Para comprender el sentido heurístico de los tipos ideales, se hace necesario partir de la definición de sociología que Max Weber plantea en su obra «Conceptos Sociológicos Fundamentales»:
Llamamos sociología aquí a la ciencia que quiere comprender la acción social mediante una interpretación de la misma, explicando por esa vía la causa de su realización y sus efectos.
En esta definición cabe destacar :
a) En primer lugar, para Weber el objeto de estudio de la sociología es la acción social, frente al hecho social postulado por los positivistas; el objeto de estudio en ningún modo está dado y es estático, sino que debe ser entendido en su dimensión temporal, es decir, su dimensión histórica:
- El hecho social constituye un objeto que es observable, medible y cuantificable (por medio de encuestas, documentos, estadísticas , etc.)
- Sin embargo, la acción social es necesariamente subjetiva, y está orientada hacia los otros. La acción social, por contraposición de los hechos, tiene un sentido. Comprenderlo debe ser el objetivo fundamental de las ciencias sociales
b) En segundo lugar, el enfoque planteado es rigurosamente científico, buscando identificar las causas y sus efectos mediante la construcción de leyes que permitan una comprensión del sentido de la acción social consiguiendo una correcta interpretación de la misma.
El programa weberiano se plantea una síntesis entre un conocimiento ideográfico, basado en comprender la dimensión específica de las singularidades históricas y un conocimiento nomotético, que establezca regularidades y encuentre leyes.
Los tipos ideales buscan establecer un puente entre estos dos tipos de conocimiento.
Se parte de un proceso de singularización que avanza hasta encontrar la causación adecuada, que siempre es una causa singular para un singular. Las causas adecuadas son históricas, y no tiene efectos predictivos: porque se dieron estos elementos en este contexto, se produjeron estos efectos. Digamos que es una explicación causalmente adecuada. La causación adecuada es necesaria pero no suficiente. Ahora bien, no se trata de subsumir en una ley general las particularidades que encontramos, sino que buscaremos iluminar esas particularidades con conceptos (los tipos ideales) que nos permitan hacerlas inteligibles, es decir, nos permite comprender la acción social al dotarla de un significado. Lo que se pretende no es una explicación psicológica, sino comprender el significado de la acción en su contexto cultural, comprendiendo la lógica de las conductas en un momento dado. Buscamos establecer la “lógica de la acción” en un momento dado.
Los tipos-ideales no son fenómenos sociales que encontramos en la realidad, sino que son conceptos. Son categorías que nos permiten la adecuada interpretación de los fenómenos sociales (i.e. burocracia, poder, espíritu del capitalismo). Los tipos ideales son creados por el investigador, partiendo de la abstracción de rasgos que toma de la realidad, siempre al servicio de los fines de su investigación. Weber asume la distinción kantiana entre la realidad y lo real. Así, la realidad es caótica, desordenada e infinita, y el investigador trata de comprenderla a través de los conceptos. Los tipos ideales no son empíricos, no pueden ser contrastados contra la realidad.
El investigador crea esos tipos ideales en base a sus intereses explicativos, es decir, en base a su hermenéutica de la realidad, tanto buscando la explicación de los fenómenos sociales, como tratando de encontrar una fundamentación para las reglas sociales, que tendrían así un carácter heurístico.
El proceso de investigación no se detiene en los primeros conceptos, sino que va creando nuevos conceptos cuya potencia explicativa es cada vez mayor.
Al estar definidos por el investigador, los tipos ideales son subjetivos e incorporan sus intereses y su cosmovisión.
El concepto sirve entonces para ordenar la realidad, dándole forma para que nosotros como sujetos históricos podamos interpretarla.
En definitiva, la construcción de tipos ideales es una tarea sin fin, que nos permite operar mediante conceptos sin necesidad de definir un sistema, con un sentido heurístico, es decir, un permanente iluminar fenómenos que cambian para descubrir su sentido.
Así, los tipos ideales nos permiten evitar tanto la rigidez que impone un sistema, como la de los modelos empíricos, permitiéndonos nuevos descubrimientos en una realidad social que es móvil, y donde el sujeto está en permanente cambio.