Epistemología: Desmenuzando el saber ¿Percepción o razón?

“Dos medias verdades no hacen una verdad”.

En nuestro primer Post de la serieEpistemología: Desmenuzando el saber” vamos a rastrear en la antigua Grecia los inicios de la Epistemología. Lo haremos revisando algunas obras de Platón en las que se recogen las discusiones entre sofistas y filósofos por definir qué es el saber.

Es importante ir hasta Platón pues, con su pensamiento se sientan las bases de la dicotomía dualismo-monismo ontológico. Una dicotomía que quizás no siempre fue constante en la obra platónica.

Parece que, en la obra de Platón, se dan dos tipos de respuesta a la definición del saber. Una que trata de objetivar el saber más allá de este mundo: en las formas perfectas de las cosas, que se encuentra en un mundo metafísico llamado el topos uranos; y otra que prefiere concentrarse en la manera en que se está fijando el conocimiento en este mundo.

Veremos las implicaciones que tienen estas distintas maneras de considerar el saber y finalmente cómo están relacionadas con la época moderna.

Estela Funeraria (380a.C)

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La pregunta ociosa sobre ¿qué es el saber? deja de serlo, cuando de ella se obtienen beneficios prácticos como el de distinguir lo que es la verdad y la falsedad. Y en una situación jurídica, por ejemplo, es de vital importancia que la sentencia de un caso pueda distinguir la verdad de la falsedad de una manera casi perfecta para no cometer una injusticia.

Hay que recordar que en el contexto de la Hélade de Sócrates y Platón, la justicia, la verdad y la bondad eran elementos muy importantes pues eran recogidos en su concepto de virtud.

Para aquellos griegos la virtud (areté), era la excelencia a la que podía tender un objeto, animal o persona. Y en el caso del hombre la excelencia tenía que estar relacionada con la felicidad (eudaimonia) a la que puede llegar un ser humano. Platón propone una teoría de cómo el alma podía alcanzar la felicidad a través de la virtud.

Sócrates  se da cuenta de que nadie conscientemente busca el mal para sí mismo, siempre buscamos el bien, aunque a veces el mal puede estar disfrazado de bien. Para los griegos, la justicia, la felicidad y el bien confluyen en una misma cosa: la verdad.

La verdad es el saber correcto. Pero ¿de qué forma se alcanza este saber?

Un grupo de hábiles oradores llamados Sofistas defendían que la percepción a través de los sentimientos era la vía al saber. Este es el punto de partida que lleva a Platón a desmenuzar el origen del saber. Pero antes de comenzar cabe aclarar un elemento técnico sobre la obra platónica.

Sócrates no escribió sus diálogos filosóficos, lo que se sabe de su pensamiento fue recogido por su alumno, Platón. Y Platón en sus diálogos utilizó a Sócrates como personaje principal; quizás por el respeto y agradecimiento que le tenía, o tratando de evitar una posible persecución política.

La obra platónica no es homogénea. Se habla de un periodo socrático, otro de juventud y uno final de Madurez. En este caso nos interesa la ruptura que hay entre los dos primeros y el último, ruptura marcada por el diálogo El Teeteto. En tal texto, Platón “rompe” con una de sus teorías más importantes: la de las formas metafísicas, que se encuentra en La República.

Nos concentramos en estas dos formas de responder al saber, pues creo que ambas son complementarias. Pero esto ya es materia para nuestras conclusiones, vayamos pues a ver la discusión sobre el origen del saber en el periodo anterior al Teeteto.

Reconstrucción idealizada del Acrópolis de Atenas por Leo von Klenze (1846)

El saber antes del Teeteto

Se consideraba que alguien sabía algo porque el conocimiento ya estaba presente en el interior de su alma. Por medio de la reminiscencia una persona podía recordar ese conocimiento y, entonces, saber de forma verdadera. Pero se presenta una dificultad, si esto fuera así ¿por qué algunos no parecen conocer de manera correcta?

Sócrates se da cuenta de que hay personas que necesitan la ayuda de alguien (un maestro) que ya haya logrado ese recuerdo o reminiscencia del conocimiento. Alguien como una partera que ayude a tener la reminiscencia del conocimiento.

A través de una serie de preguntas y respuestas se va guiando una dialéctica. Es decir, una exposición de un argumento y sus posibles objeciones hasta llegar a una conclusión, o en este caso más bien al conocimiento que ya estaba en el alma. Esta conclusión podrá ser sometida a un nuevo proceso dialéctico.

Esta forma de identificar el conocimiento sigue presentando un problema: ¿De dónde está surgiendo aquel saber innato?

En el Fedón, Platón Introduce la noción de las formas para explicar ese problema. Allí se pregunta si es que hay alguna cosa como lo justo, lo bello y lo bueno en sí mismo, o no.

Como tales ideas no se pueden aprehender con los sentidos corporales, Platón cree que ellos poseen una naturaleza incorporal que se encuentra más allá del cuerpo. Él cree que hay un mundo metafísico llamado topos uranos en el que existen las formas perfectas de estas intuiciones abstractas.

Pero de alguna manera si se nos pregunta sobre lo justo o lo bello podemos dar una respuesta adecuada, por lo que tendría que estarse dando algún tipo de contacto entre nuestra sensibilidad y la forma perfecta de las ideas.

Platón cree que al conocer no es tanto que se esté hablando sobre un objeto, sino que el referente mismo de la justicia, (la forma justa) está interactuando con la capacidad que tenemos de percibirla. Se está impregnando y creando el objeto directamente en uno. Este acto es lo que daría la posibilidad de reconocer posteriormente las cosas justas en el mundo.

Así que para gobernar de manera correcta, un mandatario debería ser alguien que se haya impregnado de las ideas puras de justicia, belleza, bondad… Y que posteriormente elaborara dichas leyes. Por ello, Platón propone en la República que solo los filósofos entrenados deberían ser los mandatarios.

Pero ello sugiere una dificultad. Del impregnarse con la forma justa a luego hacer una proposición sobre un juicio de verdad, hay un salto.

¿Cómo se puede justificar el estar aplicando aquella intuición pura sobre un hecho?

Pareciera que Platón se da cuenta de esta problemática y por ello en el Teeteto se concentra en resolver más bien el problema de la distinción entre un juicio correcto y uno erróneo.

Discusión avanzada la noche. William Blades

El saber (episteme) en el Teeteto

En este diálogo, Platón se concentra por dar una definición de lo que es el conocimiento verdadero. Cree que este ejercicio sería incluso más importante que el de aclarar el origen de las formas, pues, es el saber en forma de juicios de la realidad con el que solucionamos problemas prácticos.

En el texto se aproxima a tres definiciones del saber:

  1. El saber es percepción

“Yo creo que el que sabe algo percibe esto que sabe” dice Teeteto. Y agrega Sócrates: “¿No es verdad que, cuando sopla el mismo viento, para uno de nosotros es frío y para otro no? ¿Y que para uno es ligeramente frío, mientras que para otro es muy frío?”.

Esta definición del saber nos llevaría al relativismo de Protágoras. Pero Platón nota que en la práctica no actuamos del todo así:

“Soc- ¿No dice él que lo que le parece a cada uno es así para la persona a la que se lo parece?

Teod- En efecto

Sóc- Pues bien, Protágoras, también nosotros expresamos la opinión de un hombre o, más aún, de todos los hombres, y decimos que no hay hombre que no se considere a sí mismo más sabio que los demás en unas cosas, así como menos sabio en otras. Además, en los peligros más grandes, cuando vienen tiempos de tempestad, ya sea en la guerra, en la enfermedad o en el mar, a los que mandan en tales situaciones los hombres los consideran como si fueran dioses, pues esperan de ellos su salvación, aunque no se diferencien en otra cosa que en el saber. En todas las actividades humanas hay gente que busca maestros y personas que los dirijan a ellos mismos y a otros seres vivos en sus obras. De la misma manera, también hay gente que se considera capaz de enseñar y de mandar. Ahora bien, en todas estas circunstancias, ¿qué otra cosa podemos decir, sino que son los mismos hombres quienes consideran que entre ellos se da la sabiduría y la ignorancia?” (Teet 170b)

Platón rompe con la relatividad protagórica y hace ver que sí existen percepciones mejores que otras, y por tanto opiniones que se acercan más a la verdad.

  1. El saber es opinión verdadera.

Platón va encontrando que en determinada situación puede haber la opinión de alguien sea más sabia que la de otra. Así que percepción y saber no podrían ser la misma cosa.

Platón hace un análisis de los sentidos en el que da cuenta que no se percibe con ellos, sino mediante ellos. Se da cuenta que en cuerpo hace falta un órgano que recupere o que haga síntesis de las abstracciones de información que entran por los sentidos, por decirlo de una forma.

Dirá que es el Alma lo que puede percibir la semejanza y la desemejanza, la identidad y la diferencia, el ser y el no ser. Y estos elementos son los que nos permiten darle sentido a la información que percibimos ..

El alma examina unas cosas por sí mismas y otras por medio de las facultades del cuerpo”

El alma se encuentra más cercana al ser, y por tanto a la verdad cuando se ocupa sobre sí misma. Así que de alguna forma, la correcta opinión sería un ejercicio del alma sobre sí misma. Un ejercicio de reflexión.

Pero Sócrates se da cuenta de que no puede haber conocimiento falso, como tal. Una opinión es solo sobre algo que es. El error es más bien confundir aquello que se cree que es con lo que no es. Por lo que la falsedad es tomar una cosa por otra.

Aquí la episteme Platónica ya se acerca más a la contemporánea, que es de forma proposicional. Platón se ha alejado un poco del mundo de las ideas, para concentrarse en la manera en que se está dando el juicio del alma sobre las cosas que se perciben.

  1. El saber es opinión verdadera acompañada de una explicación

Platón cree entonces que la opinión verdadera debe ir acompañada de algo que la demuestre verdadera per se: el Logos. Pero no todas las cosas tienen logos. En su análisis Platón llega a darse cuenta de que pueden haber dos géneros de entidades.

Los elementos más básicos, aquellos de los que están compuestas todas las cosas; y los complejos, formados por elementos básicos. Los primeros serían carentes de explicación, incognoscibles aunque sean perceptibles. Y los complejos serían cognoscibles y expresables, sus nombres de los elementos que los integran pueden combinarse y esta combinación es la esencia de una explicación.

Así Platón reúne una de las condiciones esenciales del saber: Quien no puede dar y recibir una explicación acerca de algo de lo que tenga opinión verdadera no puede decir que posee el saber relativo a ello.

Hay un problema: ¿puede ser verdaderamente cognoscible un complejo que está compuesto de elementos incognoscibles?

Si el complejo es la suma de los elementos, entonces quien conoce tiene que conocer a fuerza sus partes. Por ejemplo, si se conoce una sílaba es porque se conocen las letras que la componen. Pero si los elementos son incognoscibles, el complejo también lo sería.

¿Entonces el complejo podría ser más bien una forma única que se produce con la síntesis de éstos? Suena a una de las primeras elaboraciones de la Teoría de Sistemas

Pero si fuese una forma única, dice Platón, sería entonces diferente de la mera suma teniendo una naturaleza simple e indivisible. Y al no poder dividirse, sería también como un elemento: incognoscible.

Platón no tiene claro cómo resolver esta dificultad. Es consciente  que el saber necesita un logós que explique el conocimiento de una marera objetiva y de alguna forma apela a su anterior teoría de las formas. El logos depende en última instancia de un acto de contemplación intelectual que no puede ser sustituido por un proceso discursivo.

En su último esfuerzo por aclarar su episteme, encontrará tres sentidos que podría tener el logos para ver si uno de ellos es el que está convirtiendo a la opinión verdadera en saber:

1) Manifestación verbal del pensamiento; que rápidamente descarta por considerarlo muy general.

2) Enumeración de los elementos que constituyen lo que es objeto del saber; que descarta porque el mero enunciar los componentes no exime de agregar un elemento que no es parte del objeto. Por tanto, la enumeración debería de poseer también infalibilidad.

3) Posibilidad de decir la característica por la que un objeto se diferencia de los demás. Aunque esta debería estar ya en la opinión que tenemos de ella, pues si no, no estarían en la mente los objetos que la identifican. Esto volvería la definición en una circularidad.

Portada de la cuarta edición del “Ensayo sobre el entendimiento humano” de John Locke (1700)

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Sumando

Sí bien el diálogo platónico termina sin dar una respuesta clara de lo que sería el logos, se ha hecho ya una gran serie de logros epistemológicos: Platón ha profundizado en una definición del conocimiento que logra ser muy objetiva; ha logrado establecer los márgenes que delimitan el conocimiento falso del verdadero.

Platón ha marcado el paso para los futuros análisis del conocimiento que se harán basados en el lenguaje: en las proposiciones en sí, dándole entrada a un Aristóteles que en su Organón formalizará las proposiciones encontrando los silogismos.

Pero aquí nos interesa el tratamiento moderno de Locke sobre las ideas Platónicas. ¿Si se niegan la ideas innatas, de dónde proceden los contenidos mentales? Locke regresa a las sensaciones, de las que Platón había advertido no debe confiarse.

En el siguiente Post veremos el tratamiento que da Locke sobre la conformación de una episteme basada en la experiencia. ¿Qué elementos usa para evitar caer en el relativismo de Protágoras? ¿Cómo es que la empiria puede ser objetiva…?

¿Cómo es que las ideas coinciden con la realidad? ¿De dónde provienen las ideas?

¡Les espero!

 

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