Un año para contener la respiración

Recientemente ha comenzado un nuevo año que, como es habitual, viene  cargado de desafíos, retos y problemáticas que afectarán de diversas formas el desarrollo de nuestras vidas.

2024 comienza con una herencia complicada. Marcada por una serie de conflictos armados,  como los de Ucrania e Israel, cuya virulencia no parece que vaya a menos y cuentan con importantes riesgos de  escalada; a lo que se pueden sumar las tensiones geopolíticas  en África y Asia; junto con la amenaza de una crisis económica global. Sin contar nuevas situaciones que irán apareciendo en el camino de forma inesperada.

Por tanto 2024 promete ser un año de especial interés desde el punto de vista de la complejidad y desde una perspectiva social basada en la visión sistémica. Por lo que consideramos de especial interés seguir su evolución, en un marco  establecido por dos dimensiones:

Dimensión de la «Complejidad Social»

Desde hace un tiempo somos testigos, y en cierta medida protagonistas, de una guerra cultural en torno a la cual se han ido configurando una serie de posiciones encontradas que evolucionan hacia la polarización de la opinión pública.

Dinámica  que está  dando lugar a una convivencia social más crispada y fragmentada, reflejada tanto en los  diferentes espacios de opinión como en la convivencia cotidiana. Preocupante escenario en el que cualquier desacuerdo, por pequeño que sea, corre el riesgo de convertirse en un conflicto y seguir escalando a niveles superiores.

Si bien no podemos decir que esta situación sea exclusiva del momento actual lo que sí es característico de nuestro contexto es la influencia que diferentes elementos tecnológicos, como las Redes Sociales, tienen en este proceso. Generando un escenario inédito en la historia de la convivencia colectiva humana.

Dichas tecnologías, en especial redes sociales como Facebook o Instagram,  funcionan a partir de algoritmos que deducen nuestros gustos personales con el objetivo de mostrarnos los contenidos  que nos hagan permanecer más tiempo conectados a las mismas.

Técnica  que obedece a propósitos económicos pero  que provoca una serie de impactos sociales contraproducentes. En concreto, ha facilitado la creación de burbujas de opinión en virtud de las cuales los ciudadanos solo están en contacto con aquellas informaciones u opiniones que sirven para reafirmar sus convicciones.

Limitando al máximo, y en casos extremos eliminando por completo, nuestro contacto con ideas o planteamientos contrarios a nuestras propias convicciones.  Potenciando  diversos sesgos personales (como los de autoridad y el de validación) que siempre han alimentado dinámicas conflictivas.

Nunca antes habíamos tenido tanta facilidad para aislarnos de los que nos resultaba desagradable, pues solo basta con abrir una aplicación de nuestro teléfono. Un escenario que  recuerda a los «sueños de soma» descritos por Aldous Huxley en su  libro Un Mundo Feliz.

Este enclaustramiento en nuestras propias opiniones genera una serie de consecuencias en el ámbito social que a estas alturas son más que evidentes: falta de interacción con opiniones diferentes a las nuestras, intolerancia  frente a otras posturas, incapacidad de construir un juicio crítico acerca de nuestras ideas, construcción de facciones en el interior de la sociedad, etc.

Factores que  están dando origen a una sociedad dividida, compuesta por una sumatoria de diferentes posturas que tienden a encerrarse sobre sí mismas y no interactuar con las otras.

Las sociedades actuales corren el riego de convertirse, si es que ya no lo han hecho, en una sumatoria de sistemas cerrados completamente clausurados hacia el exterior. Lo cual es peligroso porque, como ya nos enseño en la década de 196o el politólogo canadiense David Easton, tal clausura solo puede conducir a problemas internos dentro del sistema y a situaciones sociales problemáticas.

Como ejemplos de estas consecuencias tenemos la gran polarización de la opinión que existe en nuestras sociedades, la propagación de bulos y noticias falsas sin  ningún tipo de soporte real, el sistemático intento de cancelar todo aquello que no nos guste.

Todo ello  genera una dinámica de tensiones que  ha terminado cristalizando en una cultura de la cancelación cada vez más evidente, aunque sea por lo ridículas que pueden llegar a ser algunas de sus actuaciones. Porque si en nuestra vida privada basta con abrir el teléfono para entrar en nuestra burbuja de felicidad, en la convivencia social tarde o temprano chocaremos con otras posturas.

Como  ya no somos capaces d interactuar en el marco de esas diferencias, el único camino que permanece es el del enfrentamiento. Nuestras sociedades se han convertido en un ring de boxeo en el que las diferencias se solucionan con golpes  (unas veces en sentido metafórico y otras no).

Como ya hemos explicado en otra entrada, este proceso produce un empobrecimiento social. Pues en el fondo es un intento por desconocer la complejidad social, pretendiendo describir las sociedades actuales a partir de una visión simplificadora basada en el enfrentamiento entre dos posturas que  representan al bien y el mal, perdiendo la gran cantidad de matices que existen entre ellos.

Superar esta tendencia al reduccionismo, volviendo a poner el foco en la necesidad de construir convivencia desde la complejidad social es probablemente en reto nuclear al que nos enfrentaremos en este nuevo año.

Tensión electoral. Un gran desafío político

Relacionado con lo anterior, 2024 será un año muy especial desde el punto de vista electoral debido a la gran cantidad de comicios que tendrán lugar en él. En total serán 70 países los llamados a elegir a sus gobernantes y representantes en uno de los contextos más complicado de las últimas décadas.

Países como Estados Unidos, India, Portugal, Rusia, Indonesia, México, Reino Unido acudirán a las urnas para definir el futuro de sus sistemas políticos, al igual que ocurrirá con la Unión Europea,  en un escenario marcado por la polarización entre opciones cada vez más  escoradas hacia los extremos del espectro ideológico y con discursos muy crispados.

Contexto que ofrecer la oportunidad de estudiar el desarrollo de los denominados procesos de «empobrecimiento del contenido democrático» que se han denunciado en algunas de las democracias más tradicionales y evaluar la eficacia de las medidas implementadas para superarlos.

Indudablemente un duro reto para los sistemas democráticos, que deberán demostrar su capacidad para confrontar los discursos populistas y la deriva que genera dentro de la sociedad. Capacidad cuya merma hemos apreciado  en los últimos años y hacia la que cada vez somos más desconfiados.

Desafíos que nos muestran ejemplos como:

  • El declive democrático apreciado en algunos sistemas que hasta el momento se habían considerado como democracias consolidadas (EE.UU.).
  • Cuestionamiento a las instituciones y valores democráticos en países  como India (en términos cuantitativos la mayor democracia del mundo).
  • Auge de  posturas extremistas (tanto a la derecha como  izquierda).

Históricamente la democracia como sistema político, sin hacer referencia a un  modelo específico, ha demostrado ser  la alternativa mas eficaz para superar en el largo plazo los  reto planteados por estas situaciones de incertidumbre e inestabilidad. Pero… ¿podemos seguir confiando en ello?

La pertinencia de una Teoría de Sistemas sociales

Este rápido vistazo de los retos y problemáticas a los que nos enfrentaremos en 2024 puede invitar cierto desanimo y preocupación, rozando incluso el alarmismo.

Escenario confuso y difícil en el que podemos apreciar la relevancia de la Teoría de Sistemas Sociales.  Que no solo puede ofrecer un diagnóstico muy claro de la situación y  descripciones de las dinámicas que las provoca, sino  también proporcionar elementos que permitan articular una mejor respuesta a estos desafíos.

En este caso puede resultar de gran ayuda repasar el concepto de «sistema autoreferente» acuñado por Niklas Luhmann para describir el funcionamiento de los sistemas sociales. Que en el marco de las sociedades complejas son capaces de operar de una forma que podría  resultar  contradictoria en un primer momento:

  • Operar de manera cerrada (clausurada) en términos funcionales.
  • Encontrarse, a la vez, abiertos cognitivamente al exterior.

Alcanzado un delicado equilibrio que permite   garantizar la convivencia social en escenarios cada vez más dinámicos y plurales. Siendo esta la manera de superar la incomunicación entre burbujas de opinión mencionada anteriormente.

La Teoría de Sistemas Sociales  permite concebir un nuevo modelo de sociedad, las sociedades complejas, capaces de responder adecuadamente a los retos actuales y no verse desbordadas por las problemáticas que ellos plantean; mediante la actualización de una serie de conceptos básicos de la sociología clásica y el desarrollo de nuevas ideas más adecuadas a las realidad de la convivencia colectiva actual.

Conceptos e ideas como los de Confianza, Contingencia, Doble Contingencia, etc., que iremos explicando a lo largo de este año a medida que ilustraremos su potencial de aplicación práctica. A partir de los cuales se podría describirse el nuevo modelo de sociedad que esta emergiendo ante nuestra mirada.

Modelo de estudio de los sistemas sociales y políticos que no teme a la incertidumbre, sino que enseña a construir a partir de ella; que aprende de la diferencia tratando de evitar que ésta escale a formas incontrolables del conflicto; que asume la riqueza que otorga la complejidad y busca aprender a gestionarla.

Cualidades necesarias de cara  los restos que nos plantea este año y los que vienen tras él.

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Somos una entidad sin ánimo de lucro, con base científica, que se dedica al Estudio de la Teoría General de Sistemas.

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  1. Teo febrero 8, 2024 at 10:49 am - Reply

    Todo lo que se dice es cierto, pero Hay un problema de base que es complejo y complicado, ese problema es nuestro sistema político que sólo se mueve por sus propios intereses sin importarles la ciudadanía. Mientras no se acabe con un sistema corrupto global y generalizado, la solución a los conflictos tan preocupantes que tenemos a nivel mundial tardar mucho tiempo en solucionarse. El mundo lo mueven los intereses de las grandes fortunas que están detrás de los políticos de turno.