Introducción: un enfrentamiento que no cesa
Este post fue publicado originalmente en abril de 2016 para intentar comprender unas problemáticas existentes al interior de Podemos, en aquel momento el partido político revelación en España.
Problemáticas que indicaban la existencia de diferencias entre facciones del partido, que habían saltado a la opinión pública a partir de la lucha por controlar se estructura en la Comunidad de Madrid. Un proceso marcado por la remoción de líderes, dimisiones, intercambios de golpes dialécticos a través de las redes sociales, etc.
En aquella ocasión se buscó poner de manifiesto que, Podemos estaba viviendo un proceso natural para cualquier movimiento social que se transformara en un partido político. Circunstancia que históricamente había ocurrido en otras épocas, otros contextos y otros movimientos.
Pese a que los acontecimientos acaecidos posteriormente, la arrolladora victoria de Pablo Iglesias en el congreso interno del partido (Vistalegre 2) y el cambio del gobierno nacional a través de una moción de censura, invitaba a creer que esta problemática había sido superada; la realidad es que el conflicto no estaba resuelto y cada cierto tiempo resurgía.
Bien fuera por un cruce de mensajes en twitter, filtraciones de la prensa, debates sobre quién dirigiría el partido en alguna Comunidad Autónoma o Municipio, etc.
En todo caso, el enfrentamiento siempre pareció estar dentro de los márgenes tolerables para una formación como Podemos; que todavía estaba definiendo y consolidando su estructura interna (liderazgos, procesos, instituciones de control, etc.); así como la interacción con sus votantes y con otras formaciones políticas.
Enero de 2019: el resurgir de un conflicto
Esta convicción saltó por los aires los primeros días de 2019; cuando figuras centrales asociadas con Podemos, como Manuela Carmena (alcaldesa de Madrid) o Ada Colau (alcaldesa de Barcelona), plantearon propuestas alternativas para acudir a las próximas elecciones autonómicas y locales, en Mayo de 2019.
Resultaba evidente que, para estos líderes, presentarse ante el electorado bajo las siglas de Podemos, podía resultar un lastre y no un apoyo a su campaña de reelección.
Lo cual demuestra una debilidad estructural del partido, que no puede cumplir con una de sus funciones fundamentales: aglutinar una amplia base social para apoyar electoralmente, unas ideas y un modelo político.
Pero la situación alcanzó un estadio mayor cuando Iñigo Errejón, miembro fundador de Podemos y virtual candidato a la Comunidad de Madrid, apostó por la vía alternativa para presentar su candidatura.
La opinión pública conocía que entre Errejón y Pablo Iglesias existían diferencias estratégicas e ideológicas importantes; y que desde su victoria en Vistalegre 2 el equipo de Pablo Iglesias había consolidado su poder dentro del partido a expensas de la facción dirigida por Errejón.
Esto indicaba una grave crisis interna, motivada por la incapacidad del Partido para asumir los desacuerdos internos e incorporarlos dentro de su propuesta general. Situación que pudo motiva a Errejón para buscar otro espacio desde el que defender sus propuestas.
La errática reacción de los dirigentes del partido tampoco ayudó; acusando a Errejón de traidor, pidiendo su dimisión y luego viéndose obligados a encontrar puntos de acuerdo con él. Resultó claro que se vieron sorprendidos por la situación, no supieron responder a ella e improvisaron constantemente.
Podemos ante la incertidumbre
Han pasado dos semanas de aquellos hechos y todavía difícil es realizar una valoración integral de los mismos y de sus consecuencias tanto para el próximo ciclo electoral como para el partido en su conjunto. No obstante, es claro que Podemos se encuentra frente a una gran encrucijada.
Es sin lugar a dudas, el momento más trascendental desde su fundación; en el que se enfrenta a sus mayores desafíos.
Retos que habían sido enunciados en el post original y cuya inadecuada solución, por parte de la dirigencia del partido, los ha elevado a un grado superlativo: en el que han llegado a poner en peligro la supervivencia de esta fuerza política.
Os invitamos a volver a leer el post original, que reproducimos íntegramente abajo, pues su argumentación y reflexiones siguen estando vigentes.
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Revolución, historias de cambio: Podemos y los socialistas rusos
El 15 de mayo del 2011, al finalizar una marcha de protesta convocada por diferentes movimientos sociales 40 personas decidieron acampar esa noche en la Puerta del Sol (Madrid). Este suceso fue el punto de partida de un movimiento social y político que se denominó el 15-m, o los Indignados.
A punto de cumplirse 5 años de aquella fecha, un partido político surgido de ese movimiento, llamado Podemos, ha sido la gran sorpresa de las últimas elecciones generales y es pieza clave en la construcción del nuevo gobierno.
Pese al meteórico ascenso de esta formación, hace algo más de tres semanas todos los medios de comunicación se hacían eco y difundían una profunda crisis interna que implicó la dimisión de varios de sus miembros y la destitución de uno de sus más altos dirigentes.
¿Cómo se explica esta situación?, ¿cómo es posible que un partido político experimente esta inestabilidad y perturbación en el momento de mayor éxito en alcanzar sus objetivos?…
Si hacemos un poco de memoria, vemos que en diferentes momentos críticos de la historia surgen nuevos partidos políticos, con el objetivo de recoger y aglutinar las necesidades de la población, promoviendo un cambio radical en la sociedad.
Estos partidos políticos experimentaron una evolución similar a la que estamos viendo actualmente con Podemos, lo cual nos hace pensar que estos procesos pueden ser semejantes . A este fenómeno la Teoría General de los Sistemas lo denomina Isomorfismo.
En este post os propondremos un ejercicio de análisis sistemático sobre la evolución de Podemos y , de manera específica, conocer las causas profundas de la crisis. La cual sacudió la estructura interna del partido hace pocas semanas y parece estar resurgiendo a medida que se acaba el plazo para una hipotética repetición de las elecciones generales.
Para ello, buscaremos establecer los isomorfismos existentes entre el proceso de cambio que se ha inaugurado en España gracias al movimiento de los Indignados y la Revolución Rusa de 1905 . Analizaremos los dos partidos políticos que han estado vinculados con estos procesos revolucionarios: en España tomaremos como ejemplo a Podemos y en Rusia tomaremos al Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR).
Hijos de su tiempo, lectores de la circunstancias
Al comparar ambos procesos revolucionarios y los dos partidos políticos encontramos una primera semejanza en relación a su origen. La verdadera influencia y potencia que tuvieron esos movimientos políticos surgió de su capacidad para leer la situación social que se vivía en la calle, la capacidad para adaptar sus discursos de manera que respondieran a las necesidades planteadas en la calle.
Tanto Podemos como el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia se consolidaron como alternativas políticas populares debido a que ofrecían una respuesta concreta y sencilla a las necesidades de la gente.
Su discurso, sus propuestas o sus argumentos no fueron los elementos que los catapultaron a las cotas de popularidad que alcanzaron. El discurso de Podemos fue durante sus orígenes bastante abierto y plural, donde cabían múltiples propuestas, algunas de las cuales tenían un difícil encaje entre ellas.
En el caso de la Rusia de finales del XIX y comienzos del siglo XX, debido a qué más del 90% de la población eran campesinos analfabetos, que mantenían una mentalidad feudal, era difícil sostener que las motivaciones para el descontento residían en sus convicciones ideológicas o en su adscripción a pensamientos reformistas y solidarios.
Sus motivaciones eran más mundanas y menos reflexivas: la falta de alimentos, el hambre y el riesgo de morir de inanición.
Actuamos… luego escribimos el programa de actuación
Otra punto de semejanza reside en el proceso de construcción de los programas políticos. Contrario a lo que nos dicta el sentido común, estos movimientos no aparecen desde el primer momento con un programa concreto y claramente definido. Por el contrario, el discurso, la estructura y el programa político de ambos partidos se fue diseñando de manera paralela a las situaciones y los fenómenos que de producían en el entorno.
De allí su amplio éxito y su rápida ascensión, pues la realidad no era interpretada desde las propuestas políticas de los partidos. Al contrario, las ideas y las propuestas de los partidos surgían de las necesidades y reivindicaciones que se estaban planteando en las calles.
Esta retroalimentación constante, que recibían de la realidad, y su capacidad para traducir los reclamos en la base de su propuesta ideológica (lo que un pensador de corte sistémico llamaría reducción de la complejidad), es lo que permitió a ambos partidos consolidarse como referentes de cambio.
¿Significa esto que carecían de una ideología clara y establecida?… no!!!, simplemente que las ideas no eran asumidas como dogmas y se adaptaban a lo que se vivía en la realidad.
Contundencia, claridad e innovación en los mensajes
Ambos partidos políticos comparten una serie características a la hora comunicarse con la población, transmitir sus mensajes y lograr la movilización popular en torno a sus propuestas.
Ambos plantearon modelos disruptivos de comunicación. Los revolucionarios Rusos introdujeron en su contexto las reuniones asamblearias, los mítines y mostrar el descontento marchando por las calles. Los lideres de la revolución rusa no arengaban a las masas desde un auditorio, sino en una plaza pública, sin estar en ningún atril o plataforma. Eran la viva imagen de la cercanía. .
Podemos, nos muestra hoy un modelo de comunicación política basado en los nuevos medios digitales y las redes sociales: tiene una comunicación cercana con las personas, transmite los eventos en streaming, marca tendencia en Twitter y cada uno de sus mensajes cuenta con un alto impacto a nivel comunicativo y mediático. No tiene necesidad de recurrir a la publicidad tradicional (carteles, pasquines, folletos, anuncios en televisión o radio, etc.).
Ambos partidos han sabido reconocer los grupos sociales capaces de poner en marcha y potenciar los cambios sociales y políticos, han descubierto la mejor manera de comunicarse con ellos y generado una interacción continúa. El ascenso de ambos partidos es ante todo, el éxito en una estrategia de comunicación.
Liderazgos difusos
Otro elemento que comparten ambos partidos políticos es que, en sus inicios, contaban con un liderazgo difuso. Es decir, el partido no estaba representado por la figura de un líder que condujera o emitiera instrucciones a su base social, la cual se limitaba a obedecerlas y seguir los lineamientos marcados desde la cúpula.
Tanto en los revolucionarios rusos como en Podemos existía una constelación de personalidades de referencia (todos ellos gente carismática y con capacidad de conectar con las personas de a pie), que alimentaban y se sumaban al proceso.
Pero su figura era más bien la de dinamizadores o facilitadores. No eran parte de una estructura jerárquica con funciones claramente definidas o con autoridad formalmente establecida para tomar decisiones vinculantes para el resto de los miembros.
La percepción de estar construyendo algo nuevo, de ser el creador de su propio futuro y de no estar subordinado a otras personas era una fuerte motivación para formar parte del movimiento revolucionario. Pues no estamos siguiendo a un líder, somos parte de un conjunto que se mueve hacia un objetivo común, que hemos establecido nosotros mismos.
¿ahora entendéis porque nos llamamos compañeros o camaradas?……..
A principios del siglo XX, la Revolución Rusa era un movimiento que fluía de forma libre y con cierto grado de autonomía… Lenin, Plejanov, Mártov o Troski no la dirijan, no daban ordenes sobre lo que había que hacer. Simplemente eran unos compañeros más, que aportaban su granito de arena para lograr el cambio que la comunidad deseaba. Igual que hacían durante los años 2011, 2012 y 2013 Pablo Iglesias, Iñigo Errejón o Juan Carlos Monedero.
¿Cómo no querer formar parte de esta comunidad?, ¿Cómo no cambiar nuestra vida… el futuro… o… la historia?. Esta motivación, surgida de las propias personas, ha sido el principal catalizador de adhesiones y apoyos para estos movimientos.
Con la crisis hemos topado…
Hemos visto la fulgurante e imparable consolidación de un nuevo movimiento político que tiene una fuerte voluntad de cambio, una excelente estrategia de comunicación, eficaz conexión con el ciudadano de a pie y aporta una motivación incontestable para sus miembros. Están en la cresta de la ola … y de repente surge la crisis…
No!!! realmente no surge de repente, el germen de la crisis siempre está presente, dentro de los procesos constitutivos de los movimientos sociales y los partidos políticos. Sólo está a la espera de que se de una serie de condiciones que le permita salir a la luz…
Pregunta: ¿cuáles son estas condiciones?
Ley de Hierro de la Oligarquía
La respuesta nos la da un politólogo y sociólogo alemán llamado Robert Michels, que realizó un profundo estudio del comportamiento de los movimiento sociales y los partidos políticos. Gracias a este trabajo pudo formular un principio explicativo general acerca de la evolución de los mismos, al cual denominó Ley de Hierro de la Oligarquía.
Según la tesis de Michels, no importa cual sea su origen, su ideología, sus objetivos o su estructura interna, todo movimiento político al llegar a la fase de consolidación termina siendo conducido por una minoría de entre sus miembros , quienes terminan conformando una élite o una clase dirigente dentro del partido.
La organización es lo que da origen a la dominación de los elegidos sobre los electores, de los mandatarios sobre los mandantes, de los delegados sobre los delegadores. Quien dice organización, dice oligarquía. Robert Michels. Partidos Políticos.
En la realidad, lo que ocurre es que hay varias minorías que empiezan a luchar por tener mayor influencia dentro de las recién creadas instituciones de control del movimiento, en este enfrentamiento se configuran diferentes bandos a los que se denomina facciones. Cada uno de estos grupos intenta imponer su visión sobre los otros y controlar las instituciones del partido.
Puede haber dos escenarios posibles para esta lucha. Primero, que una facción se imponga claramente sobre la otra. Segundo, que la fuerza de las facciones dentro del partido sea igual y , por tanto, ninguna de ellas sea capaz de alcanzar el control total del partido. Esto genera una situación de inestabilidad y una crisis interna del partido, que puede generar su ruptura. Esto lo que ocurrió con Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR).
La revolución y la lucha entre facciones
Durante su II Congreso, entre julio y agosto de 1903, el P.O.S.D.R. vivió un profundo enfrentamiento entre sus dos facciones principales: los Mencheviques dirigidos por Yuli Mártov. Quienes defendían una mayor apertura del movimiento a nuevos miembros, promover una reflexión teórica más profunda y acotar el uso de la violencia dentro del proceso revolucionario. Ellos creían en un cambio paulatino y constante.
Frente a los Bolcheviques, dirigidos por Lenin. Para ellos las instituciones del partido debían estar abiertas sólo a un élite intelectual y política, consideraban justificado cualquier medio que permitiera derrocar y hacer saltar por los aires el orden establecido. Eran partidarios del cambio radical y violento.
Esa lucha de facciones fue larga, de hecho ambas facciones se separaron del partido en 1912. En paralelo ambos grupo apostaron por seguir construyendo de la revolución.
La revolución es guerra, la única en verdad legítima, justa y grande, entre cuantas ha conocido la historia. En Rusia, esta guerra ha sido declarada, y ha comenzado. Lenin. El Estado y la Revolución.
Mientras los Mencheviques fueron un motor estratégico para la llamada Revolución de Febrero de 1917, que provocó la abdicación del Zar, el establecimiento de una Asamblea Constituyente y la instauración de un sistema democrático.
Los Bolcheviques apostaron por un cambio más rápido y radical, la Revolución de Octubre, que destruyó por completo el proyecto Menchevique y puso al movimiento revolucionario bajo el mando de una élite comprometida con la instauración de una dictadura del proletariado, representado en una nueva organización: los Soviets (Consejos).
La revolución no se hace, sino que se organiza. Lenin. El Estado y la Revolución.
La crisis de Podemos
Cuando el pasado 7 de marzo [de 2016] el número 3 de Podemos en Madrid, Emilio Delgado, anunció su renuncia mediante un tuit pocas personas hubieran imaginado que en los días posteriores una avalancha de dimisiones precipitaría las crisis institucional más grande que hasta el momento había experimentado el movimiento.
No era la primera vez que se hablaba de la existencia de profundas diferencias , e incluso enfrentamientos directos, entre los líderes del movimiento. No era la primera referencia que escuchábamos sobre la existencia de facciones.
Pero, si fue la primera vez que la dinámica de comunicación del partido quedó rezagada, incapaz de interpretar y traducir esos flujos de información que aparecían de una manera acelerada y caótica.
El enfrentamiento entre dos facciones claramente diferenciadas: los pablistas (dispuestos a seguir con la aplicación de un programa y una estrategia dirigida a conquistar el cielo por asalto), frente a los errejonistas (más pragmáticos, partidarios de adaptar sus actuaciones y su discurso a su nueva función como miembros del parlamento), estuvo a punto de fragmentar la estructura central del partido. Fueron días frenéticos , marcados por la incertidumbre acerca del final de aquella situación….
Obligado a tomar acciones, Pablo Iglesias dio un golpe sobre la mesa: destituyó a Sergio Pascual (referente dentro de la facción errejonista) como jefe de organización, puesto en el que nombró a Pablo Echenique ( miembro de una tercera facción ajena a el conflicto que hoy nos ocupa), esperando que esta reestructuración permitiera reducir las perturbaciones presentes en el movimiento.
La historia se sigue escribiendo
Estos fenómenos son muy recientes en el tiempo como para sacar conclusiones definitivas sobre ellos… aún tendremos que esperar para conocer si la crisis de marzo en Podemos ha sido superada y si el movimiento vuelve a su senda de crecimiento y consolidación.Dentro de poco se vence el plazo para una hipotética repetición de las elecciones generales y eso puede aumentar las luchas entre las facciones….
Interesante el tema pero no lo habeis concluido. Siguiendo con la tesis faltaría identificar claramente a los violentos (bolcheviques del megalómano de la coleta) y los pragmáticos (mencheviques del billy El Niño).
Hola Nicolás.
De antemano gracias por tu lectura del post y por el interés que has demostrado al hacer uncomentario. El objetivo del post es establecer una comparativa sobre el enfrentamiento entre dos facciones dentro de un grupo políticos. De un lado tienes alguna facción más ideologizada ( que defiende el proceso de cambio a toda costa y defiende la coherencia dle proceso a toda costa). Frente a una facción más prágmatica( que acepta que el discurso pueda ser matizado y esté dispuesta a relativizar el planteamiento ideológico original). Entendemos que esta es la situación actual en la que se encuenta el debate interno dentro del partido Podemos… como evolucionará esta pugna, es algo que todavía está por verse y en lo que, suponemos, los sucesos que ocurran a lo largo de esta semana serán determinantes.
Referente al uso de la violencia, afortunadamente nuestra cultura política actual es contraria a este hecho, por lo que en principio cualquier grupo que promueva la implantación de sus ideas mediante accioens violentas quedaría deslegitimado ante la opinión pública. En todo caso, si que es un aspecto a tener en consideración y que debemos estar vigilando constantemente.
Nuevamente muchas gracias por tu comentario y te animamos a seguir los post que periodicamente estamos publicando en nuestra página web.
El denominador común de los movimientos de contestación que han surgido en Europa en los últimos años es el rechazo de la política económica y la corrupción que marcaron a los partidos de Gobierno durante las últimas décadas, con la consecuencia de un descrédito de la propia democracia representativa.
Responden así a una demanda social profundamente sentida, y de ahí sus brillantes resultados electorales. Tenemos además que ser muy conscientes de que este mensaje no ha calado entre una masa de población de escasa cultura o formación como podía ser el contexto previo a la revolución rusa (aunque muchos quieran transmitir una imagen de “perroflautas” para representar a los seguidores de estos movimientos de hoy día). De hecho, de acuerdo a los datos de Metroscopia, el perfil medio de los electores de Podemos pertenece a capas medias ilustradas, con estudios medios y superiores, en su mayoría de más de 35 años de edad.
Con este perfil de seguidores no nos debe sorprender que, según sus líderes, con Podemos haya llegado “la hora de la gente”, lo cual podría expresarse en términos orteguianos como “el protagonismo de las masas”: en principio gracias a ellos TODOS podrían debatir, proponer y decidir ya que -nuevamente en sus propias palabras- un partido de la naturaleza de Podemos se constituye como “la estructura organizativa más democrática, abierta y plural que ha conocido nuestro país”.
Por desgracia la realidad es otra. El objetivo de una organización como es Podemos, al igual que ocurrió con la revolución bolchevique a la que se dedicaba la primera parte de este artículo del blog, ya se encuentra fijado de antemano, y es tan imperativo como carente de otro contenido que no sea su materialización.
La base doctrinal es de una sencillez aplastante: se trata de aprovechar una estructura de oportunidad política, la denominada por ellos mismos como “ventana de oportunidad” para conquistar el Estado, y -en el caso de Podemos- hacerlo en el menor tiempo posible antes de que se produzca una indeseable recuperación de la economía (lo cual favorecería al PP) o se complete la renovación de su adversario político principal, ese PSOE que según ellos propicia la integración de la mayoría dentro del ahora caduco régimen constitucional de 1978, transformando la socialdemocracia que antiguamente se consideraba el instrumento político de una “reacción burguesa” en un “socialfascismo” representante de una “reacción oligárquica”.
A diferencia de otros movimientos que nacieron como fruto de una reorganización innovadora de la izquierda (como fue el caso de Syriza en Grecia), los movimientos de masas como Podemos (o el italiano “Movimiento 5 Estrellas” del excómico Beppe Grillo) surgieron mediante procesos más originales donde un líder muy bien dotado para la comunicación vino a cubrir un vacío de organización del rechazo social frente a los partidos tradicionales (incluidos los de la propia izquierda). En 5 Estrellas ocurrió a partir del éxito del blog de Grillo, y en Podemos por el canal de la “videocracia” beligerante y la presencia continua en las redes sociales de su máximo líder Pablo Iglesias (sin olvidar la estructuración de un modelo paralelo dentro de los círculos universitarios, de donde nació el movimiento de la mano de Iglesias y sus por entonces compañeros de viaje Monedero y Errejón).
Es precisamente ahí, en el uso de los medios digitales (vídeo, redes sociales), donde se detecta el origen de la falacia del modelo establecido por Podemos, una construcción que la socióloga Rossana de Rosa definió muy bien como “Centralismo Cibercrático”. La participación de los miembros de estos movimientos a través de las redes sociales es sin lugar a dudas muy efectiva, y genera un sentimiento comunitario al compartir propuestas y acciones.
Todo parecería indicar que con el ejercicio de ese modelo “democrático” más directo y más inmediato (al basarse en medios electrónicos que no requieren establecer un complejo proceso de votación con participación física) nos acercaríamos gradualmente al conocido concepto de la “democracia líquida”, pero la realidad es que el modelo organizativo de Podemos responde a un criterio de organización dual, con círculos de opinión locales, sí, pero decisiones políticas en el vértice, una estructura muy particular y propia de este “centralismo cibercrático” al que se refería la socióloga italiana y al que -en el caso de Podemos- se añaden los toques derivados de la experiencia comunista de sus dirigentes.
Usando algo de terminología democrática ya acuñada en tiempos de las polis griegas, en principio esa participación directa por medios digitales supondría la isonomía, una perfecta participación política de los ciudadanos en condiciones de igualdad. Solo que -como muy bien se encargan de ocultar sus líderes- “participar” no supone intervenir de facto en el proceso real de la toma de decisiones. Siguiendo con la analogía con la polis griega faltaría la isegoría, la capacidad para emitir y recibir información en condiciones de igualdad.
Para el centro del poder de este tipo de organizaciones no hay problema en ello, por supuesto: la cúpula dirigente define las directrices y la línea política a seguir, la difunde mediante la red y la encuentra reflejada en lo que llamaríamos una democracia de la plaza pública que proporciona la videocracia para toda la sociedad. El circuito es perfecto, pero la realidad es que esa transmisión de la “democracia” está pensada para seguir un proceso vertical DESDE ARRIBA, y solo funciona desde abajo de modo limitado, especialmente a nivel horizontal para cuestiones fundamentales. La “universalidad” de la que tanto presumen estos movimientos no arregla sino la fachada del problema. Es la vieja “democracia de masas” de impronta comunista (soviética o bolivariana, ambas bién conocidas por sus dirigentes), solo que articulada a través del ordenador o el teléfono móvil.
En resumen, se trata de establecer la localización de la soberanía en la base, pero dejar su efectiva puesta en práctica en la cima de la organización. Una fórmula en la que todos se sientan participantes, pero en la que el centro de decisiones actúe sin limitación alguna. Un flujo cerrado de circulación del poder desde el vértice donde la auténtica REPRESENTACIÓN es abolida, ya que todos se convierten en “ciudadanos participantes”, sí, pero… decide uno. Y, sintiéndolo mucho, de nada sirve “participar”, si no te dejan oponerte con eficacia al poder en ejercicio.
Muchas gracias por tu profundo y enriquecedor comentario Fernando. Valoramos mucho la manera en que recuperas las diferencias que hacen particular al fenómeno Podemos, puesto que el Isomorfismo no es una simple repeteción de acontecimientos o de situaciones. Es identificar una dinámica común a diferentes fenonemos que nos permita identificar una ley o un principio general que nos de razón de su aparición y evolución.
Tu reflexión acerca de la “Cibercracia” nos parece de gran actualidad y pertinencia para el trabajo que estamos llevando a cabo desde nuestra línea de investigación en sistemas políticos. Es uno de los puntos obligados de análisis si queremos realizar un estudio prospectivo sobre la posible evolución de nuestros sistemas de gobierno.
Finalmente, nos parece muy importante recuperar los origenes del pensamiento democrático en la Grecia clásica, como haces al final de tu comentario, pues nos permite comprender la democracia como algo más que un sistema de legitimación de decisiones.