Primavera de Praga 1968: política y sociedad

Se han cumplido 50 años de la invasión a Checoslovaquia dirigida; el punto final de la Primavera de Praga de 1968, uno de los fenómenos sociales y políticos más complejos e interesantes de aquel año.

Complejidad que se intentará ilustrar en este post, respondiendo a preguntas como: ¿Qué fue la Primavera de Praga?, ¿cómo surgió?, ¿cuáles fueron sus causas?, ¿por qué fue tan importante?, ¿cuáles fueron sus consecuencias?

El fenómeno que conocemos como Primavera de Praga, también se desarrolló fuera de dicha ciudad.

 

Pese a las similitudes que comparte con otros fenómenos  socio-políticos ocurridos aquel año, dentro de la que se destaca una crítica al modelo geopolítico bipolar que surgió con el final de la Segunda Guerra Mundial; en la Primavera de Praga convergen dos elementos que no estaban presentes en el Mayo del 68 parisino, ni en las protestas estudiantes de diferentes lugares, ni en los movimientos contra-culturales como el hippie:

  1. Surgió en el corazón del Bloque del Este, férreamente controlado por el partido comunista y poco dado  innovaciones en el campo político.
  2. Fue promovido desde las propias instituciones de gobierno, en este caso por el Partido Comunista de Checoslovaquia (KSČ), y consiguió un apoyo masivo dentro de la sociedad. En otras palabras, fue un proceso «con, y no contra las instituciones».

El origen histórico de la  Primavera de Praga fue un proceso político implementado por una nueva generación de líderes comunistas checoslovacos, que habían recogido una serie de peticiones y reclamos existentes en diferentes ámbitos sociales del país. Estas iniciativas fueron recogidas en un proyecto de acción política al que se denominó «Socialismo con Rostro Humano».

Primavera de Praga: el socialismo con rostro humano

En enero de 1968 Alexander Dubček, Secretario General del Partido Comunista de Checoslovaquia, dio a conocer un programa de reformas  para modernizar el funcionamiento del sistema político.

Dubček y los demás miembros del partido consideraban que la implementación del modelo marxista ortodoxo en los ámbitos económico, político y social generaba una serie de problemas que podían generar un fallo grave el sistema en su conjunto.

La Primavera de Praga surge a partir de un proyecto político promovido por el nuevo líder del Partido Alexander Dubcek

Para ellos, la causa de esos problemas residía en que el sistema político checoslovaco funcionaba con mecanismos y principios creados al final de la Segunda Guerra Mundial, que estaban desfasados después de 20 años; sobre todo, en el aspecto económico.

Desde su punto de vista, para evitar la crisis y el colapso de todo el sistema político resultaba necesario introducir cambios que le permitieran adaptarse a los nuevos tiempos y responder, de manera eficaz, a los retos emergentes. Dentro de los aspectos más destacados de este programa se encontraban:

  • Facilitar una mayor participación social en los procesos de toma de decisión política (local y nacional)
  • Promover mayor libertad de prensa y estimular la diversidad de formas de expresión cultural.
  • Abrir una reflexión en torno a la necesidad de la iniciativa personal en los procesos económicos del país.
  • Cambios en el funcionamiento  interno del Partido Comunista y el Politburó; que presuponían mayor apertura, participación y agilizar los procesos burocráticos.
  • Repensar las relaciones  internaciones, incluso rebajando la tensión existente con los países occidentales.

Antes de continuar, conviene conocer la naturaleza de estas propuestas, comprender su verdadero alcance y entender su posicionamiento en el contexto ideológico-político de la época.

Aunque la mayoría de estas propuestas eran innovadoras, incluso disruptivas, en el contexto de los países del Bloque Comunista; el socialismo con rostro humano era un programa de  reformas limitadas: mantenía los principios fundamentales del marxismo ortodoxo, no cuestionaba la pertinencia de Checoslovaquia al Pacto de Varsovia,   no planteaba la existencia de otros partidos políticos distintos al comunista, ni proponía establecer la propiedad privada.

El socialismo con rostro humano era un proyecto reformista, no un planteamiento revolucionario o de transformación radical.

De hecho, el aspecto más radical de todo este proceso fue una serie de cambios en la cúpula dirigente del Partido Comunista; que pasó a estar dominada por la nueva generación de líderes, en detrimento de los dirigentes tradicionales.

Fue precisamente esta vieja guardia, apegada a las costumbres y procedimientos más ortodoxos del modelo comunistas, los primeros desconfiar de las reformas y oponerse a ellas. Desconfianza que fue compartida por los partidos comunistas de los otros países del este y, sobre todo, por parte de los gobernantes soviéticos.

 ¿De la reforma a la revolución?

Para el Partido Comunista Soviético, era preocupante que países como Checoslovaquia, que conformaban su área de influencia económica y política, plantearan líneas de acción independientes. Debemos recordar que, en aquel momento, estaba plenamente vigente el modelo geopolítico  bipolar propio de la Guerra Fría.

Mapa de los Países del Bloque del Este.

El líder Soviético, Leonid Brézhnev,  consideraba que cualquier crítica o desacuerdo con la política de Moscú era un ataque a todos países que integraban el Pacto de Varsovia y una amenaza a la Unión Soviética; por tanto, debía ser suprimida usando los recursos disponibles. Tesis conocida como Doctrina Brézhnev o doctrina de soberanía limitada.

Otro hecho que disparó las alarmas de la vieja guardia, tanto en la Unión Soviética como en el resto de países aliados, fue la popularidad social del programa reformista.

Desde un principio, el socialismo con rostro humano consiguió un gran apoyo ciudadano; en tal grado que seguramente superó las expectativas iniciales de sus promotores.  Adquirió un ritmo vertiginoso, los agentes sociales adquirieron más poder que las instituciones y se empezaron a plantear reivindicaciones más radicales:

Aceptación de otros partidos políticos, reconocimiento de la propiedad privada, democratización de las instituciones, relaciones más abiertas con los países occidentales, etc.

 

Tal llegó a ser el grado de empoderamiento alcanzado por la sociedad civil, que intentó influir en la agenda de reformas: acelerando su implementación; cuando no obtenía la respuesta esperada, por parte de las autoridades, se realizaban huelgas, marchas de protesta y otras medidas de presión.

 Verano de 1968: el final de la primavera

Estos últimos hechos convencieron, a los demás miembros del Pacto de Varsovia, sobre la necesidad de frenar el proceso de reformas; pues, si tenía éxito, podían surgir en otros países movimientos que pusieran en cuestión el hegemonía de los partidos comunistas locales y pidieran mayor apertura.

La inestabilidad generada mermaría el poderío geopolítico del Pacto de Varsovia y, en la práctica, debilitaría la posición soviética en el ámbito internacional.  Para la vieja guardia, encabezada por el politburó soviético, sólo había una opción posible: la intervención militar.

Blindados apostados en las calle de Praga.

El día 21 de agosto, cuando salían a desarrollar sus actividades matutinas, los habitantes de Praga descubrieron que las calles estaban tomadas por blindados y soldados. Durante la noche anterior, un ejercito dirigido por tropas de la Unión Soviética había traspasado las fronteras y tomado el control de las ciudades, los caminos y demás puntos estratégicos.

Con esta intervención, las autoridades soviéticas esperaban frenar inmediatamente el proceso de reformas y restaurar la situación anterior a enero de 1968; algo que no sucedió:

La población no se quedó quieta, estaban tan implicados en el proceso de transformación que consideraron necesario salir a defenderlo en la calle.  Surgió un movimiento de resistencia ciudadana que se manifestó en las calles, rodeando a los tanques invasores, recriminando a los soldados y provocando disturbios.

La tensión de los primeros momentos dio paso a enfrentamientos en los que murieron varios ciudadanos checoslovacos debido a disparos de los militares. Un hecho que hizo escalar la tensión en los días siguientes, durante los cuales se sucedieron los choques entre la población civil, desarmada, y los soldados.

Disturbios durante la Primavera de Praga de 1968.

En las semanas posteriores, Alexander Dubček viajaría a Moscú para reunirse con Brézhnev y el resto de los líderes soviéticos; encuentros en los que se vio obligado a firmar una serie de acuerdos que establecían una tutela soviética sobre la política interna checoslovaca, daban marcha atrás a las reformas y legitimaban la presencia permanente de un contingente militar soviético en el país.

Las manifestaciones de protesta en las calles se sucedieron durante meses siguientes; pero era claro que el proceso de cambio había sido frenado en seco, que el socialismo con rostro humano había sido aplastado por la invasión. Poco a poco, el espíritu reivindicativo se fue diluyendo y, finalmente, la situación de ocupación se normalizó.

Consecuencias e influencia posterior

Desde Occidente no se plantearon muchas criticas o rechazos a al invasión, más allá de los discursos y resoluciones testimoniales en la Organización de las Naciones Unidas.

Varios analistas consideran que para, las potencias occidentales, la Primavera de Praga también era una amenaza; porque planteaba la existencia de una vía alternativa, tanto al liberalismo capitalista como al comunismo marxista, que podía cuestionar el modelo de un mundo bipolar.

Las mayores repercusiones internacionales del movimiento estuvieron localizadas en el Bloque del Este y en los países del Pacto de Varsovia; que radicalizó sus líneas ideológicas en torno a los partidos comunistas locales, tomando como fundamento las directrices emanadas de Moscú, y estableció la Doctrina Brézhnev como principio de interrelación entre sus miembros.

También se manifestaron los desacuerdos y tensiones que existían a su interior, como demostró la postura del dictador rumano Nicolae Ceaușescu. Rumanía, pese a formar parte del Pacto de Varsovia, rechazó la idea de invadir Checoslovaquia y su ejercito no participo en la operación.

En cuanto a la dinámica de funcionamiento de los partidos comunistas significó el refuerzo de la vieja guardia y la consolidación de las posturas más ortodoxa; lo generó un estancamiento en las posiciones políticas más clásicas y un aislamiento que, a la larga, provocó su perdida de vigencia.

Un aspecto que, en el caso de la Unión Soviética, dio origen a un proceso de estancamientos y fosilización que terminaría provocando su colapso más de 20 años después.

También a nivel internacional, los movimientos políticos que se definían como pertenecientes al espectro ideológico de izquierda se encontraron frente a una gran paradoja: o defendían la intervención militar, lo que los colocaba bajo la influencia ideológica del marxismo ortodoxo soviético; o de desmarcaba de ella, lo que los obligaba a resignificar su posicionamiento ideológico, dando origen a las diferentes vertientes el eurocomunismo.

En Checoslovaquia,  el espíritu de la Primavera de Praga sobrevivió en el recuerdo de sus protagonistas y se transmitió mediante diferentes medios: el arte, la cultura, el deporte o la literatura; teniendo un resurgir político, casi una década después, en el manifiesto «Carta 77».

Finalmente, fue uno de los referentes culturales e ideológicos de la Revolución de Terciopelo; movimiento con el que se puso fin a la hegemonía del Partido Comunista de Checoslovaquia y dio comienzo una nueva etapa histórica de dicho país.

Post Data

Si quieres profundizar más acerca del tema de este post y vives cerca de Alcalá de Henares, te recomendamos visitar la exposición de fotografía:

Checoslovaquia (1968-1991) desde la Primavera De Praga a la Salida de las Tropas Soviéticas

La cual nos ofrece un fascinante recorrido por  este proceso histórico tan relevante, gracias a la fuerza de las imágenes que fueron tomadas durante sus diferentes fases de desarrollo. La podéis visitar hasta el domingo 2 de septiembre en el Antiguo Hospital de Santa María la Rica ( Sala Antonio López).

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