Relaciones Problemáticas.
En esta entrega de Informe Sicomoro abordaremos los conflictos que se dan entre la sociedad y las instituciones políticas. Un Fenómeno que han puesto de manifiesto, en los últimos años, diferentes actores sociales: El 15-m, movimiento anti-desahucio, la marea blanca…
Todos estos movimientos comparten una idea común:
La Política (los órganos de gobierno) y la Sociedad, parecen vivir en esferas completamente separadas, sin comunicarse la una con la otra.
Del mismo modo, se acusa a las instituciones políticas de no tener en cuenta las peticiones de la gente, de no gobernar para conseguir el interés general, sino para satisfacer los deseos de un grupo reducido de la población que conforma una élite.
Estas reivindicaciones las hemos visto a lo largo de los últimos años en diferentes escenarios: concentraciones, marchas, protestas, medios de comunicación, etc.; se han hecho virales gracias a eslóganes como: “Que no nos representan”, “el secreto está en la masa”, o “¡Democracia Real Ya!”…
Históricamente, este tipo de reivindicaciones ha acompañado a procesos radicales de cambio político y social, que han dejado una profunda huella en la evolución humana. Sólo hace falta citar algunos ejemplos:
- Los reclamos que planteaban las clases populares y la joven burguesía, fueron causas para que en 1789 se diera la Revolución Francesa.
- Las quejas de los habitantes de las 13 colonias, motivaron la Revolución Americana que se produjo en 1776.
- La reivindicación de derechos llevada a cabo por los campesinos rusos en 1905, marcaron el camino hacia la Revolución de Octubre.
- La oleada de descolonización que se vivió en África y Asia, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, estuvo precedida de un gran número de choques entre las comunidades locales y las instituciones de gobierno.
Estos Isomorfismos históricos, nos muestran que las relaciones entre sociedad e instituciones política suelen tener cierto grado de conflictividad; y que, los momentos de mayor exacerbación de este conflicto, pueden ser el punto de inflexión para la aparición de una Revolución.
Pero… ¿a qué se debe esta situación?, ¿hay alguna forma de superar este conflicto entre sociedad y política?, ¿cuál es nuestro papel como personas individuales en esta situación? …. preguntas que queremos abordar en este informe.
Sistemas, Sociedad y Política
Lo primero que debemos considerar es que, tanto la política como la sociedad son sistemas.
Por sistema entendemos una entidad que actúa como un todo integrado. Es decir, no puede ser entendida como la sumatoria de las diferentes partes que la conforman, porque existen una serie de interacciones entre sus elementos que son los que le dan identidad propia, y tiende a alcanzar unos objetivos específicos.
A partir de esta definición nos damos cuenta que muchas de las entidades, por no decir todas, que existen en la realidad son sistemas y funcionan como tales: los organismos vivos, las organizaciones, e incluso las agrupaciones de personas…
Ahora bien, nuestra siguiente pregunta es ¿qué importancia tienen los sistemas para la comprensión de la política y la sociedad?…
Como hemos visto anteriormente, las agrupaciones de personas son sistemas, pues son entidades que adquieren identidad a partir de las interacciones que se establecen entre sus elementos, y están dirigidas a conseguir objetivos concretos.
En el caso de la Sociedad, la podemos considerar como un sistema que está compuesta por las diferentes personas que forman parte de una comunidad y que tiene como objetivo organizar la convivencia entre ellas, de manera que no exista un conflicto o enfrentamiento entre los miembros.
Para alcanzar este objetivo la sociedad cuenta con varios recursos: la formación de diferentes estructuras comunitarias y establecer formas de comunicación comunes para todos los integrantes.
La idea final es promover, a partir de ellos, el bienestar general y evitar que los miembros tengan algún tipo de descontento.
Por su parte el ámbito político es un sistema compuesto por una agrupación de personas. Pero, a diferencia de la sociedad, su objetivo es indicar a los miembros de la sociedad cuales acciones están permitidas (o son aceptadas) dentro de la comunidad y cuales están prohibidas (o son rechazadas) por la comunidad.
En caso de las actuaciones socialmente rechazadas, es posible promover que se apliquen castigos a los miembros de la comunidad que los comentan. Aunque la aplicación efectiva de estas sanciones correspondan a otros sistemas: el derecho, ámbito judicial, etc.
Para cumplir con este objetivo, la política también cuenta con una serie de recursos entre los que destacamos la construcción de una serie de instituciones (gobiernos, parlamentos, asambleas, etc.) y el establecimiento de una serie de reglas de funcionamiento de estas últimas.
A esta capacidad, que se tiene desde el ámbito político, de condicionar las actuaciones de los miembros de la comunidad se le denomina Poder Político o simplemente Poder.
Estado: medio de interacción entre la sociedad y la política.
Ya que entendemos de una manera sistémica tanto la Sociedad como la Política, la siguiente pregunta obligada es ¿qué tipo de relaciones se establecen entre dichos ámbitos?
La sociedad no puede organizar la convivencia colectiva de cualquier manera. Tiene que tener en cuenta que hay una serie de acciones que están permitidas y otras que están prohibidas. Estas acciones son establecidas por el ámbito político y, por tanto, este último condiciona el funcionamiento de la sociedad.
Este hecho provoca que los objetivos sociales pasen a subordinarse a las indicaciones políticas. De esta manera, metas como el bienestar general o el interés de la colectividad pueden quedar supeditadas a lo que diga el Poder Político.
Normalmente esta situación no debería ser problemática, pues las instituciones políticas pueden incorporar parte de los objetivos de la sociedad, y buscar que exista una coherencia entre la organización comunitaria y las directrices emanadas desde la esfera política.
Para lograr esta conciliación se crea una institución especial dentro del ámbito político, llamada Estado. Cuyo principal objetivo es que esta clasificación entre actuaciones prohibidas y permitidas contribuya a generar un bienestar general y a construir el bien común.
El Estado se convierte en una institución puente, que permite la comunicación y la interacción entre ambas esferas. Gracias a esta característica, posee elementos propios de la sociedad (como su preocupación por el bienestar general) y elementos propios de la política (como la capacidad para ejercer el Poder).
Solo gracias al Estado es posible que exista una relación de coordinación y colaboración entre la política y la sociedad
El origen del conflicto…
La pregunta que nos formulamos ahora es… ¿cómo surge el conflicto entre la sociedad y la política?… La respuesta es muy sencilla:
El conflicto surge porque el Estado no cumple adecuadamente su función mediadora. Y surge una nueva pregunta, ¿por qué se da esta situación?
Esto se debe a que los agentes que ejercen el poder político (gobernantes, partidos políticos, instituciones de gobierno, etc.), presionan al Estado para que actúe de una determinada manera, en aquellos casos en los que hay una diferencia de criterios entre lo establecido en la esfera social y lo establecido en la esfera política.
Debemos recordar que la esfera política es desde donde surge y reside el Poder, por tanto, también tiene capacidad de influencia sobre el Estado.
En casos extremos, como en el la monarquía absolutista y las dictaduras, el Estado queda reducido a ser una parte de la política, completamente dependiente de ella. Recordemos la famosa cita de Luis XIV:
El Estado Soy Yo (L’État c’est moi)
Que ha sido suscrita, aunque enunciada de otras formas, por personajes como Napoleón, Hitler, Lenin, Stalin, Gadafi, Fidel Castro, Pinochet, Videla…
Cuando la subordinación del Estado a los intereses de Poder Político se lleva a cabo, se produce la incomunicación entre las dos esferas. Como hemos visto, la sociedad necesita tener en cuenta lo que dice la política para llevar a cabo su función de organización, pero la política puede llevar a cabo su función sin contar con lo que se diga desde la sociedad.
¿Cuántas veces vemos leyes que no sirven para nada?, ¿Qué no responden a los problemas existentes?, ¿Qué se dedican a cosas que no tienen interés para la comunidad?…. Este es el mejor ejemplo para ilustrar lo dicho anteriormente.
Si el Estado queda subordinado a los intereses del ámbito político, sus decisiones y actuaciones pasarán a estar dirigidas por parte del agente más importante que existe en la política actual: Los partidos políticos.
La ley de Hierro de la Oligarquía contra el sueño del bienestar colectivo.
A mediados del siglo XX un politólogo y sociólogo alemán, llamado Robert Michels, realizó un profundo estudio del comportamiento de los partidos políticos. Gracias a este trabajo pudo formular un principio explicativo general acerca de la evolución de los mismos, al cual denominó Ley de Hierro de la Oligarquía.
Según la tesis de Michels, no importa cuál sea su origen, su ideología, sus objetivos o su estructura interna, todo movimiento político al llegar a la fase de consolidación termina siendo conducido por una minoría de entre sus miembros, quienes terminan conformando una élite o una clase dirigente dentro del partido.
La organización es lo que da origen a la dominación de los elegidos sobre los electores, de los mandatarios sobre los mandantes, de los delegados sobre los delegadores. Quien dice organización, dice oligarquía. Robert Michels. Partidos Políticos.
En conclusión, la esfera política está dirigida por una élite que se esfuerza en conseguir el poder para satisfacer sus propios intereses. Así que, en caso de existir una diferencia entre sus intereses y los intereses de la comunidad, optan por promover sus intereses en detrimento de las necesidades colectivas.
Este hecho marca el origen y explica el conflicto que existe entre la sociedad y la política. A partir del este momento ambas esferas siguen caminos separados, la mayoría de las veces contradictorios.
Mientras las élites políticas se orientan a aumentar su Poder y servir a sus intereses, la sociedad se limita a seguir organizando la convivencia colectiva dentro del marco de los límites que le establece la política.
Empezamos a apreciar los conflictos y el problema cuanto en la sociedad escasean los medios para seguir cumpliendo su función y cuando desde la política se le prohíbe realizar actuaciones que le permitan hacer frente a esa falta de recursos.
Desde la sociedad se plantean demandas sobre aspectos como la pobreza, el desempleo, la falta de oportunidades, la vivienda, etc. A los que no se puede responder exclusivamente desde el ámbito social, es necesaria una intervención de la política.
Si la política no plantea una respuesta al problema, se desentiende de él o se posiciona en contra de las expectativas de la comunidad. Desde el ámbito social, pueden surgir movimientos de protesta y de respuesta radical que apuntan a la necesidad del cambio político. … Que pueden terminar alimentando las revoluciones.
Ahora bien, la pregunta es si ¿es posible conciliar de una manera menos traumática la interacción entre política y sociedad?… Pues una vez que se pone en marcha una revolución, las consecuencias son imprevisibles y pueden llegar a ser contraproducentes…
Recuperación del papel mediador del Estado
La mejor manera de evitar el conflicto entre la política y la sociedad reside en recuperar ese papel mediador que tiene el Estado. Evitar que esta institución sea subordinada a los intereses del poder político, es decir, de las élites que dirigen los partidos políticos.
No se trata de hacer una revolución que destruya todo lo existente, como fue el caso de Francia en 1789 o de Rusia en 1917, sino de optimizar los elementos de interacción con los que se cuenta.
En las revoluciones que hemos mencionado a lo largo del post, apreciamos con desengaño que, al final, la situación de conflicto entre la sociedad y la política se repite. Ello se debe a que el cambio sólo se ha dado en las élites que dirigen la esfera política, pero no se ha esforzado en mejorar la interacción entre la política y la sociedad.
Alcanzar este objetivo, reconstruir la interacción entre la sociedad y la política, requiere el desarrollo de una serie de innovaciones en varios de los conceptos fundamentales de sociología y la ciencia política:
- Desarrollar un nuevo tipo de agente político.
- Un nuevo tipo de liderazgo político.
- Nuevas formas de interacción entre el Estado y los partidos políticos.
- Nueva dinámica comunicativa entre las diferentes esferas.
¿Cómo podemos llevar a cabo esta labor?, ¿cuál sería el nuevo escenario para las relaciones política-sociedad?, ¿Qué cambios plantearía respecto a nuestra actual realidad?… son algunas de las preguntas que abordaremos en nuestra próxima entrega.
Os esperamos!!!!
Muy interesante tu articulo, Jose Pablo. Creo pertinente que abordes también problematicas que afectan la relación instituciones Vs sociedad desde vertientes que ya no ven necesaria una vinculacion entre estado y sociedad, en especial las grandes corporaciones que minimalizan las soberanías nacionales, «democráticas» o no, en pos de intereses supra. Hay normas que le permiten a las corporaciones demandar a las naciones en ambitos internacionales y en cuyo espacio, la sociedad no tiene nibguna importancia.
Muchas gracias por tu pertinente comentario Leguis. Tomamos nota de tu propuesta para abordarlas en nuestras próximas entradas. Efectivamente, están aumentando los ámbitos de interacción en los que el Estado deja de ser una entidad de referencia. Aunque todavía es pronto para alcanzar un análisis concluyente de este proceso o sus consecuencias, sí que apreciamos una serie de dinámicas que se están consolidando y que seguramente aumentarán, que permiten una nueva configuración del concepto Estado y sus funciones en un mundo cada vez más ínter conectado y globalizado.