Estar en medio de la oscuridad y la confusión me resulta muy interesante. Porque cuando sales de ahí puedes ver las cosas como realmente son

David Lynch

El ciclo de la democracia liberal

En la Ética a Nicómaco, Aristóteles planteó que la virtud residía en estar en el justo medio entre dos posiciones enfrentadas, de tal manera que la persona virtuosa era capaz de comprender los diferentes aspectos del contexto en que debía tomar una decisión y encontrar cuál era ese justo medio entre las opciones que tenía a su disposición. Pese a que en su reflexión acerca de las formas de gobierno, la Política, esta idea estaba ausente, el devenir de los sistemas políticos modernos, considerados como tales los que fueron surgiendo a partir de los siglos XVIII en adelante, recupero esta idea para el campo de la filosofía y la teoría política.

Dando lugar al modelo de posiciones políticas que todos conocemos. Que clasifica nuestra postura política en tres grandes bloques: la derecha, la izquierda y el centro político, asociados a una serie de actitudes, principios y valores que los diferenciaban entre ellos. Es cierto que esto es una burda simplificación de esta realidad, pero aquí solo queremos rescatar su valor ilustrativo como metáfora.

Una serie de procesos históricos fue consolidando la idea de que las posturas más extremas terminaban siendo una fuente de problemas y podían dar origen a una serie de disfuncionalidades sociales y políticas que terminarían dando origen a conflictos, enfrentamientos continuados y guerras.   Reforzando la idea de que la mejor manera de evitar estos problemas residía en ubicarse en el centro político, o lo más cerca de él que permitieran nuestros valores.

Abadía en el robledal, 1809.
Caspar David Friedrich

En este escenario hubo un modelo político que se consolidó gracias a su capacidad para orientarse hacia el centro; estamos hablando de las democracias liberales. En las que un ciclo continuo de consulta al electorado permitía validar la satisfacción con las acciones desarrolladas por sus líderes o, en caso contrario, reemplazarlos por otros.

Tras el gran trauma que implicó la Segunda Guerra Mundial, el desarrollo de los modelos liberales democráticos (que podemos considerar equivalente a las democracias participativas) fue la gran apuesta para mantener los desacuerdos a raya y evitar la polarización previa a aquel conflicto.

Aunque es inocente afirmar que la mayor implantación del modelo democrático liberal permitió desterrar el conflicto del ámbito de la política. Es innegable que las democracias liberales nos han proporcionado el periodo de paz entre países más duradero de las últimas décadas, pese a los innegables conflictos de mediana y baja intensidad que se han estado produciendo. La realidad es que ese nuevo orden social basado en la democracia liberal se había diseñado con la esperanza de prevenir una Tercera Guerra Mundial y hasta el momento ha cumplido con esa expectativa, pudiendo considerarse exitoso en lo que a este aspecto se refiere.

El espíritu que animaba este modelo democrático, orientado hacia el centro, también permitió la consolidación de un modelo concreto de partido político: el llamado partido atrápalo todo (catch-all party), cuya manifestación se concretó en dos grandes tipos de partidos políticos. Los partidos socialdemócratas, que reivindicaban su pertenencia al centro político, pero desarrollaban su actuación a partir de una interpretación moderada de ciertos principios provenientes de la izquierda, y los partidos demócrata-cristianos, que reivindicaban estar en el centro y gobernaban a partir de una implementación de principios moderados de la derecha.

Pese a las crisis y problemáticas existentes desde las décadas de 1950 a 1980, el modelo democrático liberal vivió una espectacular luna de miel y la dinámica política estaba marcada por la alternancia en el gobierno entre los partidos socialdemócratas y partidos demócrata cristianos. Tanto que cuando cayó el Muro de Berlín y se desintegró la Unión Soviética, se consideró que este hecho era la prueba irrefutable de la victoria de las democracias liberales sobre los modelos alternativos. 

La caída del muro de Berlín. En Wikipedia

Un fantasma que resurge en medio de la celebración

No hace falta recordar a Fukuyama y su libroEl fin de la historia para hacernos una idea del optimismo que reinaba en aquel momento, sobre todo en los países que pertenecían a lo que se denominaba Occidente. Ante el colapso de la mayor alternativa existente a las democracias liberales, era fácil pensar que no existía otra posibilidad a este sistema y que el desarrollo histórico posterior conduciría a que cada vez más países fueran implementando dicho modelo, hasta llegar a la utopía liberal democrática en la que el estado de paz que había experimentado Occidente durante las décadas anteriores se extendiera al resto del mundo

¿Estaríamos en camino de alcanzar el sueño kantiano de «La paz perpetua»?, vana ilusión a la que muchos se sumaron, pero a la que tuvieron que renunciar pocas décadas después ante el resurgimiento de un viejo fantasma, el de la polarización interna que existía en esas sociedades presuntamente avanzadas. Un problema que no estaba afuera, sino que emergía desde su interior. Parecía como si la desaparición del enemigo exterior hubiera hecho visible repentinamente todas las problemáticas presentes al interior de estas sociedades y sus respectivas fracturas.

Este fue el comienzo de un proceso de crisis interna que siguió profundizándose hasta la actualidad, aproximadamente tres décadas tras ese ingenuo grito de victoria. Un proceso de oradamiento y destrucción que no solo pone en cuestión la supervivencia del modelo democrático liberal, sino que, lo que es más inquietante, pone en cuestión su conveniencia y su legitimidad para seguir rigiendo los destinos de las sociedades de futuro. La popularidad de líderes que defienden modelos democráticos de tipo autoritario (Orban, Putin y Trump, entre otros) nos da una idea de lo profunda que es esta crisis.

Sobre todo porque si hace tres décadas parecía que no había alternativa al orden democrático liberal, ahora resulta difícil apostar por su supervivencia en un contexto en el que está perdiendo las bases sociales de apoyo que lo catapultaron en el pasado.

¿Cuáles son las causas de esta crisis?, ¿cuál es el camino que nos ha traído hasta aquí?, ¿por qué no ha habido una respuesta adecuada frente a ellos?, ¿existe alguna solución?

Líneas básicas de una investigación

Son algunas de las preguntas sobre las que vamos a desarrollar este viaje de investigación, que realizaremos a través de una serie de post de la que este es el primero. En el que tendremos como brújula la visión sistémica y los conceptos aportados por este nuevo campo de investigación.

Propuesta teórica que reivindicamos porque fue una de las primeras en llamar la atención sobre la necesidad de actualizar nuestras herramientas de estudio y nuestras metodologías de investigación social.   Mucho antes del estallido de la crisis, a finales de la década de 1960, autores como Niklas Luhmann habían advertido que las sociedades de aquel momento eran sustancialmente diferentes de las que se habían conocido hasta aquel momento.

Niklas Luhmann (1989), en Wikipedia

Luhmann, junto con otros investigadores que recuperan el concepto de sistema para estudiar el fenómeno social, detecta que hay un desfase entre la realidad que se está estudiando y los referentes teóricos que se usan para llevar a cabo este estudio. Nos advierte que las ideas de Durkheim, Marx o Weber han dejado de ser válidas para entender la sociedad en la que vivimos. De haber prestado más atención a esta advertencia, probablemente la crisis de las democracias liberales no nos hubiera tomado por sorpresa; tal vez no hubiéramos podido prevenirla, pero sí la tuviéramos mejor analizada de lo que está ahora.

Precisamente, esta investigación tiene como objetivo zambullirse en esta crisis y ofrecer una comprensión de la misma, con la esperanza de alcanzar elementos que permitan avanzar en la reconstrucción de una convivencia social equilibrada, en la que sea posible superar tanto la polarización extrema como la desconexión de la política que existen ahora, que se han erigido en los dos extremos entre los que nos vemos obligados a encontrar el justo medio.

Recorrido que comenzará presentando las principales características de esta nueva realidad social y política en la que vivimos, a la que hemos denominado sociedad compleja. De la que haremos explícita su definición, naturaleza, procesos constituyentes, dinámicas relacionadas, junto con una breve semblanza de su evolución histórica.

Para continuar con una reflexión centrada en los orígenes de la teoría social (el estudio de lo que ocurre en las sociedades), que nos llevará a estudiar la filosofía de Hegel. Apartado en el que explicaremos diversos aspectos y partes de su pensamiento que tienen relevancia en el abordaje del fenómeno social y justificaremos las razones para ubicar la génesis de este campo del conocimiento en su pensamiento. Igualmente, profundizaremos en lo que consideramos el mayor aporte realizado por este autor al estudio de la sociedad, a saber, su reflexión acerca de la negación y la manera en que surge conocimiento a partir de ella. Idea que es recuperada posteriormente por las escuelas de pensamiento social con el objetivo de moderarla, por ejemplo en la teoría liberal de la diferenciación, o para potenciarla, como hace Marx mediante el concepto de lucha de clases.

https://es.wikipedia.org/wiki/Georg_Wilhelm_Friedrich_Hegel#/media/Archivo:1831_Schlesinger_Philosoph_Georg_Friedrich_Wilhelm_Hegel_anagoria.JPG

Retrato de Hegel, de Wikipedia.

Exploraremos, a continuación, esas recepciones o adaptaciones del pensamiento hegeliano desde el enfoque de la moderación: el liberalismo de Rawls, sus críticos liberales (Nozick, Shklar, Buchanan), la crítica comunitarista a Rawls (MacIntyre), la filosofía política del multiculturalismo (Kymlicka).

Seguido de las propuestas de radicalización de su planteamiento, en la que ocupan un papel destacado los autores de la Escuela de Frankfurt (Adorno, Marcuse y Habermas) como herederos de la interpretación hegeliana realizada por el marxismo, que gravita en torno a la dialéctica negativa.

La negación hegeliana adquiere unas características especiales que describiremos en el análisis detallado de su pensamiento, pero en este momento queremos destacar que es el fundamento sobre el que se construye el concepto «contingencia», que ocupa un papel destacado en las teorías que estudian la sociedad a partir del concepto de sistema.

Como podremos apreciar en la presentación que hagamos de la teoría sociológica de Niklas Luhmann y otros autores relacionados. Quienes construyen su propuesta desde la contingencia, como un contrapuntoa lo que plantean las otras escuelas de pensamiento mencionadas anteriormente.

En este punto de la investigación habremos presentado un panorama de la herencia filosófico-política de Hegel. Ilustrada en las posiciones presentadas previamente. Conviene destacar que todas ellas suscriben la idea hegeliana de la negación como elemento creativo, que permite el enriquecimiento social. Como veremos en su momento, Luhmann no niega esta idea, pero sí introduce un pequeño matiz que lo salva de enfrentarse a las problemáticas que enfrentarán las otras posturas en fases posteriores de su desarrollo.

Cultura de la cancelación por August Meriwether.
En wikipedia.

 Ahora llega el momento de comprender la relevancia de esta herencia para analizar la crisis que viven actualmente nuestras sociedades y nuestros sistemas políticos. Una crisis que tiene su origen en el desarrollo de dinámicas negativas de tipo destructivo, en las que no hay lugar para ese proceso de creación planteado por Hegel. Algo que se aprecia claramente en fenómenos tan habituales actualmente como el identitarismo de cualquier tipo (ideología, origen, raza, sexo, etc.), que ha convertido a las sociedades enlazadas en una suma de tribus enfrentadas que no tienen ninguna posibilidad de comunicación. Dinámica que tiene su manifestación concreta en las ideas supremacistas (de cualquier tipo) y la ideología woke, que tratan de realizar un equilibrio imposible entre tribalismo y universalismo.

Al final de este camino nos encontramos con un concepto que nos es bastante conocido, el de «cultura de la cancelación», que ha dado origen a un proceso de empobrecimiento social, una suerte de involución, que describiremos con detalle.

¿Estamos a tiempo de revertir esta dinámica? ¿Qué hacer al respecto? Son las dos preguntas a las que esperamos dar respuestas a lo largo de esta investigación. De cuya respuesta daremos cuenta en el post final con las conclusiones obtenidas. Más que aportar recetas o soluciones mágicas que aplicar, esta investigación busca exponer con claridad el problema y sus diferentes aristas.