Colaboración  especial de Fernando Fuster van Bendegem * , Director de Seguridad Privada y Coronel del Ejército de Tierra (R)

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“Todo el arte de la guerra se basa en el engaño”. Sun Tzu

“Un régimen dispuesto a ejercer un terror ilimitado no puede ser derribado”. Vladímir Ilich Uliánov (Lenin)

Transcurrido el primer mes de operaciones, el pasado 24 de marzo, todo parecía indicar que nos encaminábamos hacia una situación de estancamiento en las operaciones militares, y así lo señalé en mi anterior reflexión, fechada el 25 de marzo. Consciente de esa realidad y, seguramente, acuciado por los plazos previstos, el bando ruso ha decidido dar un impulso a su ofensiva, algo que podrá emprender mientras conserve de su parte la capacidad de ataque y la iniciativa en las acciones militares. Iniciativa que sin duda todavía mantiene. Respecto a la capacidad ofensiva, veremos en las próximas semanas si realmente dispone de la suficiente para lograr sus objetivos, aunque, en todo caso, hay que reconocer que este movimiento rompe la perspectiva de estancamiento a la que parecía dirigirse el conflicto hace apenas un par de semanas.

Según anunciaba el Vice Jefe del Estado Mayor General y Jefe de Operaciones de las fuerzas armadas rusas –el pasado 25 de febrero–, General Sergei Rudskoi: “Los principales objetivos de la primera fase de la operación han sido en general conseguidos”. Añadiendo que: “El potencial de combate de las fuerzas armadas de Ucrania ha sido considerablemente reducido, lo que hace posible enfocar el núcleo de nuestros esfuerzos en conseguir el objetivo principal, la liberación del Donbás”. Rudskoi explicó que había dos posibilidades de encarar la operación cuando la emprendieron: la primera consistía en limitarse a las provincias de Donetsk y Lugansk, en cuyo caso Ucrania podría haber enviado constantemente refuerzos a la zona; y la segunda variante consistía en implicar a todo el territorio, “llevando a cabo medidas de desmilitarización y desnazificación”, que fue la elegida.

General Sergei Rudskoi (Fuente:Mil.ru, CC BY 4.0 <https://creativecommons.org/licenses/by/4.0>, via Wikimedia Commons )

En su explicación el general Rudskoi da a entender que la acción sobre Kiev perseguía, principalmente, la destrucción de la capacidad de combate de las fuerzas ucranianas y que este objetivo se da ya por cumplido. Es decir, que el ataque sobre la capital habría sido una especie de finta, una distracción de la acción principal, que es la que ahora se supone que van a emprender y que consistirá en la toma de toda la región del Donbás. Yo mantengo mi opinión (reflexión del pasado 3 de marzo) de que la acción ofensiva emprendida inicialmente por el ejército ruso fue demasiado ambiciosa, dadas las fuerzas disponibles, seguramente en base a la premisa de que la resistencia ucraniana iba a ser débil o nula, y que además tenía la intención de cumplir con los objetivos estratégicos marcados por el presidente Vladimir Putin. Cosa distinta es que, de algún modo, hayan renunciado a la presión sobre la capital, aunque sea de forma temporal, centrando sus esfuerzos en lograr lo que ahora califican como su objetivo principal: la región del Donbás.

El curso de las operaciones militares

Desde un principio, el Estado Mayor General ruso diseñó la ofensiva siguiendo cuatro ejes de penetración en territorio ucraniano:

  • el primero, desde el norte, para alcanzar Kiev;
  • el segundo, desde el noreste, en apoyo de los ejes primero y tercero;
  • el tercero, desde el este, para recuperar la región del Donbás, además de alcanzar por el norte la ciudad de Mariupol;
  • y el cuarto, desde el sur, hacia Jersón (norte), hacia Mykolaiv (noroeste) –para posteriormente alcanzar Odesa– y hacia Mariupol (noreste) –confluyendo con el tercer eje de ataque sobre esta ciudad–.

La realidad ha sido que los ejes tercero y cuarto son los que más han progresado, especialmente al conquistar las ciudades de Jersón y casi Mariupol, que al cerrar estas líneas todavía resiste in extremis.

En relación al primer eje, el que debía haber al menos logrado cercar Kiev, se puede decir que ha fracasado, al menos de momento. El Estado Mayor General  ruso ha preferido replegar las unidades de este primer esfuerzo y de parte del segundo para, aparentemente, utilizarlas en la ofensiva sobre el Donbás. Sin embargo, este movimiento de fuerzas lleva aparejado el correspondiente de tropas ucranianas desde esos frentes que han sido liberados para reforzar otros puntos, aunque en todo caso deberán dejar efectivos suficientes para defender la capital si se reactiva la ofensiva desde el norte, donde han quedado estacionadas varias unidades rusas por si fuera necesario retomar este ataque.

No obstante, hay que decir que al ser Kiev un objetivo de la máxima importancia estratégica, la renuncia temporal o parcial a su conquista debería ser vista con recelo y preocupación por parte ucraniana. Recelo, pues la posibilidad de un nuevo ataque sobre la capital no debería en ningún caso descartarse, aunque no sea percibida como inminente. Preocupación, pues la retirada de las fuerzas rusas de las proximidades de la capital permitirían, llegado el caso, el empleo de armas no convencionales (nucleares, biológicas o químicas) sobre la misma, al no arriesgar al contingente propio. La sola amenaza de empleo de estas armas, en el momento adecuado, podría decantar la balanza en la mesa de negociaciones del lado ruso. Hasta ahora la cercanía de las fuerzas rusas hacía poco probable el empleo de armas no convencionales. Ahora debería, al menos, ser tenido en cuenta.

Fuente: Institute for the Study of War (https://www.understandingwar.org/backgrounder/russian-offensive-campaign-assessment-april-17)

Y si bien es cierto que la retórica nuclear ha bajado de nivel, pues ya no es el presidente Putin o el ministro Lavrov quienes esgrimen esta amenaza, no es menos cierto que el 26 de marzo pasado el vicepresidente del Consejo de Seguridad de la Federación Rusa, Dmitry Medvedev, se encargó de recordar las condiciones bajo las cuales Rusia podía usar este tipo de armas. Medvedev, de quien se podría decir que es uno de los hombres más cercanos al presidente Putin, uno de sus halcones, señaló, entre otras razones, la del “acto de agresión contra Rusia o sus aliados que amenace la existencia del Estado”, dejando la posible interpretación deliberadamente sin precisar. Pocos días después, el 13 de abril, a consecuencia del anuncio del posible ingreso de Finlandia y Suecia en la OTAN, Medvedev volvía a poner sobre la mesa la respuesta nuclear señalando que en caso de que ingresasen “ya no se podrá hablar de un Báltico sin armas nucleares. El equilibrio debe ser restablecido”. Y es que para Rusia, si Ucrania es la puerta de entrada desde Europa, la incorporación de  Finlandia y Suecia a la Alianza supondría aumentar demasiado su frontera con la Organización. En todo caso habría que valorar el que la opción nuclear esté siendo considerada por los dirigentes rusos, más allá de que pueda o no ser un farol.

Respecto al segundo eje, hay que mencionar el repliegue desde los alrededores de Sumi, dejando como vía principal de penetración la de Járkov, aunque sin llegar a conquistar la ciudad, para apoyar la progresión sobre el Donbás. En este eje cobra especial importancia la localidad de Izyum, que permite el avance sobre la carretera en dirección a Sloviansk, cogiendo la retaguardia de las posiciones ucranianas. El ejército ruso está acumulando efectivos en el oblast de Járkov con la finalidad de emplearlos en la ofensiva sobre el Donbás, mientras fija a las fuerzas ucranianas en los alrededores de dicha ciudad para evitar un contraataque. Hasta la llegada de la ofensiva veremos intentos limitados de progresar hacia el sur desde Izyum, como el del pasado 11 de abril en dirección a Dovhenke y Dmytrivka, a 26 y 35 Km respectivamente. O desde Rubizhne y Severodonestk, donde se estarían acumulando fuerzas en las proximidades de esta última localidad, según parece unidades procedentes del primer esfuerzo y cuya capacidad de combate estaría mermada por los combates pasados en torno a Kiev y Chernigov.

El tercer eje, desde el este, ha experimentado poca variación desde mi última reflexión, habiéndose centrado el esfuerzo ofensivo en la ciudad de Mariupol que, como se ha comentado, se considera próxima a ser conquistada, estimándose que las fuerzas rusas ocupan ya más del 90% de la localidad. El pasado 14 de abril, las televisiones rusas mostraban a un grupo de prisioneros ucranianos de la 36 Brigada de Marines, capturados en la ciudad. Al cerrar estas líneas, según la información disponible, Mariupol mantendría tan sólo una de las dos bolsas de resistencia, al parecer la del puerto habría sido reducida el pasado 16 de abril –aunque el Estado Mayor ucraniano lo niega–, mientras que la de la fábrica de acero Azovstal sería la única que resiste, por lo que se considera muy poco probable que puedan aguantar muchos días más, a pesar de que las fuerzas ucranianas hayan renunciado a deponer las armas tras el ultimátum ruso que expiraba ayer a la 13.00 horas.

La toma de Mariupol, y su posterior control por parte de las fuerzas rusas, es crucial para que estas fuerzas puedan emprender la ofensiva del Donbás sin ser amenazadas de flanco o desde la retaguardia. Hay que añadir además un episodio de posible empleo de armas químicas que ha sido reportado por las fuerzas ucranianas, el pasado 11 de abril, algo que va a ser muy difícil de confirmar de forma independiente al estar las fuerzas sitiadas y no poder acceder el personal especializado necesario para proporcionar un informe técnico e independiente.

Fuente: Institute for the Study of War (https://www.understandingwar.org/backgrounder/russian-offensive-campaign-assessment-april-17)

Paralelamente desde este eje se están realizando intentos limitados de progresar sobre Popasna y Marinka, aunque de momento sin resultados apreciables.

Finalmente el cuarto eje, el que progresa desde Crimea, cumple un triple objetivo: mantener la ciudad de Jerson –en poder de las fuerzas rusas– y los alrededores de Mikolaiv –para evitar los contraataques ucranianos–, claves para progresar posteriormente sobre Odesa, en caso necesario; llevar a cabo la presión hacia el norte para alcanzar la orilla del Dniéper y posteriormente progresar, en su caso, sobre Zaporizhia y Dnipro; y complementar la ofensiva del tercer eje sobre Mariupol, cerrando el ataque por el sur. En las últimas horas se ha informado de combates en las proximidades de Oleksandrivka, entre Jersón y Mikolaiv, aunque sin cambios significativos sobre el terreno.

Un nuevo Comandante de la operación, no tan nuevo

Otro de los síntomas de que las cosas no están marchando todo lo bien que debieran para el Kremlin es el nombramiento de un nuevo comandante en jefe de la operación. En realidad, no se trata de un nuevo comandante en jefe del teatro de operaciones, pues, por lo que se ha podido saber, hasta ahora no existía tal figura, ya que la operación era conducida desde Moscú, habiendo dividido el teatro de operaciones (en el ámbito terrestre) entre los tres mandos que tenían fuerzas sobre el terreno: el Comandante del Distrito Militar Sur (DMS), General Alexander Dvornikov; el del Distrito Militar Este (DME), General Alexander Zhuravlyov; y el del Distrito Militar Oeste (DMO), General Alexander Chayko. Cada uno de ellos llevaba a cabo su maniobra de forma independiente sin coordinación entre sus esfuerzos, como se ha podido comprobar.

General Aleksander Dvornikov en 2016 ( Fuente:Mil.ru, CC BY 4.0 <https://creativecommons.org/licenses/by/4.0>, via Wikimedia Commons)

La elección de Dvornikiov tiene su lógica, además de por ser el de mayor rango de los tres, por ser el que desde antes de la invasión cubría el área donde se van a desarrollar las operaciones, una zona previamente bajo su control y que debería conocer perfectamente. Alexander Vladimirovich Dvornikov, de 60 años, comenzó su carrera militar en 1978, alcanzando el grado de General de Ejército en junio de 2020. Ejerce el mando del DMS desde septiembre de 2016, por lo que conoce del enfrenamiento en el Donbás de primera mano desde entonces.

Destacar de su carrera, que sigue el típico patrón establecido para el generalato del ejército ruso, su participación como jefe de las fuerzas rusas en Siria, donde se ganó el apelativo de “el carnicero de Alepo”. Cuando Dvornikov se hizo cargo de la operación, el primer general ruso de la misión en Siria, Alepo constituía uno de los escollos principales para las fuerzas leales al presidente Al Assad. El nuevo comandante ruso estableció una nueva estructura de mando en coalición con las fuerzas sirias, uno de sus mayores logros, para posteriormente comenzar a aplastar la ciudad de Alepo y con ella toda resistencia, independientemente de que fuesen combatientes o no, obteniendo así un valioso conocimiento del moderno combate en poblaciones, aunque granjeándose una fama que le acompañará para siempre. Los comandantes rusos que le sucedieron en Siria no fueron mucho más delicados con la población civil, pero Dvornikov fue el primero y el que inició la recuperación a sangre y fuego de la populosa ciudad de Alepo.

En consecuencia, la elección del presidente Putin en un escenario como el ucraniano se podría decir que era evidente. Lo que sí representa una novedad es concentrar el mando único en un comandante de teatro, algo que sin duda es un acierto de cara a la eficacia en las operaciones, más aún cuando los esfuerzos deben converger en un solo objetivo, como es la conquista de toda la región del Donbás.

En todo caso, el general Dvornikov se enfrenta a un serio problema de reorganización que implicará no sólo la acción táctica, si no también y muy especialmente al suministro logístico, suministro que se ha visto comprometido en varios momentos de la invasión y que será, muy probablemente, uno de sus principales caballos de batalla. También tendrá que hacer frente a la aparente desmoralización de las fuerzas rusas, algo que, de ser cierto, puede poner en riesgo el resultado de la ofensiva. El reto no es menor y el tiempo disponible escaso, pues el presidente Putin ansía poder presentar algún resultado en la conmemoración de la victoria sobre la Alemania nazi, el próximo 9 de mayo. Por su parte el general Dvornikov, uno de los dos posibles sucesores del Jefe de Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas Rusas, general Valery Gerasimov (según algunas fuentes), se juega su futuro profesional en esta misión, lo que no presagia nada bueno en cuanto a la crudeza de las operaciones que están por llegar.

Imagen de Joachim Schnürle en Pixabay

El posible diseño táctico de la ofensiva

Las fuerzas rusas ya ocupan buena parte de la región del Donbás, incluidas las ciudades de Donestk y Lugansk. Sin embargo, desde los combates de 2014, las fuerzas ucranianas en contacto se han ido fortificando y sus posiciones en la región proporcionan una capacidad de defensa que hace poco aconsejable un ataque frontal, además de que allí están desplegadas las mejores unidades del ejército ucraniano. En consecuencia, el ataque más probable debería provenir del terreno conquistado por las fuerzas rusas en esta ofensiva, muy probablemente, según varios analistas y la información facilitada por el Estado Mayor ucraniano:

  • Desde Izyum (que no pertenece al Donbás) en dirección sureste hacia Slovyansk hasta Devaltsevo –ocupado ya por las fuerzas rusas–, siguiendo la dirección general de la carretera M03, para coger por retaguardia a las fuerzas ucranianas. O bien –aunque también podría ser simultánea– en dirección suroeste hacia Barvinkove, en caso de que la dirección anterior no progresara, o como apoyo.
  • Desde Rubizhne y Severodonetsk hacia el sur, para alcanzar la citada carretera M03 entre Izyum y Devaltsevo.
  • Desde Popasna hacia el oeste para alcanzar la M03.
  • Desde las proximidades de Donestk hacia el norte, hacia Kramatorsk, a caballo de la carretera H20 para enlazar con los esfuerzos anteriores.

Es muy probable que cuando se desencadene la ofensiva general se intente progresar por todos estos ejes simultáneamente, buscando además abrir alguna otra vía de progresión para aprovechar la superioridad numérica local rusa y sobrepasar las defensas ucranianas. Las fuerzas ucranianas estiman que sólo en los alrededores de Izyum habría ya concentrados en torno a 22 Grupos Tácticos de entidad Batallón, con una media de 400 a 600 efectivos cada uno.

No obstante, el terreno sobre el que se desarrollará la ofensiva no es el más propicio para las fuerzas mecanizadas rusas. Con alta densidad de localidades que obligarán a enzarzarse en repetidos combates en poblaciones, teniendo que conquistar, al menos: Severodonetsk, Rubizhne, Lysychansk, Slovyansk y Kramatorsk, así como otras localidades más pequeñas que abundan en esa zona de la ofensiva, que además está recorrida por multitud de pequeños cursos de agua que, en esta época del año, dejan un terreno cubierto de lodo creando un barrizal que se conoce con el nombre de “rasputitsa”, lo que dificultará seriamente el movimiento de las unidades rusas.

Imagen de 2427999 en Pixabay

Hasta el momento, los intentos de las fuerzas rusas por progresar desde Izyum, Severodonetsk, Rubizhne y Popasna han sido infructuosos, aunque muy probablemente se trate de intentos limitados mientras se acumulan fuerzas en las proximidades de dichas localidades, a la espera de que Mariupol sea finalmente conquistada y controlada, momento en el que es probable que dé comienzo la ofensiva para conquistar el resto del Donbás. Por su parte las unidades ucranianas, intentarán llevar a cabo contraataques locales que rompan o debiliten el ataque ruso, además de intentar cortar su cadena de suministros y llegada de efectivos, razón por la que los rusos tendrán que seguir atacando, por ejemplo, la ciudad de Jersón, desde donde se podría amenazar la llegada de efectivos a Izyum.

La clave de la operación rusa consiste en aislar a las fuerzas defensoras ucranianas actualmente en contacto en el frente, consolidado tras los combates desde 2014. Este aislamiento impediría que estas unidades ucranianas fueran reforzadas a medida que transcurren los días, siendo cuestión de tiempo su conquista, como está sucediendo en Mariupol. Aunque esto no debe llevarnos a pensar que la tarea que emprenden las fuerzas rusas será fácil. Todo lo contrario. Esta es una operación delicada en la que la atrición de las fuerzas enfrentadas puede decantar la victoria en uno u otro sentido, entendiendo por victoria para los rusos la conquista del Donbás, y para los ucranianos el evitar que los rusos se hagan con la región.

Las negociaciones de paz

En mi reflexión anterior, el 25 de marzo pasado, concluía señalando que las negociaciones de paz estaban todavía en sus estadios iníciales, pues al menos las partes se reunían –la última vez en Estambul el pasado 29 de marzo– y mantenían un cierto diálogo. Ahora podemos decir que las negociaciones de paz están en punto muerto, o en un impasse, como lo definió el presidente ruso el pasado 12 de abril. Y esto es así pues en vísperas de una ofensiva, como la que parece que está por llegar, el presidente Putin confía en una victoria en el campo de batalla que le permita controlar el Donbás y le dé las bazas que necesita de cara a la negociación. Por su parte el presidente Zelensky espera poder desbaratar la ofensiva, obteniendo así una posición de ventaja ante una eventual negociación.

Sea como fuere queda claro que, hasta que no hablen las armas, parece poco probable que las partes se vuelvan a reunir para intentar una aproximación de posturas o acordar un alto el fuego previo. Y es que el asunto central de la controversia es la integridad territorial de Ucrania, algo que, hoy por hoy, Kiev considera irrenunciable –en especial respecto al territorio perdido después del 24 de febrero–, mientras que Moscú no admitiría ni el retorno de Crimea a Ucrania, ni renunciar a un control directo sobre la región del Donbás. Por otra parte, las acusaciones cruzadas sobre las matanzas y posibles crímenes de guerra entre las partes, tampoco ayudan en la aproximación de posturas, a lo que hay que sumar el hundimiento del crucero Moskva, que ha supuesto un golpe más moral que efectivo para la campaña rusa.

Conclusión

Los prolegómenos para la ofensiva del Donbás han comenzado. Nos encontramos ante lo que podría ser la batalla decisiva de la guerra en Ucrania. El presidente Putin necesita imperiosamente justificar, con algún resultado tangible, la descomunal invasión que puso en marcha el pasado 24 de febrero. Y parece que la conquista de la totalidad de la región del Donbás podría darle la justificación que necesita, pero tiene que conquistarla. Para ello necesitará una potencia de combate suficiente, algo que en este punto de la guerra no parece tan evidente. El traslado de fuerzas que se empeñaron en Kiev hasta el Donbás o alrededores no se estima suficiente, dado el castigo sufrido por esas unidades. Y la capacidad de reconstituir fuerzas sobre la base de las unidades preexistentes requiere de cierto tiempo, semanas cuando no meses.

En este contexto es posible que el nuevo comandante de las fuerzas rusas se tome su tiempo, siempre que no se vea urgido por el poder político en busca de resultados rápidos, acuciados a su vez por la presión económica de las sanciones o la pérdida de relato a nivel internacional. No obstante, cuando se desencadene la ofensiva rusa, asistiremos a una lucha encarnizada por el control del territorio, por lo que los llamamientos de las autoridades ucranianas a los civiles para que abandonen la zona del Donbás están más que justificados, si no quieren contemplar el verdadero rostro de una guerra sin cuartel, algo parecido a lo que se ha vivido en Mariupol en las últimas semanas.

En todo caso, si el presidente Putin se ve acorralado por los resultados de la contienda, no sería de extrañar que recurriera a la amenaza o al empleo del arma nuclear, seguramente de baja potencia. Así lo ha advertido el director de la CIA, William Burns, en una entrevista el pasado 14 de abril. También el presidente Zelensky lo contempla como posibilidad cuando advirtió, el pasado 15 de abril, que todos los países del mundo deben estar preparados para la posibilidad de que Vladimir Putin utilice armas nucleares tácticas en su guerra contra Ucrania.

Confiemos en que el resultado de la batalla no lleve a una escalada nuclear del conflicto y que el desgaste de los contendientes los lleven a la mesa de negociación, en interés no sólo de ellos mismos, sino también de toda la humanidad.

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* Fernando Fuster van Bendegem.Ha desempeñado responsabilidades de mando y dirección desde el empleo de Teniente (1986) hasta el de Coronel, de 2013 y hasta julio de 2020, incluyendo la jefatura del Grupo de Artillería Antiaérea de Misiles Hawk-Patriot I/74 y del Regimiento de Artillería Antiaérea nº 72. Diplomado de Estado Mayor, ha dedicado buena parte de su vida profesional a puestos de planeamiento, estudio, análisis y asesoramiento, destacando el de Consejero Técnico en el Gabinete del Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) y el de Jefe del Área de Análisis Geopolítico en la Secretaría General de Política de Defensa (SEGENPOL). A nivel internacional, ha representado a España en reuniones, cursos y destinos internacionales (Misiles Hawk e  Inteligencia Estratégica en EE.UU., EUROFOR en Italia), participando también en misiones de mantenimiento de la paz –Bosnia, Kosovo y Afganistán– y realizando funciones de diplomacia de defensa desde nuestras embajadas en El Cairo y Ammán, como Agregado de Defensa. En la actualidad está en la situación de Reserva y dedicado al ámbito de la seguridad privada, en calidad de Director, así como al análisis geopolítico, en especial el relacionado con los conflictos.

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