas de la República Popular de Donestk (DNR) y las rusas del Distrito Militar Sur han hecho un considerable esfuerzo, obteniendo limitados avances en torno a las localidades de Avdiivka y Marinka, situadas al norte y oeste respectivamente de la ciudad de Donetsk. Dado que el combate librado ha sido fundamentalmente en entorno urbano, las fuerzas rusas se han visto en la necesidad de desarrollar un procedimiento táctico para mejorar el rendimiento de sus unidades: las compañías “Storm Z” (Tormenta Z). Son unidades de unos 100 efectivos articuladas en equipos de mando, asalto, apoyos de fuego, apoyo de ingenieros, reconocimiento, evacuación médica y una tripulación de UAV (Dron). Pero esta solución táctica, interesante en apariencia, requiere de equipos muy adiestrados y procedimientos repetidos hasta la saciedad antes de entrar en combate, lo que no ha sido el caso. Así, las fuerzas ucranianas no sólo no han cedido demasiado terreno, si no que en los últimos días han recuperado parte de lo perdido en torno a Avdiivka. No obstante, las fuerzas rusas siguen intentando ganar terreno en este sector y continúan los ataques en torno a dicha localidad.

5) El quinto sector estaría definido por el eje de progresión hacia la ciudad de Vuhledar y alrededores, al sur de la provincia de Donestk y este de la de Zaporiya. Las fuerzas del Distrito Militar Este ruso han cosechado un rotundo fracaso en esta zona, hasta el punto que se especula que le ha costado el puesto (a finales de marzo) a su Comandante en Jefe, el Coronel General Rustam Muradov, dado el elevadísimo número de bajas en combate. Las sucesivas ofensivas para tomar Vuhledar en los primeros meses del año por parte del 29 y 36 Ejércitos de Armas Combinadas (CAA) y de las Brigadas 40 y 155 de Infantería de Marina, de la Flota del Pacífico, han sido duramente rechazadas por las fuerzas ucranianas, en especial las de la Brigada 155 que ha tenido que ser reconstruida por tercera vez desde el inicio de la invasión.

6) El sexto sector correspondería con la porción de frente en el oblast de Zaporiya, desde el límite provincial Donetsk-Zaporiya (al este)  hasta el río Dniéper (al oeste). Este sector, a cargo de las fuerzas del Distrito Militar Sur (DMS) apoyadas por elementos irregulares, ha permanecido básicamente a la defensiva, repeliendo algunos contraataques ucranianos de escasa entidad y algún reconocimiento en fuerza a mediados-finales de marzo. El 58 Ejército de Armas Combinadas (CAA) y la Brigada 810 de Infantería de Marina, de la Flota del Mar Negro, son las principales unidades a cargo de este sector. La ausencia de combates significativos ha permitido a dichas fuerzas una mejor preparación para la defensa en profundidad, aunque la tropa de las unidades este principalmente compuestas por reclutas movilizados y voluntarios, lo que podría restar efectividad a la hora del combate.

Desde principios de abril las fuerzas rusas han continuado el desarrollo de una extensa defensa lineal en esta provincia. Las posiciones consisten en tres capas defensivas, la primera en la línea del frente con importantes obstáculos (campos de minas, zanjas, trincheras, dientes de dragón, etc.), seguida de dos capas más de defensa zonal a 10 y 20 km de la primera, con fuerzas en reserva y obstáculos para la canalización. Rusia Considera muy probable que la ofensiva ucraniana se dirija hacia la ciudad de Melitopol, de ahí el esfuerzo defensivo en este sector. Por eso no es de extrañar que las autoridades de ocupación rusas en la provincia hayan forzado el desplazamiento de 70.000 civiles de la provincia hacia zonas interiores más alejadas del frente. Todo parece indicar que las fuerzas rusas planean llevar a cabo una defensa elástica en este sector, es decir retroceder canalizando al atacante para batirlo en posiciones a retaguardia, en lugar de empeñarse en defender la línea de contacto.

7) El séptimo sector vendría definido por el río Dniéper a su paso por la provincia de Jerson. El apoyo del frente en el río Dniéper, tras la retirada operacional de noviembre de 2022, ha supuesto que se convierta en el sector más estático de todo el frente. Además los rusos han prestado poca atención a las defensas en éste sector, siendo el que menos fuerzas ha mantenido, principalmente elementos del 22 Cuerpo de Ejército, de la Flota del Mar Negro y otros del 46 Ejército de Armas Combinadas (CAA), en particular la 205 Brigada Motorizada Separada de Fusileros, geolocalizada en Nova Kakhovka, estas últimas encuadradas en el Distrito Militar Sur. Si bien han preparado defensas en profundidad partiendo del río, no se apreciaba una notable fortificación de las mismas, seguramente porque el mando ruso descartaba un paso del río Dniéper en la contraofensiva, lo que requiere medios adecuados además de suponer una acción arriesgada, en especial cuando no se tiene el dominio del aire. Ahora que se ha producido el colapso de la presa de Nova Kakhovka y el Dniéper ha inundado buena parte de las orillas de este sector, llevándose por delante pueblos, además de las posiciones defensivas de primera línea rusas, podemos entender la falta de interés del mando ruso al desplegar escasas fuerzas en esta zona. Se podría decir que el poco probable ataque por este sector se ha tornado ahora en más improbable, por las dificultades para establecer medios de paso adecuados entre ambas orillas.

Las fuerzas rusas en Ucrania antes del comienzo de la contraofensiva, al igual que cuando comenzó la invasión, siguen encuadradas en el Grupo de Fuerzas Combinadas (Combined Group of Forces – CGF), y están integradas por unos 200.000 efectivos, organizados en unas 70 unidades tipo Regimiento o Brigada, que a su vez se distribuyen en 5 Grupos de Fuerzas. Desde el principio de la invasión siguen intentando conseguir la superioridad aérea que hasta el momento les permiten un empleo limitado de las operaciones desde el aire. En cuanto al tipo de soldado, al comienzo de la invasión eran fuerzas en su mayoría profesionales, entrenadas y equipadas con vehículos razonablemente modernos. Ahora las unidades están integradas en su mayor parte por reservistas movilizados tras las contraofensivas de otoño, peor entrenados y cuyo equipamiento es cada vez más anticuado.

Disponer de una o varias reservas operacionales, con capacidad suficiente para hacer frente a la contraofensiva, es un elemento clave para la efectividad de la defensa rusa. Sin reservas es imposible cubrir de forma eficaz un frente tan extenso. Las fuerzas aerotransportadas del VDV, consideradas de élite, a pesar de haber sufrido un gran desgaste durante el conflicto, habían sido mantenidas hasta hace poco como fuerzas en reserva. Pero  su despliegue en Bakhmut podría significar una disminución de la capacidad de disponer de las necesarias fuerzas en reserva ante la contraofensiva. La inteligencia británica considera poco probable que el CGF sea capaz de generar una reserva de entidad, movilidad y capacidad suficiente para responder a retos operacionales de la contraofensiva, especialmente si tenemos en cuenta la extensa línea de frente a cubrir.

No obstante, aunque no se trate de una fuerza en reserva, Rusia cuenta con la posibilidad del empleo de los mercenarios de Wagner y los chechenos de Kadyrov, a pesar de las tensiones existentes entre el Ministerio de Defensa ruso y el líder del Grupo Wagner, Yevgeny Prigozhin. Hace pocos días, ambos grupos recibieron la orden de subordinarse al mando militar, para evitar fricciones y facilitar el control y suministro de las fuerzas sobre el terreno. Los 70.000 chechenos de los que afirma disponer Ramzán Kadírov podrían aceptar el subordinarse, aunque el líder checheno ha tenido buen cuidado en participar de las operaciones, pero no implicarse en los combates más encarnizados, a excepción de Mariupol al principio de la guerra. En cuanto a Prigozhin, después de Soledar y Bakhmut, ha visto mermado su Grupo de mercenarios hasta reducirlo a unos 10.000. Además sus aspiraciones políticas le colocan en una difícil situación frente a Putin, que no ha dudado en usar a sus “siloviki”[2], que le han recordado a Prigozhin quién es el líder indiscutible de Rusia.

En cuanto a las posiciones defensivas, desde el verano de 2022, se ha construido el sistema defensivo más extenso visto en las últimas décadas en cualquier parte del mundo. Localizadas a cierta distancia de la línea del frente, sugieren una posible defensa en profundidad para desgastar la prevista contraofensiva ucraniana. El esfuerzo se ha centrado en el límite norte de Crimea, incluida una zona de defensa multicapa en las proximidades de la localidad de Medvedevka. También se han excavado cientos de kilómetros de trincheras en territorio ruso, en las regiones de Belgorod y Kursk.

Después de una Explosión en Kiev ( Fuente Pexels)

Respecto a las bajas durante la ofensiva rusa, hasta el momento la cifra posiblemente más creíble, desde el pasado mes de enero, la ha ofrecido el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional norteamericano, John Kirby, que señaló que estarían en 100.000, entre heridos (80.000) y muertos (20.000), la mitad de estos últimos corresponderían a los combatientes del Grupo Wagner. No obstante esta cifra, aunque elevada, no ha provocado ninguna movilización o reclutamiento especial en Rusia. Las autoridades del Ministerio de Defensa están llevando a cabo un eficaz reclutamiento de voluntarios, además del reclutamiento anual ordinario (que en primavera sumará 147.000 nuevos reclutas), con el objetivo de alcanzar los 400.000 voluntarios para combatir en Ucrania a finales de año, cifra que aunque no llegue a alcanzarse supondrá una importante inyección de fuerzas para el combate. Además han abierto otras dos nuevas vías de captación: la de reclutar prisioneros, que desde febrero han dejado de alimentar al Grupo Wagner para pasar a engrosar las filas del ejército regular; y la de reclutar inmigrantes de Asia Central, a cambio de un bonus por contrato y salarios de hasta 4.160$ al mes, además de acceso a la vía rápida para alcanzar la ciudadanía rusa.

Unas fuerzas que han sufrido un desgaste en combate como el padecido por las tropas rusas en estos últimos meses, sin apenas victorias que compensen el esfuerzo y con el horizonte de una contraofensiva a las puertas, es completamente lógico que tengan una baja moral de combate. Y así se ha puesto de manifiesto por el incremento en los castigos disciplinarios de la tropa (generalmente por borracheras o intentos de renuncia al contrato), que han sido atajados mediante el castigo de confinamiento en pequeños agujeros improvisados sobre el terreno, cubiertos de una rejilla metálica, denominados “Zidans”. Además, según informa la inteligencia británica, entre enero y mayo de 2023 los tribunales militares habrían visto 1.053 casos de “ausencias sin permiso”. Al parecer los casos se habrían disparado a partir de octubre de 2022, tras la movilización de reservistas. A esto hay que añadir un elevado número de dimisiones entre los cargos superiores, no militares, implicados en la “Operación Militar Especial”, hasta el punto que se hayan prohibido la renuncia a líderes regionales, responsables de seguridad y miembros de la administración presidencial.

Durante los últimos dos meses las fuerzas rusas han incrementado sus ataques aéreos con drones y misiles de crucero sobre Ucrania, con el empleo de un número limitado de los mismos, lo que sugiere un posible racionamiento de este tipo de armas. En el mes de mayo lanzaron un total de 20 ataques nocturnos con drones (unos 300 de ellos Shaded iraníes) o misiles de crucero, con la aparente finalidad de desorganizar o destruir a las fuerzas ucranianas para la contraofensiva. A pesar de que los resultados obtenidos se consideran bastante pobres desde el punto de vista operacional, dada la eficacia de los sistemas antiaéreos ucranianos, la finalidad pretendida podría ser otra. Es muy probable que lo que busca el mando ruso sea degradar las defensas antiaéreas ucranianas, al tener éstas que revelar sus posiciones cuando disparan y obligarles a utilizar sus reservas de misiles antiaéreos. Al mismo tiempo al disparar sobre ciudades alejadas del frente (como Kiev o Járkov), obliga a emplear buena parte de los medios antiaéreos en la defensa de estas ciudades mientras los aleja del frente, de forma que constituyan una menor amenaza para la aviación táctica rusa de cara a la contraofensiva.

En cualquier caso, en lo que resta de año y con independencia del resultado de la contraofensiva ucraniana, se cree que las fuerzas rusas serán incapaces de lanzar una nueva ofensiva de entidad, debido a la escasez de municiones y a la falta de fuerzas adiestradas. Así lo señaló el pasado 4 de mayo la Directora Nacional de Inteligencia norteamericana, Avril Haines, en su comparecencia en el Senado estadounidense.

La contraofensiva ucraniana

Había al menos tres razones por las que no se pudo empezar la ofensiva antes del 9 de mayo, la fecha que tanto preocupaba a los rusos. La primera debido a las condiciones del terreno. A finales de abril el estado del suelo era todavía impracticable por el barro existente en la mayor parte del país. Este año ha sido necesario más tiempo de lo esperado para que la tierra congelada de Ucrania se deshelase y se secase, debido a que la humedad y el frío de la primavera se han prolongado. La segunda causa fue que a mediados de mayo todavía no habían llegado la mayoría de las armas que se esperaban recibir de occidente. Se estima que de los 300 carros comprometidos se habían recibido en esa fecha unos 100. Del mismo modo faltaban por llegar vehículos de combate de infantería, algo más de la mitad de los 700 prometidos. También quedaba por recibir munición de artillería, como reconoció el Ministro de Defensa ucraniano, Oleksii Reznikov el pasado 1 de mayo, cuando declaró que la proporción de munición disponible era aún desfavorable para Ucrania. La tercera razón se debió al adiestramiento de los soldados ucranianos, tanto para el manejo del armamento proporcionado, como para el combate según los estándares OTAN. Entrenamiento que ha sido llevado a cabo en los países de la Alianza, con el objetivo de adiestrar 50.000 efectivos, aunque todavía no se haya completado esa cifra.

Imagen de Joachim Schnürle en Pixabay

No obstante el 24 de mayo, el jefe de la Dirección Principal de Inteligencia del Ministerio de Defensa ucraniano, Kyrylo Budanov, anunciaba que Ucrania había acumulado suficientes fuerzas y armas para comenzar las acciones de desocupar los territorios bajo control ruso. Añadiendo: “Muchos civiles todavía están bajo la ocupación y no podemos perder más tiempo. Ya tenemos un mínimo de armas y otros equipos… lo que puedo decir es que (la contraofensiva) comenzará pronto”.

El 5 de junio la Viceministra de Defensa de Ucrania, Hanna Malyar, informó que sus fuerzas habían pasado a la ofensiva en determinadas áreas del frente, sin especificar cuáles. Por su parte el Ministerio de Defensa ruso reconoció que, en la mañana del 4 de junio, las fuerzas ucranianas habían lanzado una ofensiva a gran escala en cinco sectores del frente en dirección al sur de Donetsk, mediante el empleo de la 23 y la 31 Brigadas Mecanizadas de la reserva estratégica de las FAS ucranianas, con el objeto de romper las defensas en el sector considerado como más vulnerable (por el mando ucraniano) del frente. Continúa el comunicado ruso señalando que “El enemigo no tuvo éxito” habiendo sido rechazado por el Grupo de Fuerzas Orientales, y ascendiendo las pérdidas de las Fuerzas Armadas de Ucrania a más de 250 personas, 16 tanques, 3 vehículos de combate de infantería y 21 vehículos blindados de combate.

En estos primeros momentos de la contraofensiva, en los que la confusión, la propaganda y la desinformación son más activos que nunca, debemos ser cautelosos en el análisis. Hay que pasar la información por el tamiz de la lógica de las operaciones de esta naturaleza, que en este caso y dada la extensión del frente, aconsejan en los primeros días tantear diversos puntos del mismo para conocer el la fortaleza de las defensas, antes de lanzar el grueso de la fuerzas al ataque. Muy posiblemente sea lo que han hecho las fuerzas ucranianas, que han lanzado ataques en varios sectores, de los que en al menos en tres mantienen las acciones ofensivas:

  1. Al norte y sur de Bakhmut, donde las fuerzas rusas reconocen avances sobre ambos flancos de la ciudad.
  2. Al sur, suroeste y sureste de Velyka Novosilka, en la provincia de Donetsk, cerca del límite provincial Donetsk-Zaporiya, donde al parecer, tras un primer ataque infructuoso en el que las fuerzas aerotransportadas rusas del Coronel General Mikhail Teplinsky habrían repelido eficazmente el contraataque, habrían continuado en los siguientes días mediante sucesivos ataques que habrían liberado varias localidades en la dirección indicada, mientras el Ministerio de Defensa ruso minimiza el efecto señalando que se trata de pueblos en la “zona gris”, refiriéndose al espacio situado entre las líneas defensivas como tales y las fuerzas ucranianas y que estarían débilmente defendidas.
  3. Al suroeste y sureste de Orikhiv, al oeste de la provincia de Zaporiya, donde se cree que las fuerzas ucranianas habrían llevado a cabo algún avance.

El hecho de que las fuerzas ucranianas hayan liberado algunas localidades no implica que hayan penetrado en el despliegue defensivo ruso, algo que todavía no sabemos si ha sucedido, pues las fuentes dan versiones contradictorias. Durante estos primeros combates, según informa The New York Times, Ucrania habría abandonado o perdido al menos tres carros de combate Leopard 2 y ocho vehículos de combate de infantería norteamericanos Bradley. Estas pérdidas son normales en una ofensiva de este tipo y se irán incrementando por ambas partes conforme avancen los combates.

Esta contraofensiva tiene, no obstante, un importante factor en contra, que es la falta de la superioridad aérea de los ucranianos. No tienen superioridad aérea en general ni tampoco local, pues en el sur del país las Fuerzas  Aéreas rusas operan con cierta impunidad, dada la escasa presencia de medios antiaéreos ucranianos con posibilidad de actuar en esa zona. De ahí la inusual actividad de la aviación rusa durante estos primeros días de contraofensiva. Por ello no debe extrañar la insistente petición del presidente Zelenski para que occidente les provea de aviones F-16.

Pero el F-16, además de no ser un avión de última generación, tampoco sería el “arma definitiva” que decantase la balanza del lado ucraniano, como así lo reconoce el Secretario de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, Frank Kendall, quien declaró el pasado 23 de mayo que “no van a representar un cambio de juego dramático…en el total de capacidades militares”. Su argumento, en mi opinión acertado, es que el poder aéreo no está jugando un papel decisivo en este conflicto. Además, añade, que las defensas antiaéreas rusas evitarían que jugasen un papel destacado en el balance final. No piensa igual el portavoz de la Fuerza Aérea ucraniana, quien señaló que “con este armamento ganaremos esta guerra”.

Lo que sí queda claro es que podría ser interpretado como una escalada en el conflicto por parte de EEUU y de la Alianza, como de hecho así lo percibieron las autoridades rusas que, en boca de su viceministro de Exteriores, Alexander Grushko, advirtieron que las potencias occidentales están asumiendo “riesgos colosales” al continuar con la escalada y la consecuente implicación en el conflicto. “Juegan con fuego” dijo el ministro ruso de Asuntos Exteriores ruso Serguéi Lavrov. Además existe el riesgo de que sean empleados contra objetivos en suelo ruso, algo que para Moscú representa una línea roja y que también ha sido percibido desde Washington. De ahí que tras meses diciendo que EEUU no proporcionaría F-16 a Kiev, finalmente el presidente Biden parece haber dado luz verde al proyecto, aunque no esté decidido si enviando aviones o más probablemente mediante el entrenamiento de pilotos ucranianos, además de autorizar la transferencia de F-16 europeos. En todo caso el presidente norteamericano aclaró que su homólogo ucraniano le había dado garantías sólidas de no usar los F-16 contra territorio ruso, al igual que sucede con el resto del armamento hasta el momento suministrado.

El asunto de los F-16 se va a tratar en la próxima reunión ministerial de la OTAN del 15 y 16 de junio, reunión previa a la Cumbre de la Alianza en Vilna (capital de Lituania) los días 11 y12 de julio: Además de aviones y el entrenamiento de los pilotos será necesario el suministro de munición, piezas de repuesto y mantenimiento de los aviones H24. Sea como fuere, los aviones y pilotos no estarían operativos y listos para el combate hasta pasados varios meses (cuatro para la formación de pilotos según señaló el presidente Biden[3]), cuando muy probablemente la contraofensiva ucraniana ya se haya agotado. Cosa distinta es una apuesta estratégica de futuro para empezar a proveer de equipamiento militar occidental a Kiev, de manera que deje de depender del armamento de origen soviético/ruso, aspecto que en esta guerra está lastrando las capacidades de las fuerzas armadas ucranianas. Esta parece ser la idea que se ha impuesto en Washington.

AviónF-16C Fighting Falcon de la Fuerza Aérea de EE.UU. (Fuente Wikipedia)

Ucrania, como cualquier país en guerra, está exprimiendo al máximo sus posibilidades de infligir el mayor daño posible a su oponente, sea de forma directa o indirecta o, en ocasiones, mediante el apoyo de grupos descontentos de la propia Rusia, en cuyo caso la autoría de las acciones no es imputable directamente a Kiev. Así ha recurrido el pasado 3 de mayo con el ataque directo a la base aérea de Seshcha, ubicada en territorio ruso, a unos 150 Km de la frontera con Ucrania, que es usada por la aviación de transporte rusa y también como lugar de lanzamiento de drones iraníes. Posiblemente haya utilizado el método indirecto, cuando el 18 de mayo se produjo un descarrilamiento de un tren cerca de Simferópol, la capital de Crimea, que supuso el corte de la única vía ferroviaria de abastecimiento del puerto de Sebastopol, donde se halla la base de la Flota del Mar Negro. Según las autoridades rusas debido a “interferencias externas”. Y aunque la autoría no ha sido aclarada, el corte de suministro demuestra la vulnerabilidad de la península ante cualquier sabotaje. Finalmente, el más que probable empleo de grupos descontentos cuando, entre el 19 y el 22 de mayo, las fuerzas de seguridad rusas se enfrentaron con partisanos en al menos tres localidades de la provincia rusa de Belgorod, fronteriza con Ucrania. Aunque en un primer momento se desconocía la identidad de los atacantes y se señaló precipitadamente a Kiev, posteriormente y tras un nuevo ataque, el 1 de junio, se supo que se trataba de dos grupos pro ucranianos: el Cuerpo de Voluntarios Ruso (RDK) y la Legión para la Libertad de Rusia (LSR), compuestos por nacionales rusos  contrarios al actual régimen político en Rusia.

En todo caso, este tipo de incursiones en suelo ruso introducen el dilema de si reforzar las defensas en las ciudades fronterizas o bien destinar esas fuerzas al frente en Ucrania. Dilema que el presidente Putin se ha encargado de aclarar afirmando que no hay ningún plan de distraer fuerzas para este cometido. En cualquier caso, seguro que será empleado por la maquinaria propagandística del Kremlin para reforzar su narrativa sobre el conflicto, en especial la necesidad de defensa del suelo patrio.

Las Fuerzas Armadas de Ucrania (FAU), con la ayuda de los países a los que nos referimos genéricamente como occidentales (algo más de 40, incluyendo los de la Alianza y otros participantes en el conocido como formato “Ramstein”) han preparado 12 brigadas mecanizadas para la contraofensiva, lo que teóricamente requeriría unos 50.000 efectivos. Nueve de las brigadas estarían equipadas con estándares OTAN; con carros de combate, vehículos de combate de infantería y artillería procedentes de occidente, además de parcialmente adiestradas por los países de la Alianza. Las tres restantes provendrían de la recomposición interna de unidades ucranianas.

Según revelan las filtraciones de inteligencia norteamericanas (del soldado Jack Teixeira)  y analizando tan sólo el número de carros de combate occidentales a recibir (algo menos de 300), cada una de esas nueve brigadas estarán dotadas de 33 carros de combate, frente a los alrededor de 90 que suelen tener las brigadas mecanizadas OTAN, es decir, la tercera parte. En cuanto al entrenamiento recibido se podría calificar de acelerado. Una tripulación de carro de combate occidental requiere un mínimo de 22 semanas de adiestramiento, mientras que las ucranianas habrían recibido, siempre según dichas filtraciones, una instrucción de tan sólo 6 semanas.

Respecto a la disponibilidad de munición de artillería, algo esencial para apoyar la contraofensiva, el caso es aún más crítico. Rusia consume del orden de 20.000 proyectiles al día, mientras Ucrania apenas llegaba a los 1.100 –en el momento de la filtración, a principios de marzo– y el stock disponible entonces era de algo menos de 10.000 proyectiles. Con la dificultad añadida de que el abastecimiento de munición de calibres soviético/ruso (152 mm y 122 mm) está prácticamente agotada, una vez que EEUU recolectara lo máximo disponible en terceros países, y que el ritmo de fabricación de las de calibre OTAN (155 mm y 105 mm) no llega, ni de lejos, a la cadencia de consumo mantenida por los rusos. EEUU fabrica 14.000 proyectiles de calibre 155 mm al mes, producción que se está acelerando para alcanzar los 20.000, que es lo que consumen los rusos en un día. Y si bien es cierto que hay otros factores que hacen que la efectividad de la artillería ucraniana sea mayor puntualmente, el desfase de munición difícilmente puede ser compensado.

Desde el punto de vista táctico, las fuerzas rusas estarían en mejores condiciones respecto al apoyo artillero, en cuanto a superioridad aérea –aunque sea de forma local– y en las capacidades de guerra electrónica, pues ya hay informes de la interferencia en las comunicaciones ucranianas durante la contraofensiva, lo que puede provocar gran desconcierto en momentos clave del ataque. También en el uso masivo de armas contra carro, que junto con la preparación del terreno que han realizado, en especial con los campos de minas, ya habrían provocado la neutralización de los primeros carros de combate occidentales. Además según parece, las fuerzas ucranianas habrían utilizado asaltos frontales a las posiciones defensivas rusas, lo que ocasiona elevadas pérdidas al atacante.

Según los informes los rusos estarían siguiendo fielmente su táctica defensiva doctrinal, que preconiza que el primer escalón de defensa detenga o retarde el avance mediante campos de minados, fortificaciones y puntos fuertes para, posteriormente, desde el segundo escalón, lanzar un ataque contra las fuerzas que hayan conseguido superar ese primer escalón, reconquistando así el terreno.

Por parte ucraniana el empleo masivo de medios de visión nocturna, proporcionados por occidente (de mejores prestaciones que los rusos), podría suponer una importante ventaja que haga que en el futuro se lancen más ataques nocturnos. La posibilidad de decidir cuándo y dónde atacar es también una ventaja inherente a las fuerzas atacantes. Finalmente, pero no menos importante, la posible falta o la escasa entidad de las reservas a nivel operacional por parte rusa podría ser un factor clave, si los ucranianos consiguen superar las primeras líneas de defensivas.

También tienen a su favor una elevada moral de combate, aspecto ni mucho menos menor, que se sustenta en la legitimidad de la causa ucraniana y en estar luchando por recuperar el territorio ocupado. A buen seguro cada uno de los combatientes ucranianos tendrá numerosas razones para dar lo mejor de sí mismos en el campo de batalla.

La finalidad principal de la contraofensiva sigue siendo la liberación (conquista) de la totalidad del territorio ucraniano, como así lo anunció el pasado 30 de abril el jefe de la Dirección Principal de Inteligencia del Ministerio de Defensa ucraniano, Kyrylo Budanov. Añadiendo que esperaba que Ucrania fuese capaz de mejorar sus posiciones a lo largo de toda la línea del frente, de forma que pudieran amenazar el suministro logístico de la ocupada Crimea y del Donbás. Esta finalidad da algunas pistas sobre la dirección de ataque ucraniano, que seguramente busque alcanzar la costa del Mar de Azov, partiendo el territorio en manos de los rusos en dos, y desde allí amenazar Crimea, previa reconquista de Melitopol, o la retaguardia del Donbás.

Conclusión

La tan esperada y largamente anunciada contraofensiva ucraniana ha comenzado. Los primeros combates nos dejan la sensación de que Ucrania podría haberse precipitado en lanzar su contraofensiva. Sin embargo, todavía es pronto para poder extraer conclusiones.

Las fuerzas armadas ucranianas tienen la iniciativa y una sólida voluntad de vencer, disponen además de la inestimable ayuda de más de 40 naciones que les suministran aquellos elementos que puedan necesitar para el combate. Del otro lado, las fuerzas armadas rusas, tienen factores a favor y otros en contra, como se ha explicado, y han sufrido un gran desgaste en los casi 17 meses de guerra que llevan combatiendo, pero no deberían darse por derrotadas de antemano.

Se trata de una fuerza competente que ha luchado en los últimos años en varias guerras: la Primera guerra de Chechenia, de enero de 1994 a agosto de 1996; la Segunda guerra de Chechenia, de octubre de 1999 a febrero de 2007 (formalmente hasta abril de 2009); la guerra de Georgia, agosto de 2008; la guerra de Crimea y el Donbás, de febrero de 2014 a septiembre de 2014 (firma del protocolo de Minsk); la guerra en Siria, de febrero de 2015 hasta hoy; y finalmente la invasión de Ucrania, de febrero de 2022 hasta hoy. La mayor parte de estos conflictos siendo Vladimir Putin presidente o primer ministro (aunque premier de facto).

Sea como fuere, se podrían dar tres posibles escenarios tras el final de la contraofensiva, si no hay otros factores externos que alteren el curso natural de los acontecimientos.

El primero y menos probable, aunque el mejor para Ucrania, es que consiga sus objetivos estratégicos de recuperar la totalidad de su territorio. Existe un acuerdo casi unánime entre los analistas de que esto no va a suceder. Pretender desalojar una fuerza de 200.000 efectivos y que ha tenido tiempo de preparar el terreno para su defensa, con una fuerza de 12 brigadas y 50.000 efectivos, es decir cuatro veces menor, parece misión imposible, cuando el ratio mínimo recomendado para emprender una acción ofensiva de este tipo es de tres atacantes por cada defensor.

El segundo escenario consistiría en que Ucrania lograra una recuperación significativa del terreno, intentando lograr una mejor posición de cara a una eventual negociación con Rusia, especialmente a pocos meses de que se celebren las elecciones presidenciales rusas, en marzo de 2024. Actualmente la popularidad de Vlarimir Putin, lejos de caer, continúa reteniendo una tasa de aprobación muy alta, del 82% en mayo de 2023, según Levada-Center[4], el más fiable de los centros sociológicos rusos. Sin embargo y a pesar de la popularidad, una pérdida de terreno significativa podría poner a Putin contra las cuerdas y forzarle a sentarse a la mesa de negociaciones, si quiere retener el poder en Moscú. Esta sería una situación ventajosa para Kiev, que podría lograr seguramente la paz más justa para Ucrania.

El tercer escenario, posiblemente el más peligroso para Ucrania, consistiría en un avance mínimo, o insignificante, similar al conseguido por los rusos en estos meses, lo que implicaría que el conflicto ha entrado en una fase de estancamiento, sin avances dignos de mención por ninguna de las dos partes. Cuando esto suceda habrá transcurrido año y medio de guerra, o tal vez más. Este escenario pondrá a prueba, sin duda, la capacidad de apoyo de occidente, y del mundo en general, para enfrentarse al futuro de una guerra de desgaste, en la que cada esfuerzo será compensado con más frustración y con un mayor distanciamiento de posiciones ante una eventual negociación, cada vez más lejana. El mundo ya ha conocido situaciones como estas anteriormente y hay maneras de abordar el caso, pero eso podría ser motivo de una reflexión futura.

En mi opinión el resultado más probable estará entre la segunda y tercera opciones, más tendiendo a la tercera que a la segunda, lo que pondrá a prueba un compromiso mucho más prolongado de los países occidentales. Y aunque no conviene dar la sensación de que occidente ha llegado al límite de su capacidad de apoyar a Ucrania, para no dar una baza ganadora a Putin al creer que el tiempo juega a su favor, no es menos cierto que deberíamos repensar nuestra estrategia antes de abrazar sin más este escenario futuro e incierto, el de la guerra de desgaste, para el que Vladimir Putin lleva ya meses preparándose.

Cuando Julio César dijo que los dados “habían sido lanzados” (Alea iacta est) y cruzó el río Rubicón, un riachuelo cerca de Rímini que marcaba el límite hasta donde el procónsul tenía derecho a apostar sus soldados para evitar que se acercaran a Roma, significó que no había vuelta atrás y que la decisión ya había sido tomada, la guerra civil en Roma fue ya inevitable. Del mismo modo la contraofensiva ha sido desencadenada y su suerte está echada, poco pueden hacer ya los aliados occidentales para cambiar este destino. Sólo las fuerzas armadas ucranianas pueden conducirla hacia el mejor resultado posible que les permita recuperar el territorio perdido. El mundo aguarda expectante el desenlace de esta contraofensiva.

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Notas:

[1] https://www.understandingwar.org/backgrounder/russian-offensive-campaign-assessment-april-23-2023  

[2]  Siloviki: los que tienen la fuerza (en ruso). Se refiere al círculo íntimo de Putin, a los jefes de los diferentes Servicios Secretos, Policía, Ministerio del Interior, Exteriores o Defensa; generalmente  militares o ex miembros del KGB.

[3]  https://news.yahoo.com/exclusive-us-could-train-ukrainian-pilots-to-fly-f-16s-in-4-months-184136820.html?guccounter=1

[4] https://www.levada.ru/en/ratings/approval-of-the-authorities/

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* Fernando Fuster van Bendegem. Ha desempeñado responsabilidades de mando y dirección desde el empleo de Teniente (1986) hasta el de Coronel, de 2013 y hasta julio de 2020, incluyendo la jefatura del Grupo de Artillería Antiaérea de Misiles Hawk-Patriot I/74 y del Regimiento de Artillería Antiaérea nº 72. Diplomado de Estado Mayor, ha dedicado buena parte de su vida profesional a puestos de planeamiento, estudio, análisis y asesoramiento, destacando el de Consejero Técnico en el Gabinete del Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) y el de Jefe del Área de Análisis Geopolítico en la Secretaría General de Política de Defensa (SEGENPOL). A nivel internacional, ha representado a España en reuniones, cursos y destinos internacionales (Misiles Hawk e  Inteligencia Estratégica en EE.UU., EUROFOR en Italia), participando también en misiones de mantenimiento de la paz –Bosnia, Kosovo y Afganistán– y realizando funciones de diplomacia de defensa desde nuestras embajadas en El Cairo y Ammán, como Agregado de Defensa. En la actualidad está en la situación de Reserva y dedicado al ámbito de la seguridad privada, en calidad de Director, así como al análisis geopolítico, en especial el relacionado con los conflictos.

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  1. matiasariel1985@gmail.com octubre 7, 2023 at 12:50 pm - Reply

    Como análisis Geopolítico, se ha obviado el factor principal del conflicto: el económico. El ex canciller Zorrillas en varios medios ha pintado muy bien esta situación donde aclara que la disputa es sobre quien domina “la isla del mundo”. Aquí vemos que USA ha focalizado el conflicto para separar los lazos entre Rusia y Europa, principalmente con Alemania. Lo que sucedió es el desabastecimiento de energía barata para la industria alemana que había penetrado la zona de confort de la industria norteamericana. Eliminado el Grandstream, ahora la locomotora alemana se ha detenido y USA se ha despojado de un competidor molesto para centrarse en su ,ayor enemigo; China.
    Ahora han logrado un tiro en el pie porque han logrado una alianza ruso-china sin precedentes e indeseable para USA.
    Los europeos juegan el papel de meros peones en esta situación.
    La vociderada contraofensiva está acabada y no ha sido más que un rotundo fracaso. Rusia sufrió efímeras pérdidas y Ucrania ha comprometido hasta las reservas de sus reservas.
    A su vez, el ejército ruso se ha fortalecido enormemente: han eliminado la desorganización interna, están desarrollando sus armas y han ampliado su capacidad de producción de armas en muchos casos multiplicandola por 10 veces precio al conflicto. Sin mencionar el gran avance en el desarrollo de sus armas y aquí vemos como los suministros de los “game changer” chocaron contra la realidad, mostrando como esas armas milagrosas no pudieron hacer nada contra un ejercito bien formado.
    La guerra para Ucrania está agotada desde que Rusia decidió que esto sea un conflicto de largo plazo y ha arrastrado con ella la suerte de Europa por la debilidad de sus representantes.