Excelentísimo Señor Presidente de la Academia
Excelentísimas Señoras Académicas y Excelentísimos Señores Académicos Autoridades, compañeros y amigos, señoras y señores
Querida familia
¡Gracias por vuestra presencia y compañía!
Agradecimientos
Me gustaría comenzar manifestando mi agradecimiento más profundo y sentido a nuestro presidente, el excelentísimo señor D. Jesús María Sanz Serna que, además de insigne matemático, posee unas especiales dotes para la gestión.
A lo largo de sus dos mandatos está llevando a cabo una importante transformación de la Academia, y todo ello superando el hándicap que supuso el parón institucional impuesto por la pandemia del COVID 19.
Gracias a su amplitud de miras y su apoyo constante, ha sido posible poner en marcha el proyecto de Amigos de esta Real Academia, dentro del marco jurídico definido por la Fundación Real Academia de Ciencias de España.
También quiero expresar mi agradecimiento al vicepresidente de la Academia, el excelentísimo señor Esteban Domingo y a los presidentes de las secciones, los excelentísimos señores Miguel Delibes, Jon Marcaide y José Bonet, así como a todo el pleno de la Academia que aprobó mi elección.
Haber sido nombrado miembro de esta alta institución es, sin duda, una gran satisfacción, pero, sobre todo, constituye un honor y una mayor exigencia para seguir dedicando esfuerzos en favor de la Academia.
Durante esta intervención voy a hablar brevemente del proyecto amigos de la Real Academia de Ciencias.
¿En qué consiste este proyecto?
El proyecto amigos se parece, en cierta medida, a un programa de investigación.
Es de todos sabido que los proyectos de investigación se caracterizan por una insuficiente definición a priori.
Al comenzar, tan sólo se dispone de un punto de partida y de un norte al que dirigirse, muchas veces definido con escasa precisión.
Es lo que en el ámbito empresarial se denomina una «visión».
Sin embargo, al ir avanzando en la investigación, se va haciendo camino al andar, y la «visión», al principio nebulosa, se va concretando, los conceptos dejan de ser meras especulaciones y van adquiriendo solidez, gracia a su fundamentación en la práctica.
Siete años después de empezar el camino, estamos en condiciones de proponer una visión para el proyecto de amigos de la Real Academia que es mucho más precisa que la que tenía en sus orígenes.
Pero, ¿cuál es esta visión de los amigos?
Nuestra visión se puede resumir en la siguiente frase:
Porque amamos a las ciencias, debemos acercar la sociedad a sus instituciones.
Profundicemos un poco más en esta formulación, desarrollando tres aspectos fundamentales.
En primer lugar, nos mueve el interés por la Ciencia con mayúscula que sintetiza el espíritu de esta Real Academia y que se corresponde de manera estricta con la cuarta acepción que recoge el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua.
Según esta acepción, el diccionario identifica las ciencias, voz femenina y plural, con las ciencias exactas, físicas, químicas y naturales.
Estas ciencias se corresponden con las “Naturwissenschaften” o “Ciencias de la Naturaleza” que los filósofos neokantianos del siglo XIX distinguieron de las “Geisteswissenschaften” o “Ciencias del Espíritu”, por corresponder las primeras con saberes universales y necesarios acerca de la Naturaleza, en contraposición del carácter particular de las ciencias del espíritu, fuertemente determinadas por el contexto histórico, psicológico y social.
Hay pues un conjunto de Ciencias que son cuerpos de conocimiento sobre la Naturaleza y cuya validez epistémica es distinta de las ciencias que se desarrollan en el ámbito de las Humanidades.
A las ciencias de la naturaleza se les denomina ciencias en sentido estricto. La distinción entre ciencias estrictas y las ciencias sociales y otras formas de conocimiento, constituye el célebre problema de la demarcación.
Las proposiciones de la ciencia estricta deben seguir las leyes de la lógica y ser verificables empíricamente.
Podemos decir, entonces, que el problema epistemológico, señalado por Popper, que consiste en la esencial provisionalidad del conocimiento científico no elimina, en ningún modo, la pretensión de universalidad de las Ciencias de la Naturaleza, pese a los debates realizados en la posmodernidad proponiendo reducir las leyes científicas a meras regularidades a partir de la negación del principio de causalidad.
De esta manera se trata de difuminar la frontera entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias sociales, haciendo posible difuminar el concepto de ciencia estricto y dando por superado el problema de la demarcación, mediante su disolución declarándolo sin sentido.
Los criterios que definen cada ciencia pasan a ser puramente pragmáticos y la pretensión de universalidad, basada en la existencia de una realidad que podemos conocer, se sustituye por un criterio de consenso social, negándose la existencia de la verdad científica.
El lema “Observación y Cálculo” resume el estatuto gnoseológico de las Ciencias que definen el ámbito de esta Academia.
Se trata de un conocimiento de la realidad basada en la observación, evitando los desvaríos de la razón especulativa pura. La abstracción permite formular nuevas hipótesis, pero éstas siempre se someten al tribunal de la experiencia.
Pero además es un conocimiento con pretensiones de universalidad, donde los modelos matemáticos adquieren un importante papel para recoger las relaciones que se dan en la realidad y formularlas en un lenguaje que permite no sólo hacer predicciones sino, y esto es más importante, ampliar el acceso a nuevas escalas de la realidad, con profundas implicaciones para el desarrollo de nuestras vidas.
A cualquiera que reflexione sobre todo esto se le alcanza, con facilidad, la tremenda importancia de las Ciencias así entendidas para nuestro desarrollo futuro, tanto en un nivel estrictamente personal, como en todas las escalas sociales en las que nos movemos, extendiéndonos hasta el ámbito global en el que se desarrolla la Edad Digital en la que estamos entrando.
Resumiendo, las Ciencias, entendidas en sentido estricto, nos permiten un conocimiento cada vez más amplio de la realidad, con profundas implicaciones para nuestras vidas, esto dicho sin menoscabo de la importancia de las Humanidades para el desarrollo de sociedades avanzadas.
En segundo lugar, está la propia institución de la Real Academia de Ciencias, fundada en 1.847, aunque sus antecedentes se remontan a la Academia de Matemáticas creada en 1.582, cuyo primer presidente fue el arquitecto del Escorial, Juan Herrera. La Academia fundada en 1.847 responde a los ideales de la Ilustración, basados en un optimismo antropológico que ha culminado con el desarrollo científico y tecnológico que estamos viviendo en la actualidad y que nos ha llevado a la emergencia de la Edad Digital.
El tremendo éxito de la ciencia y de la tecnología, sin embargo, requiere pensar una nueva ilustración que, partiendo de una crítica constructiva de la ilustración clásica, nos permita incorporar la dimensión humana a un mundo donde la dimensión digital ha hecho posible ampliar también las escalas en las que se desarrollan nuestras sociedades.
Así, por primera vez en la historia de la Humanidad se han hecho accesibles todas las culturas de la Tierra, permitiendo tomar consciencia de que nuestro planeta es la condición de posibilidad para el desarrollo de la vida y que además de utilizar los recursos que nos ofrece para el desarrollo de nuestras sociedades, debemos tomar en serio la tarea de su cuidado y preservación.
A la vez que nuestras escalas se han hecho globales, el desarrollo imparable de la dimensión digital permite construir micromundos a escalas sociales tan pequeñas, que se fragmentan hasta llegar a individuos completamente aislados.
Vivimos simultáneamente en la creencia sobre las tremendas posibilidades que las Ciencias ofrecen para el desarrollo tecnológico futuro, junto con el crecimiento de los miedos que supone entrar en territorios inexplorados como los que abren tecnologías tales como las redes neuronales que sustentan el desarrollo de la moderna Inteligencia Artificial.
El debate entre la Ciencia y la Sociedad se hace más necesario que nunca y para ello es preciso no sólo que los científicos se esfuercen en divulgar lo que hacen, sino también, y este es el foco de los amigos de la Real Academia, acercar la sociedad a la ciencia;
Para ello, hay que acercar la sociedad a sus científicos más insignes, que son los que pertenecen a esta corporación.
En tercer lugar, nos mueve el amor a España, no como concepto o entidad abstracta, sino como un conjunto de personas concretas con las que compartimos nuestros proyectos vitales en un espacio común de convivencia.
Es en este espacio donde queremos ayudar a desarrollar el conocimiento científico. Me refiero a los niños y jóvenes que al estudiar en nuestros institutos y universidades se apasionan con la ciencia, a los investigadores que orientan sus vidas a extender las fronteras del conocimiento, a los emprendedores que desarrollan nuevas ideas acometiendo proyectos disruptivos situados en los límites del conocimiento, a los empresarios que incorporan la investigación y el desarrollo para la permanente innovación de sus propuestas, a los funcionarios públicos que aspiran a crear un mejor marco para el progreso de nuestra sociedad desarrollando leyes y políticas que lo faciliten, a los docentes que se esfuerzan en que el conocimiento científico de calidad llegue al máximo número de personas, a los cientos de miles de ciudadanos que se acercan al conocimiento científico con curiosidad……
Los amigos de la Real Academia queremos contribuir a acercar a todas estas personas a esta venerable institución para ayudar a crear una consciencia social que permita que la causa de las Ciencias adquiera un mayor peso en las agendas políticas, económicas y sociales de nuestro país. Buscamos que la voz de la Real Academia de Ciencias sea cada vez más escuchada y pensamos que podemos ayudar ampliando la consciencia de su importancia en la sociedad civil, sin menoscabo del esencial carácter público de la institución.
Pero ….¿no es todo esto demasiado teórico? ¿Qué estamos haciendo para acercar la sociedad a las ciencias?
No quiero finalizar sin citar algunos ejemplos de actividades que se han realizado en esta sede; por ejemplo:
- Con los estudiantes que pertenecen a la Asociación de Epistemología de la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense estamos trabajando en desarrollar el diálogo entre Ciencia y Filosofía que, no se nos oculta, tiene un fuerte componente epistemológico pero, y este no es menor, tiene implicaciones ontológicas, pues son las Ciencias las que han abierto nuestro acceso en la realidad a entidades situadas en escalas no antropológicas, como es el caso de la física cuántica, la virología o la cosmología.
- También hemos trabajado con empresas, donde podemos citar como ejemplo el de Management Solutions que, junto con la Universidad Politécnica de Madrid, desarrolla su cátedra iDanae sobre la Inteligencia Artificial, cuyos resultados presenta todos los años en sede de la Academia y donde este año han conseguido superar los 1.100 asistentes al evento, combinando la asistencia presencial y en el espacio digital.
- Pidiendo excusas por no poder ser exhaustivos y citar a todos, un último ejemplo que cabe citar es la Asociación de estudiantes DaVinci, de la Universidad Carlos III, inquietos por acceder a conocimientos multidisciplinares, pero siempre sostenidos sobre los pilares de las Ciencias representados en esta Academia.
Toca ya concluir estas breves palabras, con una nota de optimismo. El futuro no está escrito y el potencial que tenemos a nuestra disposición para construirlo, resultado de siglos de acumulación de conocimiento y experiencias, es gigantesco.
Frente al lema contemporáneo, producto del escepticismo, que postula un pesimismo de la inteligencia, al que solo cabe compensar mediante el optimismo de la voluntad, creo firmemente que las Ciencias nos permiten reivindicar que nuestra acción puede basarse, sin duda, en un optimismo de la inteligencia; es este optimismo, y no el de la voluntad, el que nos permitirá construir un futuro mejor para nuestros hijos y nietos.
Muchas gracias.
D. José María Fuster van Bendegem
20 de Diciembre de 2024