Complejidad e incertidumbre: enseñanzas del presente
«Incertidumbre» seguramente se convierta en el concepto central del año 2020, debido a que es una de las consecuencias más visibles, a nivel personal, generada por la Covid-19.
Pese a que vivimos un bombardeo constante de información, en el que se nos explican los distintos efectos de la pandemia sobre la economía, las relaciones personales, el mercado laboral, la sociedad, etc., muchos de ellos pueden parecernos abstractos o que no tiene que ver con nosotros.
Pero todos hemos experimentado la incertidumbre de alguna manera y, probablemente, sigamos experimentándola.
La incertidumbre ha sido la única experiencia compartida por toda la humanidad en el marco de esta crisis. Es un sentimiento que han experimentado todas las personas, sin importar edad, condición social, sexo, ideología o cualquier otra distinción que se nos ocurra.
Incluso en el momento en que se escribe este post, agosto de 2020, sigue habiendo muchas preguntas sobre nuestro futuro inmediato: ¿podremos volver a las clases?, ¿es seguro regresar al trabajo?, ¿habrá nuevos brotes del virus?, ¿cuándo estará lista la vacuna? …
Preguntas para las que esperamos respuestas claras, concretas y, en cierta forma, tranquilizadoras. Pero, a la vez, sabemos que hoy no disponemos de estas respuestas; lo que produce una sensación algo desagradable vinculada a no conocer con certeza qué ocurrirá en el futuro. A esa indefinición de nuestro estado futuro, es a lo que llamamos incertidumbre.
La persistencia de la incertidumbre puede generar problemas en el ámbito social y político. Algo que ilustran las protestas de las últimas semanas tanto en América Latina como en Europa , incluso en lugares reconocidos por tener una buena gestión de la crisis.
Nuestras sociedades actuales, herederas en su mayoría del proyecto de la Ilustración, no son capaces de gestionar bien la incertidumbre; pues se han construido con el objetivo de hacer desaparecer la incertidumbre de la vida humana.
¿Por qué los sistemas sociales luchan contra la incertidumbre?
Uno de los pilares fundamentales del proyecto ilustrado fue hacer brillar la luz de la ciencia y la razón sobre todas las facetas de la vida humana, incluyendo los aspectos sociales y político.
Para ello no solo se desarrollaron metodologías que permitieron conocer mejor el funcionamiento de la naturaleza y llegar a usarla en nuestro beneficio; también surgieron nuevos proyectos para conocer mejor la naturaleza humana.
En este periodo histórico aparecieron nuevas concepciones sobre la convivencia social, la organización política, el ejercicio del poder y nuestra forma de interactuar con todos estos factores. Ideas que coincidían en un aspecto fundamental con las que se estaban desarrollando en el ámbito de las ciencias naturales:
Se suponía que, en la medida en que se pudieran conocer las causas primarias de los fenómenos y procesos estudiados, seríamos capaces de intervenir sobre ellos en nuestro propio beneficio. Algo que, en la creencia de este movimiento, implicaba que la humanidad avanzaría hacia un estadio superior de su desarrollo.
Postura que presuponía el haber descubierto con total certeza y claridad cuales eran esas causas. En otras palabras, haber eliminado la incertidumbre en torno a ellas.
Premisa compartida por todos los planteamientos sociales y políticos de inspiración ilustrada. Bien fueran sus defensores, como el positivismo y el liberalismo; o se enfrentaran a ella, como lo hacía el marxismo.
En lo referente a la construcción social, podemos apreciar la manifestación de esta idea en el desarrollo de una serie de estructuras e instituciones cuya función era regular la convivencia entre las personas: burocráticas, económicas, sociales, educativas, etc.; complementadas por un sistema jurídico que establecía reglas aceptadas para dicha convivencia; así como una serie de principios éticos y morales que intentan regular las situaciones que se han quedado fuera del control de los ámbitos anteriores.
Como vemos, las sociedades modernas han generado un entramado conceptual y estructural con la que ha pretendido superar la incertidumbre. Ahora bien, no han podido cumplir totalmente con esta misión porque la incertidumbre forma parte de la misma naturaleza humana.
No somos robots que actuemos basados en una programación definida de antemano. Incluso podemos llegar a tomar, con plena conciencia de lo que hacemos, la peor decisión posible o la que es contraria a nuestros intereses. Es más, podemos actuar por capricho o de forma aleatoria.
Debido a esto se establece una tensión, al interior de las sociedades modernas, entre esos mecanismos de supresión de la incertidumbre y la coexistencia de la última con la naturaleza humana. En principio mientras la incertidumbre se mantenga por debajo de un umbral crítico, la sociedad puede seguir funcionando con relativa normalidad; pero si ese umbral es superado las cosas se complican.
Pandemia, efectos en el sistema social.
La COVID-19 alteró repentinamente el adecuado funcionamiento de las instancias que habíamos construido para controlar la incertidumbre, por lo que hemos perdido la capacidad social de visualizar el futuro y el presente se ha vuelto muy difuso.
Lo que no ha tardado en generar crisis de tipo político, pues la ciudadanía empieza a perder la confianza en sus líderes y sus instituciones. El ciudadano de a pie aspira a que sus líderes e instituciones den una respuesta clara a preguntas como:
¿Debemos ponernos mascarillas?, ¿puedo quedar con amigos en un bar?, ¿es seguro enviar a los niños al colegio?, ¿cuándo puedo retomar mi actividad habitual?, ¿tengo riesgo de contagiarme si utilizo el transporte publico?, etc.
Es más, se le ha enseñado que la función de dichos agentes e instituciones es la de darle esas respuestas. Resulta comprensible que, al no tener estas respuestas, consideren que su sistema político no funciona bien. De ahí a la queja y la protesta hay solo un paso.
Incertidumbre y visión sistémica
Es en este punto donde se pone de manifiesto la necesidad, tanto personal como social, de incorporar enfoques de tipos sistemáticos, capaces de ayudarnos interactuar con la incertidumbre.
Un primer paso en este proceso consiste en determinar qué es la incertidumbre en las sociedades actuales.
A diferencia de lo que ocurría en la antigüedad, donde incertidumbre era sinónimo de algo completamente desconocido y que podía adquirir características amenazantes para nuestra vida; en la actualidad, incertidumbre solo es un aspecto o un componente de la realidad que no hemos podido procesar completamente; por lo que no se puede afirmar que resulte peligros para nosotros, aunque en algunos casos puede llegar a serlo.
En la actualidad, el concepto complejidad hace referencia a una dimensión asociada con el conocimiento y la comunicación. Siendo precisamente este cambio de enfoque el gran aporte que hizo Niklas Luhmann a la sociología contemporánea, definiendo los sistema sociales como flujos comunicativos que se auto-clausuran y se autorregulan mediante una serie de procedimientos, generados por ellos mismos.
Desde su aparición, a principios del siglo XX, los enfoques sistémicos han reivindicado que resulta más efectivo para el desarrollo de la humanidad, aceptar la presencia de la incertidumbre en nuestras vidas y aprender a gestionarla para aprovechar todo el potencial que puede aportar. Idea que ha dado origen a nuevos campos de trabajo científico como la teoría de probabilidades, la teoría del caos, la econofísica, las sociofísica, etc.
Volviendo al estudio de las sociedades actuales, Luhmann ya había señalado, en la década de 1970, que éstas tienen una estructura completamente diferente de las sociedades modernas. Señalando las siguientes características:
- Alto grado de dinamismo. En ellas se realizan, de manera simultánea, múltiples procesos. Cada uno de ellos con sus propios plazos y velocidades, que tienen la posibilidad de interactuar con otros creando nuevas dinámicas.
- Compuestas por distintos sistemas que operan de manera clausurada. Existen diferentes subsistemas sociales, que poseen una serie de objetivos y elementos propios, como el sistema económico, el educativo, el jurídico, el político, etc., que están obligados a interactuar en el marco de la sociedad.
- Policentrica. En una sociedad de este tipo el poder no reside exclusivamente en un punto, se reparte por diferentes áreas de la sociedad y se ejerce de una manera diferente. Eso no implica la desaparición de las formas tradicionales de ejercicio del poder, sino que han surgido formas nuevas que también es necesario tener en cuenta, pues todas tienen influencia en el funcionamiento social.
- Comunicativa. La característica central, identificativa, de este nuevo tipo de sociedad y los sistemas que la integran es su naturaleza comunicativa. Entendiendo por comunicación el proceso de interacción entre un alter y un ego en el que se transmiten ciertas expectativas de uno a otro; que va más allá de lo meramente lingüístico o verbal.
En este escenario existe un algo grado de incertidumbre, razón por la cual los sistemas sociales están obligado a convivir con ella. En concreto, gran parte del trabajo de Luhmann está dirigido a estudiar cómo se se alcanza esta convivencia.
La COVID-19 no ha creado un nuevo escenario, simplemente lo ha hecho evidente.
Primer paso hacia la sociedad del futuro
En conclusión, las sociedades actuales y las futuras deben empezar a tener una adecuada interacción con la incertidumbre presente en ellas. Esa es la única vía para garantizar su estabilidad y buen funcionamiento.
¿Cómo aprender a convivir y gestionar la incertidumbre?
El primer paso, aunque puede resultar evidente, pasa por reconocer la presencia e importancia de la incertidumbre dentro de la sociedad y el sistema político. Para, posteriormente, comunicar las características, potencialidades y problemáticas de ese nuevo escenario a la ciudadanía.
Solo en la medida que la ciudadanía tome conciencia de esa nueva realidad, dejará de actuar con miedo ante la incertidumbre y comprenderá las razones para conformarse con certezas condicionadas o limitadas. En caso contrario, seguir aferrándose a certezas absolutas, se corre el riesgo de transitar hacia posturas antidemocráticas, autoritarias y populistas.
Cierto que es solo un primer paso, que debe acompañarse de cambios en el modelo de liderazgo y la organización institucional, pero es el primer paso rnecesario para avanzar hacia el futuro.