Contrato Social: más que una idea, más que un instrumento… una manera de pensar.
¿En qué momento descubrimos que la sociedad era algo más la suma de las personas que la integraban?, ¿cuándo nos dimos cuenta que la interacción entre las personas eran el elemento que dada identidad propia a las sociedades?, ¿como se asumió, en la historia de las ideas políticas, este principio fundamental del enfoque sistémico?…
En las últimas entradas publicadas ha aparecido de manera recurrente el concepto Contrato Social. En torno ha esta idea diferentes pensadores como Hobbes, Locke o Montesquieu intentaron construir un nuevo modelo de convivencia social y político. Este término resultó fundamental en su explicación acerca de la organización que debía tener la convivencia humana.
Es probable que nuestro primer contacto con el término haya sido en el colegio, en clase de filosofía, mientras estudiábamos el pensamiento de un intelectual del siglo XVIII llamado Jean-Jacques Rousseau. Quien en 1762 publicó una obra llamada el Contrato social, gracias a la cual popularizó este concepto, convirtiéndolo en una de las ideas más importantes de la Filosofía y de la Ciencia Política.
El impacto de este autor en la historia de las ideas políticas ha sido innegable, se le considera una de las figuras centrales del movimiento ilustrado, es considerado uno de los inspiradores de la Revolución Francesas, sus ideas estuvieron presentes en las Guerras de Independencia Hispanoamericanas.
Actualmente, su concepción de Contrato Social inspira la idea de la democracia participativa y el modelo de democracia directa, que reivindican constantemente muchos movimientos sociales.
La realidad histórica es que Rousseau vivió en el siglo XVIII, tuvo como referencia para su pensamiento la pequeña ciudad-estado de Ginebra y su modelo de contrato social es uno de los más abstractos y complejos que podamos encontrar en la filosofía política. Más aún, en su trabajo encontramos ambigüedades, problemas sin resolver e importantes dificultades interpretativas.
Pese a todo, estoy seguro que cualquier lector al escuchar el término Contrato Social, piensa inmediatamente en Rousseau…
¿Por qué ha alcanzado Rousseau este protagonismo en la historia de la filosofía política?, ¿cómo es posible que una idea tan abstracta como la del Contrato Social haya podido tener un impacto tan fuerte en la práctica política?, ¿qué diferenciaba este modelo de contrato social del que había sido formulado previamente por otros autores como Hobbes y Locke?…
Pese a que Rousseau no fue el primer pensador que habló del Contrato Social, este concepto ha pasado a la historia asociado a su nombre. Creemos que esto se debe a que en la obra de Rousseau hubo una definición del concepto que ha sido más impactante que las otras existentes. Hoy queremos acercarnos a esa definición…
Un visión optimista de la naturaleza humana
Rousseau, al igual que Hobbes, fundamenta su investigación política en un estudio detallado y minucioso e la naturaleza humana. Pero, a diferencia del autor inglés, el hombre no es ese monstruo ansioso e impaciente que sólo busca satisfacer sus deseos a cualquier precio, ese ser al que es necesario poner cadenas para que no se vuelva contra sus semejantes. Para Rousseau :
El ser humano es bueno por naturaleza. Rousseau. Emilio o de la Educación.
Su visión del ser humano es muy esperanzadora, cree que es capaz de llevar a cabo una convivencia armónica con los demás. Es consciente que el conflicto solo puede traer perjuicios para él como individuo y para la comunidad en su conjunto, por tanto intenta evitarlo.
De esta manera, el Estado de Naturaleza no es aquella situación de caos y anarquía en la que nuestra vida se encontraba en constante peligro y en donde detrás de cada árbol había una amenaza para nuestra vida y nuestra integridad. Es un estadio tolerable en el que se lleva a cabo una convivencia por lo general armónica y carente de enfrentamientos…
Al igual que pasó cuando analizamos el pensamiento de John Locke, nos preguntamos: si este Estado de Naturaleza es una situación agradable, ¿por qué salimos de él?…
La Cooperación Entre los Hombres
Aunque se puede ser feliz permaneciendo en el Estado e Naturaleza, también existían una serie de fenómenos que podían perjudicar la vida de las personas que se encuentran en dicha situación: problemas comunes que podían afectar a las personas, la debilidad individual para solucionar algunos de estos problemas de manera individual y la posibilidad de desastres naturales…
El ser humano es vulnerable a cualquier accidente o problema, además, le resulta difícil solucionarlo si se encuentra completamente solo, si no tenía la ayuda de otras personas. La única salida posible ante esta situación era la Cooperación ente los individuos. Gracias a ella, es posible superar las situaciones problemáticas que van apareciendo a lo largo de nuestra vida.
Esta es la razón fundamental por la que es necesario salir del Estado de Naturaleza, porque corremos el riesgo de sufrir cualquier accidente o situación adversa. Una vez comprendido esto, nos damos cuenta que necesitamos dar un paso hacia un Estado Social. Camino que recorremos gracias a una asamblea que llamamos Contrato Social.
El elementos característico del Estado Social, es la cooperación y la colaboración entre los seres humanos. Sólo cultivando relaciones de este tipo podíamos ser capaces de garantizar nuestra seguridad frente a cualquier accidente o catástrofe que pudiera suceder.
La cooperación nos permitía crear un concepto diferente, el de humanidad, que era algo más amplio y más completo que la sumatoria de todos los individuos. Pues la humanidad llegaba a trascender a cada persona, contaba con sus propios objetivos y tenía una evolución propia.
Ahora la pregunta que nos interesa responder es: ¿cómo era el proceso que nos permitía salir del Estado de Naturaleza y llegar al Estado social?…
En torno al contrato social
Para Rousseau este paso se daba a través de un Contrato Social en el que todos los individuos creaban un sistema de cooperación colectivo. Este sistema de cooperación es lo que llamamos sociedad.
Consideramos oportuno destacar que la sociedad no se define por la suma de los individuos que forman parte del contrato social, sino por las relaciones que se han establecido entre ellos. Gracias a la cooperación y a la confluencia en torno a una serie de objetivos compartidos, el conjunto de individuos da origen a un nuevo concepto (que los trasciende a todos); el Pueblo.
Debe notarse que en esta versión del Contrato Social no estamos hablando de una entrega o sesión de derechos a un tercero (sea una institución o una personas), aquí de lo que se está hablando es de organizar la cooperación. Nadie está renunciando a ninguno de sus derechos naturales. Estos siguen estando en poder de las personas y , gracias a ellas, en el Pueblo.
Es obvio que, para el buen funcionamiento de la sociedad, resulta necesario que haya una coordinación en la toma de decisiones y las actuaciones a realizar, concepto al que se denomina Soberanía.
Es decir, se hace necesario crear instancias que puedan coordinar dicha cooperación: ¿cuáles son esta entidades?, ¿cómo es su naturaleza?,¿quienes la conforman?, son las preguntas que se le plantean a continuación a Rousseau.
A diferencia de los pensadores liberales (Hobbes y Locke), Rousseau no creía que la solución a esta preguntas fuera el establecimiento de un sistema representativo basado en un parlamento. Como claramente nos explica en el contrato social:
La soberanía no puede ser representada […]Los Diputados del pueblo no son, por tanto, ni pueden ser sus representantes, no son más que sus delegados; no pueden concluir nada definitivamente. Toda ley que el pueblo en persona no haya ratificado es nula; no es una ley. El pueblo inglés se piensa libre; se equivoca mucho; sólo lo es durante la elección de los miembros del Parlamento; en cuanto han sido elegidos, es esclavo; no es nada. Rousseau. El Contrato Social.
Puestos que no se había dado una transferencia de derechos a otra institución, no había una forma de justificar que hubiera una entidad que ejerciera el uso de los mismos en nombre de los individuos. Por ello, la forma de gobierno que debía implementarse en este tipo de sociedades debería corresponderse con un autogobierno:
Todos los ciudadanos deben reunirse para decidir que es lo mejor para la comunidad y promulgar las leyes apropiadas. Los gobernantes deben ser los gobernados. Held. Modelos de Democracia.
Esta apuesta por el autogobierno constituía uno de los puntos teóricos más complejos de este modelo de reflexión política. Rousseau no logra, en nuestra opinión, dar respuesta satisfactoria a preguntas como:
- ¿Cuál es la manera de conciliar puntos de vista opuestos en el marco de la sociedad?
- ¿Cuáles son los objetivos de la cooperación política?
- ¿Qué criterios determinan la valides de una ley o una norma?, o
- ¿Qué evita que el sistema de autogobierno termine generando una situación de Anarquía?.
Preguntas que han obligado a repensar y mejorar el modelo contractualista propuesto por Rousseau, una labor que ha implicado a varias de las mentes más importantes del pensamiento occidental, dentro de las que destacamos la figura de Immanuel Kant, al cual dedicaremos una próxima entrada en nuestro blog.
El todo es algo más que la suma de sus partes
Pese al elevado grado de abstracción que tiene la propuesta de Rousseau y al cierto nivel de ambigüedad que se pueden apreciar en sus planteamiento queremos rescatar dos de sus aportaciones a la historia de las ideas políticas:
- La primera de ella es que ha sido esa consideración según la cual, el Pueblo, la Sociedad y la comunidad no pueden ser entendidos simplemente como una sumatoria de individuos: Son algo más y cuentan con su propia identidad.
- La manera de conocer estos conceptos (el Pueblo y la Sociedad) es a partir de las relaciones que se establecen entre sus miembros.
Queremos destacar estos aspectos, que resultan poco conocidos dentro de un planteamiento filosófico- político tan amplio e importante como el de Rousseau, porque creemos que este tras ellos subyace la idea de que la convivencia social y política es un proceso que se encuentra en constante construcción.
La falta de concreción y los vacíos que encontramos en la postura de Rousseau nos recuerda que en este campo de analisis no existen una verdad absoluta o última.
En nuestra opinión, esta caracter inconcluso y problemático de la propuesta es lo que la ha hecho tan atractiva y popular… el Contrato Social de Rousseau no es una idea deducida y establecida lógicamente, con una definición cerrada e inamovible. Es un concepto que todavía está en construcción… al que todavía le hacen falta detalles y que nos invita, de manera permanente, a colaborar en su elaboración.
Desde aquí, os animamos a aceptar esta invitación que nos hizo en 1762 este pensador ginebrino… Pues todavía sigue haciendo falta promover la cooperación entre las personas.