Herbert Marcuse: principios del pensamiento crítico
Herbert Marcuse fue uno de lo miembros más destacados de la Escuela de Frankfurt, uno de los pensadores más importantes del sigo XX y referente intelectual de los movimientos estudiantiles de la década de 1960.
Marcuse ha pasado a la historia, de la filosofía política, por la profundidad y calidad de sus análisis, por lo revolucionario de sus planteamientos y por la forma en que inspiraron a una generación de jóvenes, desencantados con su realidad y los discursos políticos existentes.
En este post presentaremos la figura de Herbert Marcuse. Explicaremos algunos aspectos fundamentales de su planteamiento y destacaremos sus aportaciones al pensamiento crítico de la segunda mitad el siglo XX.
Para comenzar, queremos destacar tres de sus características:
- Poseía una sólida formación filosófica, gracias al estudio de autores como Hegel, Marx, Heidegger y Freud.
- Construyó un modelo de pensamiento innovador, para abordar las problemáticas sociales y políticas, basado en la interdisciplinariedad.
- Denunció des-humanización de las personas llevadas a cabo por diferentes sistemas políticos.
Marcuse: Más que un filósofo
Marcuse nació en Berlín, el 19 de julio de 1898, en una familia de origen judío. Desde joven sintió interés por comprender las problemáticas sociales y políticas.
Un interés que se reflejó en su vida personal: fue soldado en la Primera Guerra Mundial y, cuando ésta finalizó, participó en la revolución de noviembre de 1918, el movimiento que dio origen a la República de Weimar. Paralelamente, llevaba a cabo estudios de filosofía, los cuales terminó en 1922.
En 1928, decidió profundizar su formación filosófica, asistiendo a la Universidad de Friburgo. Allí conoció a los dos pensadores alemanes mas importantes del momento: Edmund Husserl y Martin Heidegger.
Con Heidegger llego a establecer una relación intelectual compleja pues; por un lado, admiraba muchos aspectos de su pensamiento y coincidía con algunas de sus tesis filosóficas; no obstante, había otros puntos en los que estaba en desacuerdo:
- El individualismo y el enfoque a-histórico alrededor de los cuales Heidegger había construido su pensamiento.
- Su postura favorable al Nazismo.
Durante este periodo, estudió y analizó en profundidad el pensamiento de Georg Wilhelm Friedrich Hegel. Labor que quedó reflejada en uno de sus libros más conocidos: Razón y Revolución.
Gracias al estudio de Hegel, Marcuse comprendió la importancia de contar con una visión integral de la realidad y de incorporar la evolución histórica, como un aspecto fundamental, dentro del análisis social y político.
Marcuse y la Escuela de Frankfurt
1933 fue un año importante para Marcuse por dos razones:
Primero, porque Hitler y el nazismo llegaron al poder, algo que marcaría su pensamiento y su vida posterior; por ser judío se convirtió en objeto de acoso y persecución. Situación que lo obligó a huir de Alemania y exiliarse.
Segundo, entró en contacto con Max Horkheimer y el Instituto de Investigación Social (la Escuela de Frankfurt); conformado por un grupo de pensadores con los que tenía imponentes coincidencias:
- El proyecto de descubrir y comprender las causas últimas detrás del funcionamiento de la sociedad.
- Defender la interdiscipinariedad como la mejor manera de estudiar y comprender la sociedad
- Tomar a Hegel y su método dialéctico como punto de partida.
- Señalar los fallos del marxismo ortodoxo.
Marcuse, al igual que otros miembros de la Escuela de Frankfurt, señala la existencia de una serie de contradicciones del proyecto filosófico y político de la modernidad ilustrada:
La Ilustración no construyó la sociedad que había prometido; por el contrario, provocó una forma anómala de interacción social llamada Razón Instrumental. Según la cual las relaciones entre las personas se establecen en función de medios y fines. Esto quiere decir que cuando nos relacionamos con los demás no los vemos como iguales, sino como herramientas para alcanzar nuestros objetivos.
Las otras personas se convierten en un instrumento para alcanzar nuestros propios intereses. Un fenómeno al que se denomina cosificación.
Para los miembros de la Escuela de Frankfurt, incluido Marcuse, una sociedad que se construye sobre esta base es el terreno abonado para que aparezcan diferentes patologías de la convivencia: la desigualdad, la discriminación, , el extremismo, el fanatismo, etc.
Estos problemas son los causantes de fenómenos más graves como el autoritarismo, el fascismo, las guerras o el populismo.
Ilustración, razón y sociedad
¿Cómo es posible que un proyecto tan progresista como la Ilustración provocará esta situación?, ¿en qué momento se desvió el rumbo?, ¿por qué?; son algunas de las preguntas sobre las que reflexionaron Marcuse y sus compañeros, durante la primera mitad del siglo XX.
En general, los miembros de la Escuela de Frankfurt consideraban que el origen de la Razón Instrumental residía en uno de los componentes del proyecto ilustrado: la promesa de llegar a dominar la naturaleza a través de la razón y mediante la ciencia y la técnica.
Idea fundamental para el progreso tecnológico y técnico que hemos experimentando desde la modernidad; caracterizado por eventos históricos como la Revolución Industrial, grandes avances en la investigación científica, mejoras en la salud y en la calidad de vida del ser humano, etc.
Para esta dimensión, que es eminentemente práctica y está enfocada a alcanzar resultados concretos, la relación medios-fines es una herramienta indispensable; sin la cual no puede llegar a cumplir con los objetivos que se establezcan.
Pero, en su opinión, el problema surgió porque el proyecto de la Ilustración quedó reducido a este único aspecto. Ignorándose que la Ilustración fue un movimiento amplio e integral, con propuestas para todos los ámbitos de la vida humana.
Históricamente, se cometió un error al considerar que tomar como fundamento la relación medios-fines para el desarrollo de diferentes procesos, garantizaría el mismo éxito alcanzado en el campo científico y técnico. Por lo tanto, se aplicaron estos principios a ámbitos en los que su utilización podría ser contraproducente: como la convivencia social.
Más allá de la revolución
El análisis de Adorno y Horkheimer los llevó a concluir que las sociedades modernas se construyeron sobre estas contradicciones y; por ello, no pudieron prevenir los terribles acontecimientos ocurridos durante la primera mitad del siglo XX.
Del mismo modo, descubrieron que estas sociedades habían construido una serie de mecanismos que les permitían conservar dicho estado de cosas, evitando cualquier posible cambio social profundo. Con lo que se explicaba que, el final de la Segunda Guerra Mundial, no hubiera generado la desaparición de estas dinámicas
Sus conclusiones eran contundentes e invitaban al pesimismo:
Se había llegado a una situación en la que era imposible que se produjera cualquier cambio social
Marcuse compartía ese diagnóstico, en sus puntos esenciales, y era consciente del inmenso poder con el que contaba el sistema para evitar que surgieran cambios estructurales a su interior. Pero no compartía la contundencia de la conclusión y dejaba una puerta abierta al optimismo.
Para él, la Razón Instrumental no era un círculo cerrado del que resultara imposible escapar; por el contrario, de acuerdo con la lógica dialéctica hegeliana, el desarrollo de la Razón instrumental permitiría el surgimiento de nuevas dinámicas que terminarían por superarla, creando una convivencia social que no basada en la relación medios-fines.
Esta idea no era original de Marcuse, de hecho estaba presente en los fundamentos teóricos del marxismo ortodoxo. Pero tenía un pequeño problema:
Históricamente había sido refutada; no se había producido una revolución explicada a partir de esta idea…
Por tanto, si Marcuse quería seguir defendiendo esta idea debería explicar esa ausencia de ejemplos concretos del principio dialéctico hegeliano. En otras palabras, debía explicar porque habían fracasado las predicciones marxistas respecto al surgimiento de las revoluciones …
Más allá del materialismo: ¿hacia un nuevo humanismo?
Para Marcuse, este hecho no demostraba que el método dialéctico hegeliano fuera erróneo; simplemente que el marxismo no lo estaba aplicando adecuadamente.
El fundamento del pensamiento marxista era el materialismo: idea según la cual todos los procesos sociales estaban regidos por la interacción de elementos y fuerzas materiales. Históricamente los cambios sociales y políticos se producían cuando se dieran las condiciones materiales idóneas para su aparición.
Por ejemplo, el capitalismo terminaba creando las condiciones materiales para que surgiera el comunismo: el proceso de industrialización, un excedente de riquezas materiales y una clase social capaz de liderar el proceso revolucionario. Para una interpretación ortodoxa del marxismo, la existencia de dichas condiciones materiales producía, de forma inevitable, la aparición de los nuevos procesos sociales.
El método dialéctico hegeliano se convirtió en la ley que regía la evolución histórica de las sociedades. Una ley absoluta de la que nada podía escapar. Es decir, si en una sociedad se daban las condiciones materiales para que se produjera una revolución, ésta se produciría de manera inevitable.
Marx creía que esa situación, la antesala de la revolución proletaria, se había alcanzado en las sociedades europeas de finales del siglo XIX. Pero finalmente, tal revolución no se produjo y el sistema capitalista se consolidó.
Para Marcuse, al centrarse en los aspectos materiales, el marxismo excluyó uno de los elementos más importantes dentro de cualquier proceso social y político: el deseo y la voluntad de las personas.
Para el marxismo, los individuos, como Andrés, Carlos o Luís, no eran políticamente relevantes. El verdadero sujeto político en este pensamiento era la clase social: el proletariado, la burguesía, el campesinado, etc.
Lo que encontró Marcuse en su investigación fue lo contrario: la voluntad de las personas, entendida como sujetos individuales, era fundamental en los procesos sociales y políticos, siendo mucho más poderosa que cualquier circunstancia material existente.
Realmente, quienes están detrás de los cambios sociales son personas comunes y corrientes con deseos, miedos y sentimientos; no agentes abstractos racionales que actúan siguiendo las inmutables leyes de la lógica materialista.
En consecuencia, Marcuse propuso incorporar esta nueva dimensión (los impulsos, pulsiones y sentimientos personales) al análisis social y político. Porque la razón para que no se hubiera dado la revolución predicha por Marx no fue la ausencia de condiciones materiales; sino que no hubo voluntad para llevarlas a cabo.
Un hecho que sugiere la necesidad de incluir nuevas metodologías para complementar el análisis social y político existente; que fueran capaces de explicar las motivaciones profundas del comportamiento humano. Marcuse consideraba que psicoanálisis freudiano reunía las condiciones requeridas para llevar a cabo esa labor.
El psicoanálisis permitió incluir y dar significado político a todos los aspectos irracionales e instintivos presentes en la evolución social; que fueron excluidos sistemáticamente por los modelos de análisis político anterior. Gracias a ello, Marcuse pudo explicar fenómenos tan complicados como:
- El efecto de los medios de comunicación en las sociedades y nuevos tipos de comunicación política.
- La emergencia de nuevos actores políticos revolucionarios, como los estudiantes.
- Las nuevas formas de control políticos, invisibles y sutiles, implantadas en las sociedades
Aspectos sobre los que profundizaremos en nuestro próximo post, que estará centrado en la relación de Marcuse con los movimientos de protesta de las décadas de 1960 y 1970.