Colaboración especial de Fernando Fuster van Bendegem *; Director de Seguridad Privada y Coronel del Ejército de Tierra (R)
“Hay que luchar y seguir luchando aunque solo sea previsible la derrota” Mao Tse Tung
“Es ley de guerra que los vencedores traten a los vencidos a su antojo” Julio César
A un mes del inicio de las hostilidades, el conflicto en Ucrania se encamina hacia una etapa de estancamiento. Estancamiento que no debe ser entendido como ausencia de hostilidades, sino como la falta de progreso significativo para la consecución de los objetivos que cada contendiente se ha marcado. Desde mi última publicación (el pasado 3 de marzo) los avances de las fuerzas rusas sobre el terreno han sido escasos. Han fracasado en su intento inicial de “desnazificar” –derrocando al gobierno Zelensky– y “desmilitarizar”–anulando la capacidad de sus fuerzas armadas– Ucrania, aunque hayan conseguido un mayor control en la región del Donbás. Por su parte los ucranianos se han visto forzados a continuar con una defensa a ultranza en las principales ciudades, en una batalla de desgaste del agresor –y también propia– sin que, por el momento, dispongan de la capacidad suficiente para llevar a cabo una contraofensiva significativa, siendo una incógnita hasta dónde puede llegar su capacidad de resistencia. Esta falta de avances sustanciales por ambas partes podría llevar al conflicto hacia un callejón sin salida, que podría forzar a los contendientes a buscar más apoyos en el exterior –con el consiguiente riesgo de la extensión del conflicto– o, en el caso de Rusia, a emplear otros recursos de su arsenal armamentístico –llevándolo a una escalada de consecuencias inimaginables–. La guerra no ha terminado ni parece probable que pueda terminar pronto, siendo difícil en este punto aventurar cualquier resultado. Hoy más que nunca se puede decir que la guerra sigue siendo una aventura incierta.
La situación sobre el terreno
Repasemos lo que ha sucedido en los cuatro ejes de progresión en los que se diversificó la invasión desde un principio:
El primer eje, que pretendía rodear y/o tomar la capital, todavía no ha conseguido cerrar el cerco a la ciudad, ni mucho menos penetrar en Kiev. De momento las defensas ucranianas de la ciudad mantienen a los atacantes a unos 25 km del centro. Las fuerzas ucranianas han realizado algunos contraataques en localidades del noroeste y oeste de la capital, en Moshcun y Makariv, aparentemente efectivos, y otros en Irpin, Bucha y Bostomel –al sur del Aeropuerto Internacional Antonov–, que están obligando a las fuerzas rusas a pasar temporalmente a la defensiva y fortificar sus posiciones, impidiendo al mismo tiempo que se pueda cerrar el cerco a la capital por el sur. Recordemos que el ataque desde el norte sobre Kiev se está llevando a cabo mediante dos esfuerzos, este y oeste, a caballo de ambas orillas del Dnieper, siendo el del este el que progresa más lentamente por las dificultades encontradas al no poder tomar la ciudad de Chernigov. En estos últimos días han intentado alcanzar Brovary sin éxito.
El segundo eje, que debía haber apoyado los esfuerzos del primer y tercer eje, se ha visto detenido por la resistencia en las ciudades de Sumi y Járkov, a pesar de que continúan bombardeándolas. Sin embargo, si se ha conseguido progresar en dirección al Donbás, en apoyo al tercer eje, en concreto hacia la localidad de Izyum, aunque sin llegar a conquistarla.
El tercer eje, el del este, persigue recuperar el mayor espacio posible en los Oblast de Donetsk y Lugansk. El avance más significativo del bando ruso se ha producido sobre la ciudad de Mariupol, donde ha convergido con el esfuerzo procedente del sur, del cuarto eje. La ciudad se encuentra sitiada y ha sido sometida a un importante castigo por el fuego, tanto de artillería, como de aviación y con misiles. Los combatientes chechenos de la Rosgvárdia, o Guardia Nacional Rusa, liderados por Adam Delimkhanov, están progresando desde el este y reduciendo la bolsa de resistencia ucraniana barrio por barrio y casa por casa, habiendo llegado ayer, día 24 de marzo, hasta el centro de Mariupol, mientras las autoridades locales abandonaban la ciudad.
El cuarto eje de progresión es el del sur, desde Crimea. Sigue siendo el que más éxitos está cosechando. De los dos esfuerzos que despliega, uno hacia el noroeste y otro hacia el noreste, el del noroeste se ha encontrado con una fuerte resistencia en Jerson, ciudad que a pesar de que se daba prácticamente por conquistada, todavía sigue resistiendo. También las defensas en Mikolaiv han opuesto una importante resistencia y están cerrando el avance ruso hacia el oeste, hacia Odesa, enclave estratégico de primer orden al ser junto a Mariupol los únicos puertos importantes que le quedan a Ucrania tras la pérdida de Crimea. En cuanto al esfuerzo del noreste, ha conseguido progresar hasta Mariupol cerrando el cerco a la ciudad desde el sureste. Se considera que la conquista de Mariupol por las fuerzas rusas pueda ser cuestión de horas o días. De ser así, sería la primera ciudad de una cierta entidad (430.000 habitantes) que cae en manos de los rusos. El día 23 de marzo se estimaba que en el cerco todavía aún permanecían unas 100.000 personas, según declaró el presidente Zelensky.
Además de lo mencionado conviene hacer alguna reflexión adicional sobre determinados elementos significativos que afectan al curso de las operaciones.
De momento y sorprendentemente, Rusia no ha logrado el dominio del aire, tan solo una cierta superioridad, pues la aviación ucraniana sigue volando y atacando objetivos rusos, además de que las fuerzas ucranianas están empleando drones que les proporcionan una valiosa información del campo de batalla, así como para el señalamiento de objetivos e incluso, en algunos casos, les permiten atacar directamente a los carros de combate enemigos. La aviación rusa, que sigue sin embargo ocasionando importantes daños, tiene que volar a cierta altura para evitar ser derribados por los misiles portátiles antiaéreos suministrados por occidente. Esto representa una importante limitación, especialmente para los helicópteros, que no pueden apoyar los avances de las columnas acorazadas rusas. Se estima, no obstante y según informa el Estado Mayor General ucraniano, que la aviación rusa estaría realizando en torno a las 80 salidas de combate diarias, lo que no es despreciable y justificaría la petición del presidente Zelensky de establecer una zona de exclusión aérea, petición que implicaría la entrada en el conflicto del país o coalición que apoyase la medida.
Los rusos siguen teniendo problemas de suministros logísticos. Un clásico de las fuerzas rusas, que una vez más se ha puesto de manifiesto. El Estado Mayor General ucraniano asegura que determinadas fuerzas (sin especificar) tienen alimentos y combustible solo para tres días. A eso habría que añadir un deficiente mantenimiento, que ha ocasionado el abandono de algunos vehículos de combate averiados.
El número de muertos por ambos bandos es difícil de saber, al ser un dato que deliberadamente los contendientes ocultan. No obstante, se estima que las fuerzas rusas podrían haber sufrido entre 7.000 y 15.000 muertos, pudiendo ser el total de bajas para el combate del orden de 40.000 a 50.000 (según la OTAN). Además la muerte de 5 generales en el frente, un número elevado para este rango, podría sugerir que está siendo necesaria su intervención en primera línea para alentar al combate, algo que podría traslucir la falta de acometividad de las unidades rusas. Por su parte los ucranianos declaran haber sufrido 1.300 fallecidos (a 12 de marzo), sin especificar los heridos, dato que de ser cierto podrían estimarse en torno a los 5.000. Seguramente, ninguno de estos números sea preciso, aunque sí es normal, en este tipo de combate, que el atacante sufra un mayor desgaste que el que defiende.
No obstante, una fuerza de ataque inicialmente estimada en unos 150.000 efectivos que sufriese esa proporción de bajas (un 30%), debería haber sido relevada del frente, algo que, según parece, tampoco está sucediendo. El procedimiento que se estaría siguiendo, según algunos analistas, sería el de recomponer unidades sobre la marcha, acudiendo a levas forzosas en el Donbás o a la recluta de ciudadanos rusos fuertemente endeudados, creando nuevas unidades ad hoc cuya capacidad y cohesión dista mucho de ser la idónea. Paralelamente el presidente Putin estaría intentando que Bielorrusia se uniera a la contienda, algo que, por el momento, el presidente Lukashenko estaría consiguiendo evitar.
Sea como fuere, Rusia sigue teniendo la iniciativa en las operaciones y se mantiene a la ofensiva, lo que significa que todavía tiene fuerza suficiente y voluntad de lograr sus objetivos. Probablemente no en su totalidad, pero seguramente lo que considere esencial para sentarse con autoridad en la mesa de negociaciones. El conflicto ha entrado en una etapa en la que cada pequeña victoria será a costa de mucho sacrificio por ambas partes.
Las opciones de Zelenski
El presidente Zelenski no tiene demasiadas opciones. Su principal baza es que la OTAN o EEUU se involucren en el conflicto, algo parecido a lo que aspiraba Churchill desde que en 1940 accediera al puesto de Primer Ministro, viendo sus deseos hechos realidad cuanto, tras el ataque japonés a Pearl Habour, Alemania e Italia declararan la guerra a los EEUU implicándola en la II GM. La única objeción es que esta opción supondría la III Guerra Mundial, algo en lo que tanto rusos como norteamericanos y la OTAN están de acuerdo en evitar, al menos de momento. Esta guerra mundial, de producirse, podría derivar en una escalada nuclear, lo que llevaría a la Destrucción Mutua Asegurada (MAD). Por ello, cualquier invitación a una mayor implicación, como el establecer una zona de exclusión aérea, debe ser analizada con sumo cuidado y la máxima de las cautelas. En ese sentido sorprende que algunos líderes europeos de la OTAN de países del Este hayan reclamado una postura militar más proactiva por parte de la OTAN –mediante el despliegue de una fuerza de paz–, lo que ha desembocado en la cumbre de la Organización que se celebró ayer. No obstante hay que decir que las sanciones impuestas por Occidente y el envío de armas a través de las fronteras de los países OTAN con Ucrania, ya suponen de facto una cierta implicación en el conflicto, algo que el Kremlin se ha encargado de recordarnos con dos avisos. El primero con un ataque con misiles, el pasado 13 de marzo, a una base ucraniana situada a tan sólo 25 kilómetros de la frontera con Polonia. El segundo, mediante el lanzamiento de un misil hipersónico –misiles hoy por hoy imposibles de interceptar– contra un almacén de armas y municiones (según el portavoz ruso) en la región de Ivano-Frankivsk, al oeste de Ucrania, el pasado 19 de marzo. Hay que recordar que estas armas pueden ser provistas de cabeza nuclear en caso necesario.
La segunda y más probable opción del presidente ucraniano es continuar con la defensa a ultranza, ciudad por ciudad, confiando en que el desgaste de las fuerzas rusas los lleven a la mesa de negociaciones en una situación menos ventajosa que la actual. Para ello seguirá necesitando de la ayuda occidental y tener previsto el escenario de escasez de suministros básicos que muy probablemente tenga que afrontar en un futuro inmediato.
Las opciones de Putin
Vladimir Putin sigue disponiendo de la iniciativa en el conflicto y, de momento, de capacidad ofensiva suficiente para alimentar ciertas expectativas de victoria, aunque probablemente ya sea consciente de que no podrá lograr la totalidad de los objetivos que se propuso. No obstante tendrá que hacer frente a una posible y progresiva pérdida de popularidad, a medida que la sociedad rusa vaya recibiendo a sus soldados muertos en combate y empiecen a sentir los efectos de las sanciones occidentales, esto último algo que podría tardar más de lo deseable en llegar. Sin subestimar la capacidad de sufrimiento del pueblo ruso, que históricamente ha demostrado ser muy elevada, un conflicto excesivamente demasiado largo podría no ser sostenible, a pesar de las reservas económicas rusas, la eficaz propaganda del Kremlin o el relativo pero incierto apoyo de Pekín.
La campaña militar no ha salido como se había planeado, algo que fue evidente en los primeros días incluso en el tono y amenazas del presidente Putin y de su ministro de exteriores Lavrov. Sin embargo, pasado el revés inicial, parece que el Kremlin no se siente ya tan incómodo con el curso de las operaciones, a pesar del pobre resultado. Un mal presagio que, unido a las acusaciones del Kremlin sobre la existencia de laboratorios estadounidenses biológicos en Ucrania, ha llevado a la OTAN a temer una escalada del conflicto mediante un ataque químico, una posibilidad que no debería ser completamente descartada, a pesar de que el empleo de este tipo de armas en combate no sea tan ventajoso como aparenta, al depender demasiado de las condiciones atmosféricas locales para que sean efectivos. En todo caso, un ataque con armas químicas, nucleares de baja potencia, biológicas o radiológicas –un “accidente” en la central de Chernobil o Zaporiyia, por ejemplo– no deberían ser absolutamente desechados, aunque se consideren poco probables. En todo caso, tras la cumbre de la OTAN de ayer se ha acordado enviar material para la defensa NRBQ (Nuclear, Radiológico, Bacteriológico y Químico) a Ucrania, lo que puede dar idea de hasta qué punto la Organización cree que pueda suceder.
Lo más probable, en mi opinión, es que las fuerzas rusas vayan ocupando ciertas ciudades por aplastamiento, es decir, bombardeándolas de forma prolongada hasta reducir o anular su capacidad de resistencia. Algo similar a lo que ya hicieron en Alepo (Siria) recientemente o en Grozni (Capital de Chechenia) en 1999. Y si bien es cierto que sólo con el bombardeo es poco probable que una ciudad se rinda, no es menos cierto que el efecto moral y psicológico, como el que vemos estos días en Mariupol, puede menoscabar seriamente la capacidad de resistencia ucraniana, llevando al presidente Zelensky a una negociación forzado por el desproporcionado sufrimiento de su pueblo. En todo caso, el avance de las fuerzas rusas en la toma de ciudades y su capacidad de cercar Kiev en los próximos días o semanas, darán la medida del progreso de esta aproximación operacional.
Rusia tiene también el recurso de sus socios y aliados. De momento, como se ha comentado, el presidente de Bielorrusia se resiste a las presiones del Kremlin y no parece dispuesto a involucrarse en la contienda. También se ha especulado sobre un posible apoyo de China, cuestión más preocupante y que podría escalar el conflicto, como veremos a continuación.
El complicado dilema de Xi Jinping
El presidente norteamericano se reunió virtualmente con su homólogo chino el pasado 18 de marzo, mientras algunas voces reclamaban una posible mediación de China en el conflicto –dado el ascendiente que Xi puede tener sobre Putin–, incluida la solicitud del propio presidente Zelenski. Sin embargo, el asunto que preocupaba a los EEUU era el posible apoyo de China a Rusia, tanto económica como militarmente, algo que el embajador de China en Washington, Qin Gang, se encargó de desmentir dos días después, señalando que “China no está considerando el envío de ayuda financiara o militar para apoyar a Rusia”.
No obstante, la preocupación EEUU podría estar justificada. China es la principal potencia emergente en este momento, pudiendo poner en cuestión el liderazgo mundial de EEUU en algunos años (posiblemente en 10 o 20 años). Pero en la actualidad China depende económicamente del comercio con el resto del mundo, especialmente con países como EEUU, Japón, Corea del Sur, Alemania o India, por citar algunos de los principales, ya que debe dar salida a su ingente capacidad de producción. Su ambiciosa iniciativa económica “One Belt, One Road” (OBOR), también conocida como la “nueva ruta de la seda”, incorpora a 139 países con diferentes niveles de participación, representando el 40% de PIB global e incluyendo al 63% de la población mundial. Este crecimiento comercial se ha hecho mediante la adhesión voluntaria a un proyecto que ha despertado interés en otras naciones, no por conquista de otros territorios.
Simultáneamente, la relación con la Rusia de Putin está llevando el nivel de las relaciones bilaterales al momento más álgido de su historia. Xi sabe que en un futuro no muy lejano podría necesitar a Rusia como aliado. Por ello, por una parte, Pekín se podría ver tentado a ayudar a Rusia, pero por otra, supondría un posicionamiento que podría acarrearle, no sólo las sanciones con las que amenazó el presidente norteamericano, sino también la ruptura de relaciones comerciales con muchos países y el fin del sueño de la iniciativa de la “nueva ruta de la seda”, y con todo ello el retroceso de decenas de años.
Estratégicamente Xi Jinping sabe que directa o indirectamente la confrontación con los EEUU por la hegemonía mundial es una cuestión de tiempo, pero ahora no es el momento. Pekín ha esperado pacientemente y con sabiduría oriental para no dar pasos en falso y consolidar su posición en el mundo, y no parece lógico que se precipite por apoyar una aventura que, además, pone en bandos enfrentados a un aliado estratégico (Rusia) y a un significativo socio comercial (Ucrania), que además es apoyada por Occidente en bloque. Una cosa es abstenerse en la votación en la Asamblea General de NNUU respecto a la condena a Rusia y otra muy distinta es involucrarse en un conflicto que no parece aportarle demasiados beneficios.
No obstante China, como EEUU y Occidente, podría verse arrastrada al conflicto en función de cómo evolucionen los acontecimientos en Ucrania, en caso de que se desencadenase una III Guerra Mundial, o se produjese una escalada nuclear.
Las negociaciones de paz
En todo conflicto siempre existe la posibilidad de alcanzar un acuerdo que, sin satisfacer a las partes, al menos haga que el coste de la guerra sea menor. De momento las conversaciones de paz han servido sólo para establecer algunos corredores humanitarios, sin haberse alcanzado todavía un alto el fuego temporal, que suele ser el primer paso en este proceso. Hasta ahora el Kremlin mantiene casi intactas sus demandas, como le recordó el presidente Putin el pasado 17 de marzo a su homólogo turco en conversación telefónica. Sin embargo sí han matizado lo que entienden por neutralidad, la renuncia a la incorporación de Ucrania a la OTAN, algo que tras las declaraciones del presidente Zelensky se da por conseguido. En cuanto a la “desmilitarización”, significaría renunciar al suministro de armas de occidente, algo que haría que Ucrania dependiera del armamento ruso. Finalmente por “desnazificación” podrían aceptar, según declaró el ministro de exteriores Lavrov, la abolición de las leyes que discriminan a la población ruso-parlante de Ucrania. El presidente Putin ha trasladado que habría que resolver estas cuestiones antes de que se sentara con el presidente Zelensky para tratar sobre la cuestión del Donbás, en el cara a cara que éste último reclamó el pasado 19 de marzo. Los ucranianos, por su parte, sólo admiten de momento su disposición a no entrar en la OTAN, rechazando las demás peticiones que, en todo caso, habría que someter previamente a un referéndum nacional antes de suscribirlas.
En consecuencia podríamos decir que las negociaciones de paz están todavía en sus estadios iníciales.
Conclusión
Al cumplirse un mes desde el inicio del conflicto, ciertos analistas y personas relevantes, alguna con importantes responsabilidades, se han aventurado a especular sobre la duración del conflicto. Unos dicen que será largo, otros que corto, incluso hay quien ha dicho que la guerra se decidirá en las próximas dos semanas. Por lo que yo sé de conflictos, su posible duración es en la mayoría de los casos impredecible, más aún en este caso, en el que se han implicado no sólo los contendientes sino también una buena parte del mundo. Y es que la duración depende en buena medida de la percepción que tengan los contendientes, en este caso principalmente rusos y ucranianos, y en particular los presidentes Putin y Zelensky. Aunque también hay factores que podrían acelerar el fin de la guerra, como por ejemplo un golpe de estado en el Kremlin o la salida del poder de alguno de los dos presidentes.
En este punto me permito recordar que la guerra es una lucha de voluntades llevada al extremo y que, en consecuencia, la percepción de los contendientes juega un papel central en el devenir de los acontecimientos. Al respecto, creo que el momento que vivimos se recoge magistralmente en la escena inicial de la película Gladiator, de Ridley Scott (2000). Tras una tensa espera en el frente, en Germania, el general romano espera la llegada del emisario enviado para negociar la rendición, pero vuelve con la cabeza cortada. Entonces el general dice: “Han dicho que no”, a lo que su adjunto responde: “Hay que saber cuando se es conquistado”, y contesta el general “¿Tú lo sabrías?”, para añadir finalmente “¿Y yo?”.
Como estudioso de los conflictos armados sé que ese momento es crucial y especialmente difícil de identificar y admitir, en palabras del general de la película: “¿Tú lo sabrías?” “¿Y yo?”. Se trata del momento próximo a la derrota, momento de sentarse a la mesa de negociaciones para cerrar el conflicto, en el que la posición de fuerza del virtual ganador prevalecerá en el resultado final.
A día de hoy tanto Zelensky como Putin consideran que pueden llegar a una posición de ventaja frente al oponente y ninguno quiere ocupar el puesto del virtual perdedor en la mesa de negociaciones. Por eso creo que la guerra continuará mientras a los contendientes les queden opciones viables, siendo probablemente la pregunta más pertinente en este momento ¿hasta dónde está dispuesto a llegar Vladimir Putin por lograr sus objetivos? Las opciones de Vladimir Putin son todavía amplias, aunque cada vez más peligrosas. Y sólo él sabe hasta dónde está dispuesto a llegar.
No obstante, a corto plazo, lo más probable es que las fuerzas rusas concentren sus esfuerzos en una sangrienta ocupación ciudad por ciudad, intentando romper el estancamiento actual para alcanzar una ventaja con la que sentarse a la mesa de negociaciones. Este esfuerzo no puede ser indefinido por el coste en vidas y el posible efecto de las sanciones en la población rusa. Por parte ucraniana, el incremento de la catástrofe humanitaria, el castigo sobre la población civil en las ciudades sitiadas y la posible falta de suministros básicos, también pueden limitar la voluntad de resistir.
En cualquier caso, la toma de los elementos clave del conflicto y del país, que pasan por la conquista de buena parte del Donbás, de las ciudades de Zaporizhia y Dnipro, el cerco a Kiev y la amenaza sobre Odesa (una vez tomada Mariupol), podría ser el momento, de llegar a producirse, en el que se rompiera el actual estancamiento y diera comienzo una verdadera negociación para la paz. Aunque el resultado no sea el que Occidente espera.
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* Fernando Fuster van Bendegem.Ha desempeñado responsabilidades de mando y dirección desde el empleo de Teniente (1986) hasta el de Coronel, de 2013 y hasta julio de 2020, incluyendo la jefatura del Grupo de Artillería Antiaérea de Misiles Hawk-Patriot I/74 y del Regimiento de Artillería Antiaérea nº 72. Diplomado de Estado Mayor, ha dedicado buena parte de su vida profesional a puestos de planeamiento, estudio, análisis y asesoramiento, destacando el de Consejero Técnico en el Gabinete del Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) y el de Jefe del Área de Análisis Geopolítico en la Secretaría General de Política de Defensa (SEGENPOL). A nivel internacional, ha representado a España en reuniones, cursos y destinos internacionales (Misiles Hawk e Inteligencia Estratégica en EE.UU., EUROFOR en Italia), participando también en misiones de mantenimiento de la paz –Bosnia, Kosovo y Afganistán– y realizando funciones de diplomacia de defensa desde nuestras embajadas en El Cairo y Ammán, como Agregado de Defensa. En la actualidad está en la situación de Reserva y dedicado al ámbito de la seguridad privada, en calidad de Director, así como al análisis geopolítico, en especial el relacionado con los conflictos.
He leido mucho.Me apoyo en la Media como :CNN,CGTN,FRANCE INFO,DEUTSCHE WELLE y declaro que las cronicas de FERNANDO FUSTER VON BENDEGEM sobre Geopolitica y en este caso el Analisis del conflicto RUSIA-UCRANIA es lo mas completo y perfecto que se haya escrito.TODAS sus cronicas revisten el Deleite ademas de lo Historico y Cultural.
¡¡¡ FELICITACIONES JOSE PABLO TOBAR por presentarnos tan insigne erudito del arte de la GUERRA.
MIL GCS ?