La sexta sesión del seminario estuvo dedicada al estudio de la “Filosofía del Derecho” planteada por el Hegel maduro. Propuesta teórica que se reconstruyó a partir del volumen editado, publicado con el mismo nombre: Filosofía del derecho(1821) y las lecciones impartidas por Hegel durante ese tiempo.

Documentos que ponen de manifiesto el carácter vivo de esta reflexión, que Hegel perfeccionaba a medida que estudiaba la realidad y comprendía el desarrollo de sus diferentes procesos. A lo largo de esta obra, señaló el prof. Villacañas, Hegel plantea una Teoría del Estado a la vez que una Filosofía de la Guerra.

El seminario abordó esta reflexión mediante una exposición dividida en cuatro partes.

Imposibilidad del realismo político e influencia de la economía política

La primera parte de la sesión se dedicó a reflexionar sobre la naturaleza de la sociedad civil, concepto que el pensamiento hegeliano considera equivalente al de “sociedad burguesa”. Desde este planteamiento filosófico, es presentada como un conjunto de complicaciones que no puede ordenarse (organizarse) a sí mismo y, por lo tanto, necesita una instancia trascendente que pueda ordenarla de manera efectiva

Esta instancia es definida como un “poder público”, capaz de ordenar la dinámica social a partir de lo común y no de los intereses particulares que existan en la sociedad. El Estado sería, según Hegel, la entidad idónea para cumplir esta función y ejercer esta función, a la que podría llamarse “providencial”.

El Estado, en esta interpretación, se convierte en una especie de mano visible que organiza la sociedad, opuesta a la planteada por Adam Smith en su teoría. Para Hegel, la idea de una “mano invisible” es inaceptable, porque termina generando un monopolio.

Hegel contradice aquí la idea defendida por los pensadores liberales, según la cual el Estado no es trascendente a la sociedad, sino que se confunde con ella. Razón por la que le sería imposible organizarla.

Los ingleses responden a ese desafío mediante la construcción de un imperio colonial que les permita reorientar dicho excedente de personas desocupadas hacia las guerras de conquista. Lo que da lugar a las contradicciones con las que cerró la reflexión de la quinta sesión.

Frente a esta vía inglesa, o vía colonial, Hegel propone una alternativa a la que se podría denominar como “la vía alemana”. Que se basa en potenciar esa cualidad trascendente del Estado con respecto a la sociedad civil, promoviendo su papel de coordinación de las relaciones que se establecen entre sus distintos estamentos. Hegel considera, en términos generales, que este objetivo puede lograrse mediante una política de obras públicas y la firma de tratados entre los diversos Estados.

Volviendo a la reflexión sobre la naturaleza y el funcionamiento de la sociedad civil, se acepta que esta posea el derecho de obligar a las personas a trabajar y exigirles que todo lo relacionado con esta dimensión se gestione a través de ella. Pero, como contraprestación, crea el deber (la obligación) de ofrecer las soluciones a las problemáticas que esto pueda originar.

La sociedad civil intenta dar respuesta a esta necesidad mediante el desarrollo de estructuras de solidaridad, que se concretan en la creación de corporaciones. Hegel presenta estas corporaciones como estructuras abiertas que generan eticidad y solidaridad entre los estamentos que integran la sociedad. Gracias a esto, se logra prevenir que se entreguen a la pulsión de la ganancia y puedan coordinarse. Tales corporaciones son un modelo preliminar de arquitectura pública ajeno a cualquier espíritu sectario.

Hegel considera que la agrupación en corporaciones funciona como un límite interno, creado por la propia sociedad civil, frente al liberalismo. Gracias a ella es posible orientar de forma racional el proceso de producción económico.

Tras haber perfilado los puntos centrales de esta lucha teórica entre Hegel y el liberalismo, la segunda parte de la sesión se centró en una descripción detallada de la misma.

La disputa con el liberalismo de Haller

Como se ha dicho antes, Hegel se opone al liberalismo porque considera que en él no se pone suficiente foco sobre la naturaleza del Estado como institución trascendente, ni ofrece respuestas adecuadas a la necesidad de coordinación dentro de la sociedad civil. Aspectos presentes en la reflexión de Karl Ludwig von Haller y Friedrich Julius Stahl, representantes de la filosofía liberal con quienes Hegel discute duramente.

Desde la interpretación hegeliana, no tener en cuenta la trascendencia del Estado frente a la sociedad civil es un error que refuerza el protagonismo de la contingencia, que es uno de los elementos característicos de la sociedad civil. Algo que produce el advenimiento de una serie de crisis a las que no se puede dar una respuesta adecuada desde el liberalismo. Algo que se verá más adelante.

Contrario al realismo político hegeliano, que se ha expuesto más arriba, la defensa de la libertad que hace el liberalismo solo puede basarse en el punto de vista de la naturaleza. Eso es un problema porque la naturaleza obedece a los intereses particulares y un Estado basado en ella estaría condicionado por lo particular. Habría cosas que no podría realizar adecuadamente, como la guerra, porque esta genera una afectación general que no puede reducirse simplemente a lo particular.

Un estado que pretenda hacer la guerra a partir del particularismo basado en la naturaleza se fundamentará en la contingencia que otorga la fuerza. Enfoque que no permite el desarrollo de la razón y solo puede dar origen al supremacismo. Escenario en el que prevalece “el más fuerte” y no la razón.

Siendo  la única salida que puede ofrecer el liberalismo a la crisis. Hegel propone su teoría madura acerca de la guerra, como una respuesta a esta postura supremacista.

Teoría definitiva de la guerra

La tercera parte de la sesión presentó la filosofía definitiva de la guerra, según Hegel. También expuso en ella el prof. Villacañas una problemática que había identificado dentro del núcleo del planteamiento, que puede afectar radicalmente a la arquitectura del sistema hegeliano.

Abordando la explicación del pensamiento hegeliano respecto a este punto. El punto de partida de la reflexión es la constatación de que existe una pluralidad de Estados que se encuentran en pie de igualdad. Debido a ello, ninguno de tales Estados se encuentra dispuesto a entregar su poder. Idea que interpela directamente a los actuales proyectos transnacionales, como es el caso de la Unión Europea.

En tal escenario, la legitimidad y la soberanía del Estado no dependen de factores internos, sino que se encuentran sometidas al reconocimiento de una parte externa (otro Estado). Por lo que la reflexión se encamina a comprender cómo se da ese reconocimiento recíproco entre los Estados. El cual se da en el marco de tratados internacionales suscritos por dichos Estados.

Este modelo de universalización, basado en la firma de acuerdos entre los Estados, es el que Hegel contrapone al colonialismo inglés. En él están incorporados tanto el mercado como las relaciones internacionales y la sociedad civil, organizadas en torno a la racionalidad que proporciona el Estado. De esta manera, Hegel considera que se define la visión racional de la guerra y su ejercicio.

La reflexión que desarrolla Hegel en este punto, adquiere la forma de una fenomenología de las guerras. Lo que le permite establecer una tipología de las mismas, dentro de las que se incluyen:

  • Guerras propicias, que buscan mantener la cohesión de los pueblos
  • Guerras de agitación, que surgen en el marco de la irritación que produce una situación de gran estabilidad, que se prolonga en el tiempo
  • Guerras defensivas, promovidas por el estamento militar, pero que terminan derivando en las guerras de conquista colonial mencionadas previamente
  • Guerras ofensivas, promovidas por el Estado
  • Guerras preventivas, que son aceptadas por el planteamiento, como manifestación de la representación del Estado

Batalla de La Fère-Champenoise 1814.

 

En este punto, el profesor Villacañas señala una debilidad presente en la argumentación hegeliana. A lo largo del desarrollo de este análisis, señala Villacañas, Hegel parece no haberse dado cuenta de que la sociedad civil sigue manteniendo su influencia sobre la marcha de este proceso, razón por la cual los enfoques particularistas siguen teniendo protagonismo.

De esta tipología, se deriva que la guerra tiene una doble naturaleza. Es contingente, porque se hace sin una razón suficiente; pero, también es necesaria, porque a una contingencia como la que plantea la guerra se debe responder con otra contingencia. La guerra debe tener una justificación adicional, concreta, que sea de carácter particular y, por lo tanto, no universal.

Esto es un problema teórico para Hegel, porque la justificación de la guerra no llega nunca a ser completamente racional. Debido a ello, siempre existirá la posibilidad de que la guerra se dé por causas arbitrarias; en otras palabras, la guerra no es algo exclusivamente racional y puede atender a intereses particulares, pese a que genera una afectación colectiva. Por ejemplo, las guerras que se hacen para exigir el pago de deudas.

La Filosofía de la Historia como un intento de solución

La cuarta parte de la sesión estuvo dedicada a comprender la forma en que Hegel intenta solucionar este problema en los epígrafes finales de la Filosofía del Derecho.

La apuesta hegeliana, para superar el problema, se basa en su reflexión acerca de la Filosofía de la Historia. Plantea que la historia debe considerarse como una segunda naturaleza, que ya ha sido determinada por la acción del Espíritu. Debido a esto, en ella ya habrían sido depurados todos los particularismos derivados de la sociedad civil.

Sería en esta concepción de la historia en la que adquieren sentido los conceptos e ideas que ha venido desarrollando Hegel respecto a la guerra.

No obstante, sostiene el Prof. Villacañas, es cuestionable considerar que esta sea una buena solución al problema que se había planteado. Desde su punto de vista, es un intento de resolución débil que no logra cumplir con este objetivo.

Además de las dificultades para aceptar esta idea de historia como segunda naturaleza, depurada de todos los particularismos, la propuesta no termina de sostenerse en términos teóricos.

Si se asumen estos postulados, se vuelve relevante la cuestión de la autoconciencia del Estado. De esta manera es necesario conseguir una forma de conciliación entre este proceso de autoconciencia que lleva a cabo el Estado, explicado por la Filosofía de la Historia, con el proceso de desarrollo que conduce (da lugar) a esa autoconciencia.

En esta reflexión vuelve a surgir la irracionalidad, pues la única forma de conciliar estos procesos parece pasar por una subjetividad pasional, que sublimada a la estructura de genio conduce al surgimiento de la potencia imperial.

La reflexión acerca de estas problemáticas y las consecuencias que se derivan de ellas constituyen el núcleo de lo que se abordará en la séptima, y también última, sesión del seminario.

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